Hacía mucho tiempo no salía tan tocada negativamente de una película, como me sucedió con la del Guasón. Eso no quiere decir que la película sea mala o buena. Sencillamente me pareció durísima y claramente no es el cine que me gusta; es un tema personal. Lo que sí me inquieta es, aunque muchos no lo crean, que su libreto está más cerca de la realidad de lo que nos imaginamos.
Unos meses atrás, vi estupefacta un video en redes de una niña de siete años, norteamericana, en una consulta psicológica contando cómo fue maltratada, abusada en todos los sentidos y separada con su hermanito menor de su madre drogadicta y su padrastro abusador, cuando estaba todavía más pequeña. Pero, aunque corto el tiempo no solo de su vida sino al lado de ellos, fue suficiente para dañarla para siempre.
Los dos menores fueron adoptados por unos padres jóvenes, ilusionados, pero que al poco tiempo comenzaron a darse cuenta de que la niña le hacía daño permanentemente a su hermanito. Pero ese daño era aterrador; se trataba de lesiones físicas severas que con los días aumentaban de manera preocupante. La sorpresa para todos fue que en ese video que grabó la sicóloga, la menor decía que quería terminar con la vida de su hermanito; que ella lo quería, pero que buscaba terminar con su vida, la de él.
Si eso suena terrible, peor fue cuando le preguntaron por sus padres adoptivos. Le indagaron si los quería y dijo que sí, pero acto seguido agregó que también quería matarlos; no sabía por qué, pero era su fin último. Esta niña quería matar a una pareja buena que quería llenar el vacío de no poder tener a sus propios hijos, y que con toda la generosidad había decidido acogerla con su hermano. ¿Pero saben qué? No era su culpa. Ella no conocía la bondad. Tenía un pasado tenaz en el que además del abuso y el maltrato, según la especialista, no había creado ningún vínculo afectivo con nadie y eso la llevaba a no sentir compasión por ningún ser humano; jamás sentiría remordimiento por dañar o matar a nadie, tal como lo estaba ya mostrando a su cortísima edad. No quiero pensar en el monstruo que se había ya gestado y en el que se convertiría de adulta. Esa era la gran preocupación de los padres adoptivos. Qué situación tan difícil. Casi que uno podría decir que qué encarte.
No es tanto la cantidad de gente perturbada, como el daño
que hacen estos seres humanos
afectados por la locura de con quienes crecen
Cuando se ve o escucha información de esta clase, noticias de esta magnitud, entiende por qué pasa lo que pasa en el mundo. Y no es tanto la cantidad de gente perturbada, como el daño que hacen estos seres humanos afectados por la locura de con quienes crecen. Y vuelvo entonces al Guasón. Uno sí ve gente rara, de comportamiento raro, pero no tiene ni idea por qué. Hay gente que se burla de ellos y hasta los maltrata, y fíjense cómo terminan las cosas… ¡hasta con seguidores o enamorados! Hay seres humanos para todo.
De ficción el Guasón no tiene mucho, lo que lo hace más impresionante. Yo seguiré viendo mis películas rosa, mis comedias románticas… mis películas de final feliz. Hace mucho que no gasto mis emociones con cintas de miedo, ni suspenso, y ni siquiera esas en las que hay que sentarse a pensar hasta el desgaste. Ay, no. Que piensen lo que quieran, pero decidí de un tiempo para acá que de lo que de mi dependa, no me amargo ni me estreso con nada
¡Hasta el próximo miércoles!