Por estos días las autoridades capturaron a un estudiante de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. Desde el momento de su captura empezó una campaña entre familiares, amigos y conocidos para plantear que el joven es víctima de un falso positivo.
Este caso está en manos de las autoridades que han intentado manejarlo sin hacer el escándalo mediático que se hizo hace casi dos años con un caso similar: el de los trece capturados por unas bombas y por organizar un disturbio en la Universidad Nacional.
Al igual que con el joven acusado de instalar la bomba panfletaria en la Dian , los familiares, conocidos y compañeros de los 13 acusados de 2015 realizaron una sonada campaña para desprestigiar las acusaciones que se les hacían.
Los 13 capturados fueron enviados a prisión de la cual salieron en dos meses debido en parte a la presión mediática que logró generar el argumento de un falso positivo. Desde ese momento este caso hace carrera en convertirse en emblemático sobre la teoría que los estudiantes suelen ser víctimas de falsas acusaciones por parte del Estado.
A pesar de que este caso llenó titulares de prensa paso rapidamente al olvido: aún pasados casi dos años quedan demasiadas preguntas sin responder, entre las más importantes: si había culpables porque están libres, si todos eran inocentes porque se les acuso supuestamente con unas pruebas irrefutables.
Paralelo al proceso jurídico y al escándalo mediático, el caso de los 13 acusados por los disturbios en la Universidad Nacional tuvo otro efecto: se acabaron los disturbios. A los 13 acusados de 2015 se les sindicaba entre otros de organizar y ejecutar el último disturbio que ha sucedido en el campus de la Universidad y las cosas se han dado como si la captura de algunas de ellos hubiese resultado en un golpe fulminante a las organizaciones que perpetraban esos desordenes.
Sin duda el hecho que no se hayan repetido disturbios después de ese 20 de mayo no es una prueba jurídica valida de culpabilidad o inocencia de los acusados pero si indica fuertemente que entre los 13 capturados si estaban los responsables de esos desmanes y que el hecho que la justicia los tenga entre ojos efectivamente desmantelo su accionar delincuencial.
Para algunos la tregua histórica que se vive actualmente en la principal universidad de Colombia puede ser el resultado del proceso de paz, pero atentados como el del barrio la Macarena nos demuestran que el ELN (que tiene presencia en esa alma mater y fue responsables de los disturbios en la UN) tienen un interés más vivo que nunca de generar desordenes pero se ha visto frustrados por estas capturas que al parecer no son tan falsos positivos como se dice.
A pesar del resultado positivo de terminar con los disturbios el caso jurídico fue viciado por el error garrafal de los jueces de encarcelar por igual a 13 personas sin importar que se tenía una cantidad y calidad bien diferente de pruebas por cada sindicado. Debido a ello y aunque los eventos de los últimos meses han demostrado que había culpables entre ese grupo de acusados, los autores de los disturbios se vieron beneficiados de lo que puede llamar un falso negativo a pesar del cumulo de pruebas que pesaban sobre algunos de ellos.
Ojalá que la justicia haya aprendido algo del caso de los trece acusados de 2015 y que no deje suelto a un culpable pero que tampoco encarcele a un inocente para mostrar resultados.