Una pequeña casa en el popular barrio San Nicolás de Cali era todo lo que tenían cuando empezaron su negocio Domingo Spataro Napoli y su esposa hace más de sesenta años. Habían llegado provenientes de Argentina y empezaron con un taller de confección de camisas para niños. El negocio avanzaba prospero, pero la muerte de uno de los hermanos de Domingo se atravesó en el camino.
Sin embargo la vena empresarial estaba sembrada en la familia y en 1964 dio frutos cuando Humberto, uno de los hijos de Domingo, resucitó la fábrica. Comenzó a producir camisas para hombre y logró el salto que necesitaba cuando la marca Cady le contrató en 1972 la fabricación de sus prendas. Alfonso y Julio, dos de sus hijos se vincularon a la empresa.
La década de los 90 fue una gran década para el negocio y la calidad Spataro Nápoli llevó a los Spataro a empezar a coser para grandes marcas como Arrow y Manhattan y se pusieron como meta comenzar a exportar su mano de obra.
Hoy en sus maquilas se fabrican camisas de marcas como Vélez, Roland, Totto, Bossi e incluso una de las indumentarias formales que usan los jugadores del Real Madrid.
La pandemia del COVID-19 los tomó, como a todos, por sorpresa. Spataro Nápoli tuvo que apagar sus máquinas el pasado 24 de marzo y enviar a sus 700 empleados a sus casas, sin dejar de pagarles. Julio Spataro, quien es el actual gerente, se propuso no despedir a nadie, aunque el efectivo no le alcanzaría más allá de un par de quincenas. Debía dar un viraje.
A través de una convocatoria de la Cámara de Comercio de Cali conoció a quienes serian sus nuevos socios en la aventura empresaria planteada por el COVID-19. Juan Nicolás Hernández, gerente de Desknza, fabricante de productos para el bienestar y la salud como cojines o almohadas ortopédicas invitó a Spataro a acompañarlo en su plan de confeccionar trajes de bioseguridad; estaba fabricando el primer molde encargado por uno de los laboratorios del país que se ocupaban de las pruebas.
Conscientes de sus limitaciones para escalar la producción buscaron a un empresa más especialzada: Mainco Health Care, una empresa productora de dispositivos médicos. Apareció en escena su gerente Janeth Moreno quien vio una oportunidad en la alianza. El momento era perfecto dada la exigencia del Minsiterio del trabajo a las ARL para forzar a las empresas a asegurarles trajes de bioseguridad a los empleados. Encontraron en Suramericana el complemento perfecto para poner a andar los motores de la cosedoras y cortadora. Cuentan con un contrato para realidazar dos entregas semanales hasta junio.
La fábrica de Spataro Nápoli maneja un protocolo estricto: dos turnos por día, desinfección antes de que lleguen los trabajadores y después de que terminan, aspersiones constantes y tomas de temperatura regulares, condiciones que supervisa Mainco.
El camino de producir elementos biomédicos que han empezado a recorrer igual que casi un 10% de las empresas de confección, no es fácil porque el mercado, a pesar de las necesidades de enfrentar el COVID-19 es limitado. La reactivación real del sector manufacturero solo se empezará a medir con la apertura de algunos comercios que empieza este 11 de mayo y que son los compradores naturales de sus confecciones.