El nombre Nairo parece ya familiar de haber resonado tantas e incontables veces en los medios de comunicación de todo el mundo. Lo llaman “El Titán” a pesar de sus escasos 1.67m de estatura. “Naironman” como de cariño le pusieron en Cómbita, el pueblo que lo vio crecer. Y ahora es el nuevo “Escarabajo” colombiano, pero de oro. Los apodos van y vienen pero su talento traspasará tiempo y fronteras. Nunca antes un suramericano había llegado tan lejos y con tan poca edad en el mundo del ciclismo; nunca antes en la historia del Tour de Francia un ciclcista había terminado con el título de la montaña, como el mejor juvenil y además segundo en la clasificación general. Pero toda esta ola de triunfos y condecoraciones no solo se deben a esas dos piernas atléticas y a esa mentalidad de ganador que es imperativo tener. Nairo ha contado con un grupo de personas que lo han hecho crecer, aún más importante: que han creído en él y en sus capacidades como ciclista.
Aparte del apoyo incondicional de sus padres, familiares y amigos, Nairo Quintana tiene la ayuda profesional de algunos grandes del deporte. Su primer club fue Ediciones Mar, un desconocido equipo donde se destacó entre los demás niños. Por dichas sus aptitudes pasó al equipo deportivo Boyacá es para vivirla, liderado por el ciclista español Vicente Belda. En ese equipo tuvo sus primeras incursiones en Europa, sus primeros pedalazos antes de montar de verdad. Pero quizá el grupo que marcó la carrera de Quintana y lo formó como todo un profesional a sus escasos veintitrés años, fue el de Colombia es Pasión - hoy 4-72- liderado por Luis Fernando Saldarriaga. Éste antioqueño, Licenciado en Educación Física y Tecnólogo Deportivo de 41 años es el cerebro responsable del boom de los ciclistas que estamos viendo surgir nuevamente de las entrañas del país. De sus manos han salido ciclistas como Sergio Henao, Jarlinson Pantano, Fabio Duarte y otros hombres que se han destacado en diversas competencias a través de Europa. Su método de entrenamiento basado en los medidores de poder que ahora son tan populares en Europa y Estado Unidos se diferencia de los la mayoría de entrenadores colombianos que se han quedado en los métodos de los años ochenta.
Saldarriaga con su típico aspecto de ciclista aguerrido, de mejillas absorbidas y piernas de cemento, ha creado una escuela de profesionales que le deben apostar al deporte limpio, sin inyecciones, ni dopajes de oxígeno. Cuando Nairo y sus demás compañeros entraron, les advirtió algo que no se les ha salido del casco: “mi camino es lento y duro, hay otro rápido pero tramposo, ustedes escogen”. Hoy todo el equipo 4-72 posee pasaportes biológicos que llevan un registro del nivel de sustancias permitidas e ilegales en el cuerpo de cada uno de los ciclistas. Esto les permitió pedalistas como Nairo tener credenciales médicas que probaran que estaba limpio para así poder ser contratado por equipos en Europa como sucedió después con el Movistar. “No presionan, dan confianza para estar tranquilo, te van haciendo tu camino según vas creciendo y subiendo, no hay presión de ganar. Es un equipo muy organizado, se corre en Europa, en Colombia… Es una muy buena formación para dar el salto luego como lo hice yo, que ya vivo a caballo entre Colombia y Europa” ha dicho Nairo.
Nairo Quintana campeón del L'avenir, con el equipo Colombia es Pasión, dirigido por Luis Fernando Saldarriaga.
Saldarriaga, con base en principios morales de honestidad, respeto y trabajo en equipo le deja un legado importante a Nairo y a los demás ciclistas que pasan por su riguroso entrenamiento para hacerlos competentes y mejores personas. Son esos pequeños empujes que van forjando la carrera de los ciclistas, decisiones que han puesto a Nairo donde está hoy, acciones que le permiten seguir avanzando pedalazo a pedalazo.
Llegado a Europa hace tres años con la ayuda de la alcaldía de Tunja , Nairo no pudo haber caído en mejores manos. El equipo Movistar es quizá el mejor club de Europa en estos momentos y dirigido por una leyenda viva del ciclismo español, el manager Eusebio Unzué quien ha llevado hacia la victoria a sus corredores en 7 Tours de Francia, 2 Giros de Italia, 3 Vueltas a España y cientos de triunfos en competiciones de todo el planeta. Pero el director deportivo que maneja a Nairo, el hombre a quien dedicó su triunfo es José Luis Arrieta. Un español que estuvo dieciocho años como ciclista profesional y obtuvo su máxima gloria al ganar la etapa diecinueve de la vuelta a España. En sus años como ciclista se destacó por ser un apoyo fundamental para el resto de su equipo, “un director desde su bicicleta” como se refirieron a él cuando lo presentaron a los medios en el 93. No es un ciclista sobresaliente: ha estado presente en nueve Tours, nueve Vueltas, cinco Giros con algunos podios, pero en sólo dos años en la trinchera de los directores ya se ha ganado un sitio entre los técnicos más respetados y los alumnos de su grupo no tienen si no palabras buenas para hablar sobre él. “Siempre nos ha dirigido muy bien para poder hacer las cosas como son (…) Es el mejor director que he tenido” expresó Nairo al ganar la penúltima etapa del Tour de Francia el sábado.
Arrieta es un director de vieja guardia que apuesta por los ciclistas y ve toda esta nueva tecnología como perniciosa para el rendimiento del atleta. Está en contra de los nuevos potenciómetros que ahora llevan los ciclistas en sus bicicletas y que les permiten ver los vatios que están generando para así determinar cuánto esfuerzo hacer y cuándo. “¡Que prohiban los potenciómetros en carrera! Los culpables del aburrimiento y el conformismo (…) Miran y ven que van a 5,5 vatios por kilo, y piensan, a este ritmo voy a perder tantos minutos, y levantan el pie y no arriesgan, solo calculan… Y nadie arriesga por miedo a perder lo poco que tiene, que es lo que les guía y no lo mucho que pueden ganar. No te muevas, que mueres, se dicen unos a otros”. Tecnologías que convierten cada vez más a los atletas en máquinas bien aceitadas de ritmo y cálculo, más que en seres humanos con instinto y garra. Y a esto le apostó con Quintana. Un colombiano con ganas más que mesura. Un boyaco que le quita el aparato a su bicicleta para pedalear con sus piernas y su cabeza más que con un chip que lo dirija.
Las bicicletas, las zapatillas, las llantas, el casco, todo el equipo tecnológico que se quiera, no hace al corredor; pero un corredor solo, tampoco llega a la cima. Es necesario un equipo entero detrás suyo para poder vencer y más que nada, un dirigente que crea y confíe en su potencial. Nairo tuvo y tiene en su equipo a un director que confía en él, que cree en sus capacidades y producto de esa confianza es precisamente lo que este boyacense ha alcanzado. “Lo veo como uno de los favoritos para las grandes vueltas en los próximos años” dice Arrieta sobre su pupilo más joven. Esperemos que así sea.
