“…somos una equivocación de Dios…”
Las narraciones de los ancianos, al explicar nuestro origen, son como todas las creencias de los nativos de América: hermosas y poéticas. Según el poema de origen, nosotros, los Nasa (Paeces) venimos del agua. En un inicio el Creador originó nuestra existencia, sin embargo, como entre los hombres había un componente de maldad y egoísmo, decidió liquidarlos de la fas de la tierra. Es decir que la obra de Dios quedo imperfecta, por lo que compartimos la tesis de un filósofo contemporáneo: somos una equivocación de Dios.
El castigo fue similar al de las leyendas bíblicas del diluvio universal cristiano, según las cuales, Dios condenó también a los hombres por razones similares. Acaeció entre nosotros ese mismo desastre y tan intensa fue la inundación que no quedó rastro alguno de vida humana. No tuvimos una figura similar a la de Noé y su arca que salvara las simientes; simplemente, por efecto del sol sobre la tierra en millones de años, el agua se fue evaporando y a la postre solo quedaron miles de pantanos, humedales y lagunas.
Al parecer, estas aguas estancadas ejercieron una fascinación sobre las estrellas (el cosmos) las cuales en un episodio muy romántico, se enamoraron de las lagunas que, por principio, intentaron permanecer en su estado natural.
Los grandes volúmenes de agua -elemento femenino- que quedaron del diluvio se resistieron con energía a la pasión de las estrellas –elemento masculino- y en un intento por no dejarse cautivar, originaron los ríos que trataron de alejarse tímidamente del Amor, llevándose lejos al agua. El historiador griego Herodoto explicó el nacimiento de los ríos por el estallido de las nubes; nosotros lo explicamos por la “reventazón”! que en los bosques originó el agua al correr. Los ríos, entonces, son para nosotros un acto responsable de vida limpia, de vida perfecta. De la lucha por no prohijar el renacer de la imperfección humana. El agua se resistió a darle la posibilidad a aquello que había sido condenado en el pasado, peligro que podría resurgir, en el caso de que se prestaran para el galanteo de las estrellas.
No obstante sus intenciones, algunas lagunas no se pudieron ir porque estaban enclavadas en accidentes geográficos que no lo permitían y se dejaron fecundar por las estrellas. Entonces, por segunda vez aparecieron los Paeces o pueblo Nasa.
Todo lo anterior demuestra que la vida del hombre con sus anomalías, terminó siendo una rebeldía contra la Fuerza Primera. Nosotros somos un absurdo que ni el primer movimiento de la Energía Creadora lo pudo destruir, porque lo intento y no pudo. Solamente en nuestra conciencia, esta la posibilidad de crecer en armonía, desde que reaparecimos de las lagunas, como parásitos, en este suceso trascendental.
Renacimos los Nasas del agua, pero el nuevo orden suponía nombres que recordaran el origen. Nuestros apellidos iniciales, en buena parte, se derivaron de las formas que tenían las lagunas: por ejemplo, de aquellas con forma de serpiente, renacieron los Ulcué, familia numerosa en nuestras etnias, o los Muses, que significan lagunas rodeadas de arenas.
Por lo tanto, los Nasas somos un pueblo del agua y nos corresponde persistir en la defensa de los páramos y humedales ¡cuna de la vida!