Produce gran satisfacción ver cómo la nueva generación, en su mayoría hijos de padres destacados, han aprovechado muy bien el ejemplo de ellos y los privilegios que ese éxito les ofrece y cómo se esmeran en buscar formas eficientes de contribuir positivamente al desarrollo de su país, que tanto les ha dado. Y esos jóvenes hombres y mujeres ya tienen que mostrar desde sus variados campos que incluyen la economía, el arte, el periodismo, los negocios, la actuación, el modelaje, la danza, la política, la música, el diseño, la cocina, lo social, la tecnología, el cine y la fotografía. Sin duda, un gran orgullo para sus progenitores.
Pero este despliegue de la revista Jet-Set, deja algunas inquietudes. En primer lugar, cerca del 75% de los elegidos son hijos de padres importantes, o nietos de expresidentes; en pocos casos, esposas de líderes políticos. Lo que más sorprende es que para cada joven exitoso, al que se asocia es al progenitor que ha sobresalido, sin siquiera nombrar a la madre o al padre que no gozan del mismo reconocimiento social. Estos jóvenes no son monoparentales, y probablemente el primogenitor que no figura, en su mayoría las madres, han hecho tanto o más, para que sus hijos alcancen el éxito, sin mencionar lo que han contribuido para que su pareja logre prestigio.
En segundo lugar, el hecho de que solo entre el 25% y el 30% de estos jóvenes se destaquen sin venir de familias reconocidas en este país tan excluyente, denota lo difícil que es sobresalir en este mundo, cuando no se tiene el apellido o el contacto que toca. Aún más reconocimiento se merecen estos jóvenes hombres y mujeres que han salido del anonimato por su propio esfuerzo. De alguna manera son parte de los hijos de nadie, pero gracias a su esfuerzo, visibles.
En tercer lugar, queda entonces la preocupación por ese sector de los hijos de nadie invisibles, jóvenes también brillantes, con muchos méritos, pero que por circunstancias de la vida aún no pueden mostrar sus logros, que seguramente, sí serían reconocidos si pertenecieran a nuestro pequeño Jet-set, donde podrían ser hijos de alguien. Y por alguien se entiende precisamente aquella persona de la vida nacional, que con méritos o sin ellos, figura en este círculo restringido que se reconoce como un sector exclusivo de la sociedad colombiana.
En cuarto lugar, aunque siguen dominando los hombres sobre las mujeres, no hay una diferencia sustancial, lo cual demuestra que, cuando se pertenece al grupo social que toca, existe mayor equidad de género y probablemente es más fácil que se reconozcan los méritos de las hijas de alguien. Por eso, gran orgullo hay que sentir por las muy valiosas excepciones, las hijas de nadie visibles, y no es sino buscarlas con otro lente. Jóvenes mujeres que por su propio esfuerzo han logrado destacarse, sobre todo en el periodismo, en el arte, entre otros, aunque menos en la política, que sigue teniendo ese tufillo misógino que tanto molesta.
En el mundo de hoy y muy cerca de nosotros, la existencia de sociedades excluyentes es lo que está provocando protestas sociales de alto calibre. Para ayudar a que estas nuevas generaciones colombianas sean más incluyentes, sería interesante que este esfuerzo por encontrar los exitosos hijos de alguien, se complementara con otro que le abriera camino a aquellos que son hijos de esos padres "desconocidos", probablemente tanto o más dedicados que los que se reconocen como protagonistas, y que se matan para que sus hijos e hijas tengan una mejor vida que ellos. Esos, que por no salir en la foto, pocos reconocen. Ese será otro país, porque en Colombia no debería ni siquiera existir el concepto de "hijos de nadie".
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