Han sido frecuentes en los últimos años de diálogos y negociaciones de paz las matrices mediáticas que pescan incautos, y consiguen muchos, para llamar la atención sobre situaciones normales y hacerlas parecer como cosas indebidas o perversas. La razón es siempre la misma, torcerle el pescuezo a la paloma de la paz por parte de sus enemigos. ¿Quién no baila o ha bailado en una nochebuena? Además, ¿No es motivo de fiesta cerrar un año despidiendo una guerra fratricida de más de medio siglo?
Lo ocurrido la noche del 31 de diciembre en el corregimiento de Conejo, como lo manifestó su Junta de Acción Comunal, no fue más que un jolgorio familiar de reconciliación. Hay que resaltar que los guerrilleros no están presos, van en tránsito hacia el campamento donde bajo unas condiciones negociadas y muy vigiladas dejarán las armas. Por otro lado, los observadores de la ONU no son carceleros, quienes deben mantener una distancia con sus vigilados; ellos son, sencillamente, verificadores del cese al fuego.
En las imágenes difundidas se ve a un par de delegados bailando discretamente con unas guerrilleras, según los medios locales era música de Diomedes Díaz. Sabemos que estos extranjeros bailan todos nuestros ritmos como si fuese un vals. ¿Qué tal si hubiese sido champeta o reggaetón como lo hacen los adolescentes, que es más el simulacro del coito que un baile de salón? Lo que se vio confirma lo que está pasando, que el tránsito hacia a vida civil de esos ciudadanos es irreversible.
Poco a poco se acaban las FARC y el discurso del miedo a ellas. A través de los medios de comunicación ha habido una invasión persistente al subconsciente de todos los colombianos hasta practicarse un terrorismo psicológico, que durante años ha desnudado en las mentes un temor patológico que exige protección. Y que llegó incluso a justificar en algunos, los famosos falsos positivos y las masacres de los paramilitares a la población civil por la simple sospecha de simpatía o ayuda a esa organización rebelde.
Los guerrilleros respiran, comen, defecan, lloran, bailan, hacen el amor, piensan y en algún momento de sus vidas optaron por la insurrección armada, independiente que esa sea una forma correcta de luchar por las reivindicaciones de los sectores vulnerables. Son seres humanos. La gran prensa nos ha acostumbrado a verlos como monstruos, responsables de todos los problemas del país. Los cuales tienen otras causas, siendo la principal la corrupción que ha invadido todos los espacios de lo público y lo privado.
RCN televisión que es el gran parlante de los enemigos de la paz armó un escándalo tal con lo ocurrido, que la Cancillería le solicitó explicaciones a la ONU del por qué los delegados bailaron. La ONU por diplomacia respondió por semejante tontería. Así pues, esa es nuestra Colombia donde las cosas importantes se banalizan y las banales se magnifican. El importantísimo foro de Conejo de diciembre donde participaron las autoridades regionales y los guerrilleros no se mencionó a nivel nacional.
¿Y qué de aquellos que bailan al son que le toquen, sobre todo si implica coimas y, en general, silencios, asesinatos de Estado o por encargo especifico, contrataciones sin lleno de requisitos legales y otras lindezas?
