Hace mas de cincuenta años, en 1968, los hermanos Rafael Vicente, Ramón Hernando y Aníbal Roa Villamil se juntaron para armar la primera primera planta de producción en Neiva. Nacía entonces la sociedad Rafael V. Roa V. Hermanos. El gusto por la agricultura les venía del papá, un cultivador de caña y productor de panela en Viotá Cundinamarca. Habían comenzado con la comercialización de café pero en sus recorridos por el Huila vieron una oportunidad en el arroz.
El negocio está hoy en manos de Anibal Roa, con un nuevo nombre Molinos Roa S.A. luego de la muerte de Rafael Vicente en un accidente automovilístico en 1985 y Ramón Hernando en 2011. Tras la compra a los herederos, convirtió a su familia en los únicos dueños de una empresa que procesa casi la tercera parte de la producción nacional en nueve molinos (Chicoral, Espinal e Ibagué (Tolima), Pore y Villanueva (Casanare), Granada y Villavicencio (Meta) y Campoalegre y Neiva (Huila). Entre sus marcas más exitosa están Roa, Florhuila y Doña Pepa. En su diversificación han vuelto al café, el cual distribuyen molido, así como el atún.
La violencia ha golpeado duro a la familia, su hijo de 17 años fue secuestrado por las Farc a finales de 1998 y rescatado luego de casi tres meses por el Gaula en el norte de Cundinamarca. A su esposa, la huilense Clara Ines Solano, le secuestraron el padre y posteriormente secuestraron y mataron a su madre. Clarita, como la llaman, dirige una Fundación a favor de las familias vulnerables del Huila.
Andrés Felipe Roa Solano, Clara Inés Solano de Roa, Anibal Roa Villamil y Juan Diego Roa Solano en la celebración de los 50 años de Arroz Roa en 2018
Controlan a través de la Organización Roa Florhuila la calidad el producto dese sus semilla apoyando a su vez a 5.000 cultivadores a quienes les aseguran insumos, financiación para adecuación para maquinaria y tierra.
La historia de los competidores de los Roa, los Murra de Tolima es distinta. Por la misma época, en 1964, Alfredo Murra Ganem, un inmigrante del Medio Oriente instaló el Molino Murra en el Espinal. Al principio, comercializaba el grano con ventas al por mayor a una clientela en Bogotá, pero en 1982, con los cambios del mercado Alfredo Murra dio un viraje al negocio y empezó a vender su producto empaquetado, dando origen a Arroz Diana, su marca más emblemática y líder del mercado.
En el 2005 el fundador dio un paso al costado para que su hijo Jaime Adolfo Murra asumiera la presidencia del grupo. Había trabajado en la empresa desde los años 90 pero interrumpió para estudiar y trabajar unos años en Estados Unidos. Después de su regreso, inauguraron una segunda planta en Yopal, Casanare y empezaron a comercializar sus productos directamente sin descuidar los pequeños negocios, siendo de las pocas que todavía distribuye a pequeñas tiendas, llegándole a cerca de 90.000 clientes.
En 2010, la empresa dio el primer paso en su diversificación con aceite Rica Palma, al que se le añadiría Aceite Diana y Bucaro, y dos años después entró en el negocio de margarinas vegetales y bebidas. Hoy cuenta con siete plantas ubicadas en el Espinal, Saldaña, en Lérida, en Venadillo, Ibagué, Doima y en Mariquita con Gaseosa Glacial. El Grupo Diana tiene también inversiones en el sector inmobiliario con Inmobiliaria JMH y sus inversiones en Centros Comerciales y edificios de oficinas.
Jaime Adolfo Murra y la marca Diana líder en el mercado
En la misma línea de crecimiento empresarial en el 2013, Jaime Murra hizo una movida que colocó al Grupo Diana como los arroceros lideres del país. Adquirió, en dos etapas Alimentos Caribe. Esta empresa habia nacido en Medellín hace 50 años, cerca al viejo mercado de El Pedrero. Su fundador fue Juan Pastrana Vargas, oriundo de Acevedo, sur del Huila, quién ideó la marca Arroz Caribe, inspirada en el nombre de uno de sus mayores productores de arroz en bulto, el molino Caribe. La marca estrella es arroz Castellano y con la adquisición completa de la compañía el Grupo Diana le tomó la delantera a la Organización Roa.
Si bien estos son los grandes del mercado, con ventas el año pasado por parte del Grupo Diana – Dicorp (Diana Corporation) de $ 1.427.138 millones y de la Organización Roa Flor del Huila por $ 1.276.748 millones, hay algunas empresas más pequeñas como Arrocera La Esmeralda en el Valle del Cauca, que ha logrado hacerse a un espacio con este producto esencial de la canasta familiar que se produce en un 93% en el país.
De familia de origen español pero arraigada en Cali, Manuel Suso fundó la Arroera La Esmeralda en 1950 en Jamundí, Valle del Cauca. Había aprendido del negocio de su padre quien tenía un pequeño molino en Buga. Filósofo de la Universidad Javeriana en Bogotá y con formación jesuita, alcanzó a entrar a la Compañía de Jesús de Albán en Cundinamarca y al seminario Jesuita en Santa Rosa de Viterbo, en Boyacá, no la tuvo fácil. La década del 50 fue amarga, con la expansión de la caña de azucar en las tierras planas del Valle del Cauca puso en jaque a la industria arrocera y Suso se vio obligado a cerrar el molino y sostener la finca con una cria de gallinas.
Cuando intentó levantar cabeza nuevamente con el arroz llegó la apertura económica del gobierno de Gaviria con importaciones baratas y para completar en 1999 tuvo que hacer frente al secuestro de su hijo Jose Manuel por parte de las Farc.
Jose Manuel Suso y su padre Manuel Suso Cardenas Q.E.P.D. de arroz La Blanquita
Manolo Suso, como lo llamaban, dio la batalla por un negocio en el que creía. La implementación de mejoras en los procesos y el respaldo científico del Centro Internacional de Agricultura Tropical – Ciat, le permitió a la empresa conseguir una mayor producción a un menor costo y los agricultores asociados doblar las toneladas por hectáreas, un promedio superior al del resto del país. En 2015 inauguraron el segundo molino en el municipio de Aguazul, Casanare. Su producto estrella es Arroz Blanquita, nombrado en homenaje a la madre de don Manuel, y cuya línea orgánica es la primera de Colombia y Latinoamérica con el sello Amigo de las Aves.
Aunque el manejo del negocio lo tomó desde hace algunos años el mayor de los hijos José Manuel Suso, hace dos años con la muerte de don Manuel a los 95 años, quién nunca se retiró de la actividad, asumió definitivamente el liderazgo completo de la arrocera La Esmeralda, a la que también está vinculada su hermana Angela María en la administración del negocio. Su fortaleza está en el sur occidente donde su marca tiene reconocimiento en los departamentos Valle del Cauca, Cauca y Nariño.