La apertura económica en Colombia, está asociada a un deliberado proceso de liberación económica en la fase comercial, capital y financiera, con el objetivo de salir a la competencia internacional.
El gobierno de Virgilio Barco (1986-90), lanzó la política económica aperturista con el programa de (Modernización de la Economía Colombiana) en la cual, se –privatiza el sector productivo– el Estado pierde fuerza a la hora de intervenir en la economía, mientras garantiza beneficios a la inversión extranjera, entre otras.
En Colombia, la apertura económica se determinó con arduos trabajos de investigación, y con un equipo en su mayoría idóneo, tal y como se puede leer en el “Programa de Modernización de la Economía colombiana”, CONPES, Febrero 22/1990.
Pese a los esfuerzos del gobierno, la economía mundial de hace 8 años atrás no traía buenas noticias, puesto que en 1982 los precios de las commodities venían con tendencia a la baja, percusiones negativas en los ingresos por exportación para los Países en Desarrollo (PED), hacían que la demanda de éstos disminuyera; la implementación de una política económica (libre) en un –país que en su mayoría– exporta commodities agrícolas, no recibiría buenas noticias para el principal sector económico del país, el Agropecuario.
Mientras se aplican las medidas económicas, los PED, emprenden el proceso de ahorro en materiales, con ello, las implicaciones traen consigo mismo la sustitución de los productos originados en los recursos naturales; un golpe a la demanda de los productos agrícolas.
Las políticas proteccionistas por parte de los PI hacia su agro no se hacen esperar, influyendo principalmente en los subsidios, altos precios, interviniendo fuertemente en las tarifas arancelarias, con medidas para-arancelarias, restringiendo su oferta y limitando su demanda de los productos provenientes de los PED.
El realismo mágico se presencia en el mismo FMI, afirmando: "las políticas de apoyo a la agricultura de los PI han resultado en grandes imbalances y excesos en la producción. Estas políticas han reducido el acceso de los exportadores agrícolas eficientes al mercado, muchos de ellos de los PED; y la venta de los excedentes agrícolas en los mercados mundiales han tenido un efecto depresivo en el precio mundial de los alimentos. Entre 1980 y 1987 el índice de precios de los bienes alimenticios del FMI ha caído una tercera parte en términos nominales y casi un 50% en términos reales, sobre la base de 1980" (1)
El fallido intento de un neoliberalismo mal implementado, es cuando al mismo gobierno le cuesta inferir que la competencia es entre David y Goliat.
A lo largo de la historia, el proteccionismo agrícola del Norte, por medio de las limitaciones arancelarías, subsidios, y precios domésticos mayores que los internacionales, por mencionar algunos, demuestra el retroceso económico para el sector agrícola de los Países en Desarrollo, esta situación hace que los países PI, exporten sus considerables excedentes de alimentos a precios de “dumping”, es decir, sacando a la competencia local del mercado; así, países como el nuestro importan los mismos alimentos.
Los libros de historia económica de muchos países tercermundistas, aluden a una supuesta saturación por parte del mercado local y hacen perentorio la política aperturista.
Ahora las preguntas son, ¿Contra quién vamos a competir?, ¿con qué vamos a competir?, ¿cuáles son las ventajas comparativas, y hacía quién se inclina la balanza?
En este mismo plano, las ventajas comparativas, están asociadas al nivel de los precios.
Por lo tanto, EE.UU, Japón, Sur Corea, China… inyectan más capitales por medio del proteccionismo y es así, como la especialización y la investigación agrícola elevan su productividad con un desarrollo dinámico entre ellas (competitividad), creando un sesgo anverso en países como Colombia.
En un contexto nacional, “El tipo de cambio nominal (TCN) expresa la cantidad de unidades monetarias internas (pesos) que es necesario entregar para obtener una unidad monetaria externa (dólar) o viceversa.
Esta relación no dice nada sobre la competitividad de la producción nacional frente a la extranjera. En este sentido es necesario recurrir al TCR que expresa la relación entre el nivel de precios interno y externo, y por lo tanto está en capacidad de orientar los flujos comerciales, hacia afuera o hacia adentro, con menor o mayor fuerza, dependiendo del nivel de la misma”. (2)
EI TCR se considera, "es el elemento básico en la determinación de la competitividad de la economía (nacional) respecto a la de otros países" (3)
En esta relación, si la moneda (peso colombiano) se deprecia (devalúa) frente al dólar, la economía le sonríe al sector exportador, porque los bienes internos se hacen más competitivos en relación con los del extranjero, es decir, la rentabilidad se incrementa y en buena medida la apertura económica le hace un guiño al país.
Ahora, si sucede lo contrario y la moneda se aprecia (revalúa) frente al dólar, los bienes internos se hacen menos competitivos, el cambio porcentual en el tipo de cambio más el cambio en el nivel de precios internacionales, es menor que el cambio en el nivel de precios internos, es decir, la rentabilidad para el exportador colombiano es ínfima en términos negativos, el país le hace un guiño a la importación.
Una política económica debe enmarcarse en varios ejes fundamentales, el Estado como regulador y ponente de iniciativa, debe ser responsable en la toma de decisiones, es evidente que en el Gobierno de César Gaviria, la continuidad de Barco, se haya desplomado en tan sólo 2 años.
