En diciembre de 1988 José Ordoñez no se cambiaba por nadie. Acababa de ganarse diez programas seguidos de Los Cuenta Chistes, la sección estrella de Sábados Felices. Al ser el amo y señor de ese año la producción no sólo lo contrató como humorista estable, sino que le regaló un carro, un Renault 9 nuevecito. A los seis meses toda esa felicidad se convirtió en amargura. El auto se lo robaron con una plata que había ahorrado y quedó de nuevo con una mano adelante y otra atrás. Se deprimió horrible y peleó por primera vez con Dios. Ese mismo año, por intermedio de Yasmith, la mujer que cambiaría su vida, empezaría a acercarse a Dios.
Bumangués de pura cepa, llegó a contar chistes gracias a su papá, un latonero que era capaz de mantener en vilo a sus compañeros de taller contándoles historias que súbitamente se convertían en chistes. Las sesiones de Don José tenían cierto grado de rigor y, si nos apuran, de profesionalismo: siempre que contaba un chiste era de su entera autoría. Por eso el primer maestro que tuvo Junior, nombre con el que conocían en su casa al comediante, fue su papá
Y confiaron tanto en él que en la casa le respetaron su deseo de ser comediante y por eso estudió hasta tercero primaria, y en 1982, cuando tenía 14 años, que hace sus primeros libretos para radio. Cuando se presentó en 1987 a Sabados Felices, a los 19, ya tenía el bagaje y se sabía todos los trucos. Sin embargo no estaba preparado para perderlo todo a los 20. Se repuso, siguió peleando y lo consiguió.
A la medida de su tenacidad fue la de intentar romper un record: el del hombre que duró más tiempo contando chistes. El 28 de diciembre de 1993 contó durante 24 horas chistes. Colombia no durmió. Aún recordamos los mayores de cuarenta lo maravilloso que fue, las fiestas ese amanecer de viernes en Colombia se paralizaron sintonizando Caracol Radio. Se hablaba del suero que debía tomar, de a qué horas iba al baño. Incluso se temía de que fuera a sufrir un colapso. Entonces sacamos de donde no había cuadernos para anotar todos los chistes. Fue el tema de conversación la maratón histórica. La fama fue tal que el joven comediante hizo su prueba en Uruguay donde alcanzó a durar 36 horas. Varias veces rompió su propia marca, la última fue en el 2014 cuando hizo 90 horas seguidas: más de tres días ininterrumpidos contando chistes frente a un micrófono.
Fue tal la fama de Ordoñez que aceptó la propuesta de tener un programa propio, Ordoñese de la risa, en donde hacía de todo, producía, dirigía, escribía y actuaba sus chistes. Y lo logró. Sus problemas con el alcohol los pudo solucionar gracias a su fe en Cristo y de esos tiempos sólo le quedó lo solitario que es ya que afirma fluir y escribir mejor si está completamente solo. Es estricto con sus hijos aunque, por lo general José Ordoñez, quien vive en Miami desde hace 10 años, es un bacán que suele resolver los problemas de la casa a punta de risas.
Pero, sobre todo, José Ordoñez, es un hombre de fe, un pastor que ha encontrado en Miami su publico y que en internet es capaz de soltar las más contudentes sermones. Al principio, la misma iglesia Casa sobre la roca, del pastor Darío Silva, le pedía que dejara de usar chistes a la hora de dar su sermón. Se sentía incómodo, despersonalizado, falso. Pero poco a poco se fue tomando confianza y decidió darle rienda suelta a la creatividad. Volvió a ser él. Y, por eso, ver un sermón de José Ordoñez, así no se crea en Dios se disfruta porque una de las cosas que mejor se le da a Ordoñez es hablar. Un pastor suigeneris, un hombre fuera de lo común, un santandereano que nunca perdió su sello. Bienvenidos a la palabra de José Ordoñez: