Hoy, por tercera vez en 20 años, Luiz Inácio Lula da Silva, el más popular de los políticos de este siglo en Brasil, vuelve a recibir la banda de los presidentes. Al Palacio de la Alvorada llega con un núcleo familiar del que hacen parte su nueva esposa, Rosángela Janja da Silva, y sus cinco hijos. Marcos Claudio (51), adoptado de su esposa por 30 años, Marisa Leticia Rocco, y los tres de ese matrimonio: Fabio Luis (47), Sandro Luis (43), y Luis Claudio (37). Lurian (48) hija con su enfermera Miriam Cordeiro, su novia hasta 1974. Los primeros dos períodos de Lula presidente entre 2003 y 2010 fueron avasalladores, había surgido una nueva estrella en la política latinoamericana, salía del Palacio de Planalto con más de 80 % de favorabilidad, y había puesto sucesora, a Dilma Rousseff. Hasta el 2016 duró la “marea rosa brasileña” bajo la égida del Partido de los Trabajadores, hasta la destitución de Dilma en agosto de ese año.
Lula y sus hijos ya eran foco del escándalo de corrupción. Los medios decían a los cuatro vientos que el círculo íntimo del mandatario que bautizaron “Clan Lula” estaba cercado por las investigaciones abiertas en varios frentes. Fabio Luis, el hijo mayor en Lava Jato, la más escandalosa trama de corrupción de Brasil, y Luis Claudio, el hijo menor en la operación Zelotes, considerada la que destapó la olla del sector automovilístico.
Lula y Luis Claudio, el hijo protagonista en el escándalo de coimas del sector automovilístico
Zelotes arrancó en el 2014 con una denuncia anónima a la policía federal, según la cual varias empresas corrompían a funcionarios públicos para intervenir en decisiones del Consejo Administrativo de Recursos Fiscales (Carf), una especie de tribunal del Ministerio de Hacienda para multar al sector privado por irregularidades en el pago de impuestos.
El caso fue ganando dimensión política a medida que se descubrió la acción de consultoras y abogados de empresas como Marcondes y Mautoni, que representaban a algunas compañías frente al Carf. Fue precisamente Marcondes y Mautoni, la que supuestamente hizo negocios con Luis Claudio Lula da Silva, contrató por 600.000 dólares a su empresa LFT Marketing Esportivo, promotora de fútbol americano en Brasil, para que la Carf redujera las multas de impuestos a algunas empresas.
Zelotes intentaba determinar el supuesto pago de sobornos para que el Gobierno de Lula aprobara, el 20 de noviembre de 2009, el decreto que prorrogó hasta 2015 una serie de incentivos fiscales concedidos al sector automotor. Dentro de esa investigación la policía allanó las oficinas de LFT Marketing Esportivo el 26 de octubre de 2015, el juez responsable suspendió el secreto bancario de las cuentas de Luis Claudio, y el propio Lula fue llamado a declarar como testigo. Los medios señalan que el expresidente negoció entonces contrarreloj con sus aliados del Congreso para que su hijo quedara por fuera de las indagatorias de la Comisión Parlamentaria de Indagación.
Luis Claudio no fue el único dolor de cabeza familiar de Lula. Lulinha, como se conoce a Fabio Luis, el hijo mayor, figuró en Lava Jato. Considerado un bom vivant, la ostentación empieza por su vivienda en uno de los edificios más lujosos de Sao Paulo. Fue señalado por Fernando Soares, conocido como Baiano, de cobrar medio millón de dólares para gastos personales. Soares fue uno de quienes confesaron irregularidades en Lava Jato.
Fabio Luis fue investigado por pagos “sospechosos” realizados por gigantes de las telecomunicaciones a empresas vinculadas a su nombre, principalmente durante los años de gobierno de su padre. El propio Lula salió al quite de las críticas diciendo que había mucha gente con envidia del éxito de su hijo, a quien definió como “una especie de Ronaldinho de los negocios”. La operación policiaca Mapa de la Mina que revisó el periodo 2004-2014 en Lava Jato señaló que las compañías Oi y Vivo -marca de Telefónica en Brasil- realizaron transferencias millonarias a las empresas de Lulinha y sus socios, los empresarios Jonas Suassuna y Fernando y Kalil Bittar, hijos de un político y amigo cercano de Lula de vieja data.
