Como es de público conocimiento, el tan anunciado desplome definitivo del modelo neoliberal es ya una realidad inminente, que probablemente ocurrirá en esta misma década, cuyo más relevante síntoma es la inflación mundial, señal que muestra la sobrecarga del sector monetario por encima del sector real de la economía global, complementado con el sobreendeudamiento de casi todos los Estados y el desecamiento de la base tributaria que impedirá muy pronto el pago del servicio de la deuda.
Varias veces se ha dicho que la causa estructural, que llevará a la sepultura del neoliberalismo, además de la voracidad de sus actores protagonistas, es haber convertido el dinero en una mercancía y abandonado el aparato productivo. Pero ya es muy tarde, como lo ha reconocido hasta el mismo Jacobo Rothschild, uno de los beneficiarios más connotados del modelo. El evento principal de la caída ocurrirá el próximo año, para cuando se anuncia la recesión mundial y, posteriormente, el colapso definitivo.
Por supuesto, los afectados con el desastre el modelo neoliberal son los capitalistas rentistas, principalmente los agrupados en los fondos ya conocidos como Blackrock, Vanguard, Fidelity, Morgan, Goldman, entre otros, que han concentrado tanta riqueza, cuyo patrimonio se calcula en 44 billones de dólares para los diez fondos más grandes.
Pero también otros organismos privados que se han dedicado a captar ahorro o capital de especulación a todo tipo de personas naturales y jurídicas, serán duramente golpeados, similarmente a lo que les ocurrió a los rentistas en 1928.
El campanazo se dio en 2008, que Obama pudo sobrellevar, pero no eliminar la causa, que es de fondo. Siguió cocinándose el motivo y ahora en los años veinte reventará definitivamente porque el mundo ya no soporta más ese esquema financiero.
Claro, la caída del modelo no es selectiva y por el contrario, los grandes seguramente se protegerán; pero los pequeños, los de países subdesarrollados donde el capital es escaso y con esfuerzo se produce ahorro interno, el azote será mayor y es ahí donde Colombia tendrá un impacto muy grave.
Por supuesto, los fondos privados de pensiones no están exentos del desastre neoliberal; estos, quienes operan en el sector financiero y en el mercado de capitales con los patrones universales del modelo neoliberal, también les tocará llevar del bulto.
Pero hasta ahí, no hay problema; el problema es que, según la legislación vigente, que ha sido acomodada para proteger los intereses de los fondos, estos trasladarán el descalabro a los ahorradores y serán los depositantes del dinero, quienes lo han hecho con la esperanza de obtener en el largo plazo una pensión, se quedarán viendo un chispero, porque será el mercado y no los depositarios, el responsable de la perdida de los fondos.
Habrá una tragedia para miles de personas, pero esa es la ley del mercado en el modelo neoliberal que está operando en Colombia y que se convierte en el peligro para los fondos de pensiones.
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