Los hijos de… al poder poder
Opinión

Los hijos de… al poder poder

No importa quien haya hecho qué, la política y sus repartijas dan herencia a todos, sustituyen muertos viejos por vivos nuevos y reafirman que el poder es para poder

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enero 20, 2022
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La desacreditada política en Colombia, y las elecciones que se avecinan, poca o ninguna semejanza tiene con las distintas pinturas de Saturno devorando a su hijo, aquella alegoría del mítico dios romano tragando a dentelladas a su propia descendencia por el temor a que esta pudiera destronarlo.

No, al contrario, aquí en este feudo de señores que nunca pierden una gota de dominio, ni uno solo de los pétalos que crecen en sus haciendas, la costumbre es la de hacerse reemplazar por los ungidos a dedo cuando llega la hora. El que la hace la paga poquito y los suyos ascienden.

Jamás importa quien haya hecho qué, la política y sus repartijas dan herencia a todos, sustituyen muertos viejos por vivos nuevos y reafirman que el poder es para poder, para poder más, para tener, para repartir, para concentrar, para maquillar a la fuerza cicatrices de malos pasados; esa costumbre atávica de bañar hereditariamente en agua de rosas a los pocos que concentran el privilegio de la autoridad.

Bien se sabe, y no se discute, que es perfectamente razonable el principio de que nadie está obligado a responder por los hechos horrendos de sus padres; que las culpas propias no se trasladan como los genes a los parientes. Pero resulta por lo menos inquietante que el mapa de aspirantes a designaciones de trascendencia esté regado de tan oscuros historiales de familia:

 

  • Jorge Rodrigo Tovar (hijo de Jorge 40, un paramilitar de turbador récord en cuanto a personas descuartizadas y degolladas), ya ocupó posiciones de asesoría en la oficina de paz de la Gobernación del Cesar, como en la coordinación del área de víctimas del Ministerio del Interior, y aspira ahora al Congreso de la República para “representar” a las víctimas de la violencia. Rodrigo hijo, dice según se ve en mensajes de redes que “ocupar esa curul es la oportunidad de seguir trabajando por las más de 9.000.000 víctimas del conflicto armado colombiano sin importar su condición”. Desde allí, afirma, continuará “llevando un mensaje de esperanza a los hogares que aún sufren por la violencia, pero desde donde además, trabajaré por darle una dirección distinta al futuro a nuestros niños”.

Si el Consejo Nacional Electoral no revoca la inscripción de este candidato por una de las circunscripciones especiales establecida para dar voz a las víctimas de la guerra sucia en el país, lo más probable es que Tovar hijo logre llegar a la meta que darle una “dirección distinta al futuro de nuestros hijos”. Imposible no recordar, porque es reciente en la historia, el futuro que su padre le proporcionó a muchos hijos, un futuro tatuado en el horror, así que deseable sería que el mismo Saturno nos salvaguarde de situar el futuro de nuestros hijos en este aspirante.

 

  • Lina Martínez, también candidata en representación de las posiciones afro, es hija de Juan Carlos Martínez, condenado por parapolítica bajo la acusación de alianzas con el Bloque Calima de las Autodefensas Unidas de Colombia.

 

  • Álvaro Prada, no es hijo o familiar de alguien en entredicho judicial. Él mismo ya fue congresista y renunció ante un proceso que se le abrió acusado de manipulación de testigos para favorecer a Álvaro Uribe en investigaciones por alianzas con el paramilitarismo. Aún así y sin que se sepa que hubiera sido sobreseído por el caso aspira nuevamente a ocupar una curul en el Senado.

 

  • Luis Eduardo Vives Lacouture fue condenado por auspiciar grupos armados, incluso se dice que en vínculo con Jorge 40. Su pariente, Luis, aspira a la Cámara por el Centro Democrático y ya fue diputado a la Asamblea en el Magdalena.

 

  • Óscar Iván Zuluaga, no es hijo de sangre, pero es hijo político de Álvaro Uribe. Zuluaga no aspira al Congreso sino a la presidencia; ya fue aspirante hace ocho años y su campaña de entonces fue investigada por presuntamente haber recibido financiación de Odebrecht, firma brasileña ligada a uno de los casos históricamente más sonados de corrupción transnacional en América Latina.

 

Uribe mismo fue a apoyar candidatos en Santa Marta en el Magdalena, incluido Zuluaga para la presidencia, y no le fue nada bien. Hay memoria en la gente cansada.

Derecho a aspirar tienen todos, derecho a llegar a posiciones de poder también. Nada de la culpa, de la culpa judicial o de la situación ética de sus parientes tendría por qué afectarlos. Pero el derecho a desconfiar también es legítimo, y pueden ejercerlo los ciudadanos.

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