Los hay, los he visto, los tengo en mi Facebook. No están de acuerdo con el proceso de paz, para ellos Leopoldo López y Lilian Tintori son John y Yoko, y, si mañana se lanzara el Procurador, seguro que votarian por él. Aunque salieron del clóset hace rato no están de acuerdo con el matrimonio igualitario ni con la adopción. Respetable pero incomprensible.
Muchos de ellos salieron con sus banderitas multicolores el 2 de abril a la marcha del odio. Hoy, están de acuerdo con el último acto homofóbico que cometieron en twitter Jose Obdulio, Cabal y compañía. Por alguna extraña razón los gays, lejos de ser progresistas, son de derecha. Muchos de ellos, atormentados por una educación retrograda, se inscriben en alguna de esas religiones de garaje para esperar, en vano, curarse de la enfermedad. Los he escuchado, creen que a las FARC se les doblega es a punta de plomo y, por supuesto, piensan que Álvaro Uribe Vélez, el homofóbico, fue el mejor presidente de Colombia.
Los gays más progresistas, los luchadores, dieron la pelea no para que les otorgaran un sacramento sino para que les dieran un derecho que ellos, como cualquier ciudadano, están libres de elegir si lo usan o no. Debe ser muy frustrante para ellos tener que aguantarse la retahíla histérica que, desde sus redes sociales, vomitan los homosexuales uribistas. Más rabia les debe dar ver a todos esos que, por prejuicio social, les da miedo salir del closet. Para ocultarlo se ponen bravucones y hacen chistes con un claro sesgo machista. Ponen gifs con la escena de una felación de la última bomba sexual del porno y postean canciones del testosterónico Silvestre Dangond. Ellos, por la amargura que les conlleva traicionar toda una dinastía de machos culiadores, reproductores insaciables, borrachos de cantina, son los uribista-castañistas más radicales. Que miedo que dan: son capaces de matar para demostrar su hombría.
Hay políticos del Centro Democrático que son gays, por supuesto. Ellos son los que saldrán con la Cabal a marchar por la séptima para pedir la destitución de todos esos magistrados pervertidos que reconocieron a una minoría que en realidad es una mayoría oculta. Porque si todos los gays que hay en Colombia, sobre todo los que siguen al Procurador a Uribe en un intento vano por purgar sus pecados, salieran del closet serían mayoría. La aprobación del matrimonio igualitario, así les pese, les va a servir para poder algún día, porque no, sentar a sus hijos y a su esposa en una mesa y decirle: mija, a mi me gustan los machos, esto es una farsa, lo hice para quedar bien con mi familia, con los amigos que me hacían bullyng, con los parceros con los que me baño después de jugar un partido de fútbol.
Ese miedo a la homosexualidad, a lo diferente, los hace tan sospechosos de vivir reprimidos. En ese sentido el Centro Democrático, a la larga, debe tener más gays que el Polo. Su homofobia los delata.