En Último Round, uno de los libros más vanguardistas de Julio Cortázar el escritor argentino recopiló lo que para él eran los mensajes más contundentes que había dejado en las paredes de París las protestas de Mayo del 68. Un homenaje que le hacía el maestro revolucionario a una de las artes de rebelión más importantes de esa década tan interesante. En la Nacional, actualmente, mientras recorremos sus amplios salones, solo vemos desolación. Las paredes, abruptamente vandalizadas, están rayadas sin ton ni son. Las consignas ya no tienen la fuerza que llegaron a tener hace 55 años. Todo se pierde en la liviandad y en la ciudad. En cierta manera es tan anacrónica como el mismo Che Guevara de la cacareada plaza.
Sin ningún tipo de belleza, sin sentido de la estética, con frases manidas, desgastadas por el tiempo, los grafitis de la Universidad Nacional están tan viejos como muchos de sus profesores que, con voz cancina, invocan a una revolución que está ocurriendo en las calles y que a nadie le importa.
Este es el video donde queda resumida nuestra impotencia:
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