Fabio Luis, el "bom vivant", y "el Ronaldinho de los negocios", según Lula
Con los Bittar Fabio Luis creó en el 2004 una empresa de juegos electrónicos GameCorp, a la que Oi hizo inyecciones de capital y pagó publicidad por anticipado, como USD 3,5 miilones en las seis horas diarias de programación de televisión contratada con el canal 21 en un espacio llamado PlayTV. Las empresas de Suassuna también recibieron pagos millonarios, entre ellos USD 5 millones a Gol Discos por la lectura de la Biblia por un reconocido locutor de televisión.
Por su parte, Oi había lanzado una oferta de control de BrasilTelecom para hace una superempresa de más de 50 millones de clientes, pero una norma vigente impedía la fusión. Un decreto presidencial de finales del 2008 acabó con esas barreras.
De acuerdo con la policía, el dinero inyectado a las empresas del amigo de Lulinha llegó a la familia da Silva de diversas maneras. Hay evidencias de que Suassuna pagó durante un periodo de tiempo el alquiler de una casa donde vivió Lulinha y más tarde invirtió más de un millón de dólares en la compra y reforma del apartamento de lujo en São Paulo, para luego presuntamente alquilárselo al amigo.
Un correo electrónico del 13 de noviembre de 2007, incluido por los investigadores del Lava Jato, revela mucho sobre la manera como trataba de tapar Lulinha su vida de lujos. En el mensaje “Mocó dos Pica-Pau”, dirigido a Kalil Bittar y Jonas Suassuna, dueño de la empresa Gol, Lulinha relata sus preocupaciones por el apartamento que iba a alquilar en Sao Paulo por 7.000 reales, USD 1.700 mensuales, de hace 15 años. En el mensaje pide que las cuentas se pongan a nombre de Gol.
El 10 de mayo 2020 Lulinha y sus socios Bittar vendieron el 70 % de las acciones de Gamecorp al empresatio Walther Abrahão Filho, el 17 de enero 2022 la justicia archivó el proceso Gamecorp.
Lula y Marcos Claudio el hijo que quería hacer un banco llamado Banca
En el rastreo de los correos electrónicos aparece Marcos Claudio da Silva en la operación Mapa de la Mina. En un mail del 12 de diciembre de 2008 pide a Suassuna borrar siempre los correos que guarden relación con el gobierno. La policía cree que es una prueba de que el grupo utilizaba “la máquina pública para alcanzar objetivos personales”. Según la publicación digital Crusoé, el pedido de Marcos Claudio saltó a raíz de conversaciones con Suassuna para crear un banco llamado Banca en el que querían tener de socio al empresario mexicano Ricardo Salinas Pliego.
Un año después de la destitución de Dilma, Lula pasó a ser blanco de procesos judiciales por presunta corrupción y fue sentenciado por el entonces juez Sergio Moro, del Tribunal Federal de Curitiba, donde se tramitaba el proceso de la operación. Fue detenido el 7 de abril de 2018, pasó 580 días en la prisión y no pudo presentarse a las elecciones presidenciales de 2018, que ganó Jair Bolsonaro. Lula salió de prisión en noviembre de 2019, luego de que la Corte Suprema revisara el proceso y considerara que Moro fue parcial en el juicio.
En la campaña electoral los hijos de Lula volvieron a la palestra cuando el candidato Ciro Gomes del Partido Democrático Laborista (PDT) dijo que ”Lula tuvo un hijo ladrón” al explicar que la población brasileña no aguantaba más la impunidad. El abogado de la familia ripostó “Es una afirmación ligera porque ningún hijo de Lula responde ni ha respondido a ninguna acción penal por corrupción o delitos similares. Fabio Luis da Silva fue investigado, pero su caso fue archivado por falta de elementos que demuestren la práctica de algún delito”. Meses después Gomes se unió a su partido para apoyar a Lula en el balotaje. Sin nombrarlo.
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