En este sentido, varios analistas de la agricultura expresaron, Bautista: “Es necesario evitar que el tipo de cambio real se sobrevalue a fin de asegurar la competitividad en cuanto a precios de la producción de bienes agrícolas comerciales. Esto requiere que las restricciones a las importaciones que protegen excesivamente la industria nacional sean liberadas y que se mantenga un equilibrio comercial sostenido". (4)
En plena época aperturista, varias regiones, en especial el Valle del Cauca, veían con preocupación los malos resultados de éstas políticas; cita Rojas G., (1990) “Convierte a una zona altamente eficaz en productora costosa de alimentos y materias primas.
Por lo tanto lesiona gravemente el crecimiento de la agricultura, pues los restringe virtualmente, al dinamismo del mercado interno. De paso, limita la posibilidad de generar o ahorrar divisas, para el pago de la deuda externa.
Así misma es fuente de conflictos entre productores primarios y procesadores agroindustriales y consumidores, que llegan a considerar que los precios internos superan a los internacionales y a su disposición a pagar.
Por implicación, con el fin de mejorar la rentabilidad social neta, debería haberse producido una reasignación de los recursos –tierra capital y mano de obra– de actividades socialmente ineficientes como sorgo, algodón y maíz hacia tabaco, fríjol y arroz, que lucen más eficientes.
El Estado en nombre de la sociedad debió haber tomado la iniciativa, mediante la utilización de instrumentos como la inversión, el crédito, la investigación, la asistencia técnica y otras herramientas de política fiscal que estimulan al sector privado a llevar a cabo la reasignación.
Reasignación factible desde varios puntos de vista. Como discutimos después, los recursos agrícolas del Valle, no son sólo muy versátiles sino que la rentabilidad privada de la producción recomendada es relativamente más alta. No obstante, la observación acerca de la disponibilidad limitada de tierra fangosa para la producción de arroz y de la inconveniencia técnica y económica de desplazar tierras de buena calidad hacia este cultivo, tiene validez y debe ser evaluada con cuidado, en la planificación del cambio sugerido”. (5)
El problema estructural de la Agricultura, radica principalmente, porque el factor de producción es limitado por la tierra. En el caso de los que se encuentran mejor ubicados, tanto en fertilidad como en extensión, las sobreganancias serán permanentes por el producto y/o arrendamiento, que en gran medida resulta como una renta agraria.
La resignación permanente de muchos productores colombianos a inicios de la apertura, se debía a los altos costos de producción que los perseguían desde varios años atrás y que con las medidas aperturistas, se registran en general, incrementos superiores a los precios domésticos e internacionales. Costos que no sólo tienen su origen por el lado de los altos precios de los insumos y bienes de capital utilizados por los agricultores, lo mismo que por la revaluación cambiaria, sino también debido "al debilitamiento de los programas de transferencia tecnológica" (6)
Ya llevamos más de 20 años con la preocupación agropecuaria, en cada gobierno de turno las promesas son las mismas, incrementar el proteccionismo por medio de altos subsidios, aranceles de importación, ayuda técnica por las entidades correspondientes del Estado etc.
Más de 20 años en los cuales la tierra colombiana es fértil por bondad, mientras se habla de globalización en el norte, recién empezamos a ver los daños profundos del neoliberalismo.
La política tradicional sigue defendiendo la política económica saturada por manos extranjeras, culpan la quiebra del campo de que es “una falla estructural”, dicho por el mismo Gaviria.
El portento del campo colombiano es admirable, resultado del empuje, sentimiento de patria, el característico gen de trabajo que nos identifica, y en parte del conformismo (obligatorio) que ha creado el mismo gobierno, inquieto por mantener una baja inflación dejando a un lado los principales sectores de la economía y –manipulando las principales cifras– del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE).
Hemos mirado dos décadas atrás, una sacudida a la memoria, vivimos en el tercer país más desigual de Latinoamérica, el Paro Agrario Nacional del 2013 fue un grito del pueblo a las políticas neoliberales. Los TLC’s firmados inconscientemente son el nuevo hit que el FMI y el BM le han aconsejado a los países de la periferia.
El Paro Agrario realizado el pasado 28 de Abril en Colombia y que hoy continua, es una clara respuesta de que el gobierno no cumple sus promesas, es admirable la demagogia del Presidente y hoy candidato a reelección, ministro del gobierno que tergiversó la apertura económica del país, en más de 20 años lo único que conoció fue el campo cafetero con sus amigos de la Federación Nacional de Cafeteros, por allá en los años ’70.
Con el campo quebrado, con la deuda externa inalcanzable, con el desempleo real por arriba del 12%, con falsos positivos impunes, con un próximo TLC con Corea y con una ansiosa venta de ISAGEN… es lo que la “mermelada”, familias en acción y pueblos pusilánimes por paramilitares tienen que reelegir.
Colombia tiene que industrializarse para una buena apertura económica, existen muchos sectores quebrados, la economía nacional no tiene una base verdadera, recordemos que el crecimiento agrícola es limitado y el Banco de la República no se puede dar el lujo de seguir jugando con la devaluación de la moneda para incrementar los ingresos vía rentas y las exportaciones.
1. Citado en Maya, op. cit., p. 33.
2. MAYA, G. 1992. Las exportaciones agropecuarias y la apertura económica.
3. Banco de la Republica, 1990. "Evoluci6n de la Tasa de Cambio Real". Revista del Banco de La Republica (Separata), N~ 748, p. iv.
4. BAUTISTA, 1989. op. cit., p. 99.
5. ROJAS, Gentil, 1990.”Ventajas comparativas en la Agricultura del Valle” Boletin Socieconómico, Univalle, N° 20 P. 72
6. Gremios agropecuarios, 1990. "Por una política agroecon6mica por la paz", editado por la SAC, 1990, op. cit., pp. 10-11