El proceso de paz con las Farc va a ser un éxito. Para las postrimerías del 2016, esperamos tener unos 7.500 guerrilleros iniciando su proceso de reintegración a la vida civil. Hasta los escépticos del proceso de paz son conscientes de esta realidad. De exigirle al Presidente que se levantase de la mesa de diálogos, hoy sus opiniones se limitan a meros reparos frente a los términos del acuerdo. Entre estos, se encuentra la aversión a la idea de que los guerrilleros reciban una especie de salario luego de desmovilizarse.
Para muchos es inaudito que un guerrillero, que tantos delitos ha cometido, sea premiado por el gobierno de tal manera. Algunos han llegado a difundir cifras infundadas ($1,800,000 pesos mensuales) que no hacen más que engañar y confundir a la población. Sin embargo, no es de extrañar que se esparzan patrañas sobre el proceso de paz. Es una consecuencia indefectible de negociar a puerta cerrada.
Lo que sí es preocupante es que la gente ignore que desde hace 25 años, los desmovilizados de los distintos grupos ilegales han percibido sueldos temporales pagados por el Estado. Para mayor inri, unos 18,000 desmovilizados individuales de las Farc, más del doble de los que se van a desmovilizar próximamente, llevan años disfrutando de los beneficios pecuniarios de la reintegración.
Me explico. Si contamos desde las primeras desmovilizaciones en los años noventa, usted ya convive con, a grosso modo, 68 mil ex combatientes reintegrados o en proceso de reintegración. Esto es alrededor de nueve veces el número de personas que integran hoy las filas de las FARC.
Todos estos ex combatientes han recibido un sinfín de beneficios jurídicos, psicosociales, educativos, laborales y económicos. Sin embargo, usted no se ha visto afectado. Muchos de ellos han salido adelante, con auxilios del gobierno, estudiando, montando negocios propios con créditos estatales o trabajando en empresas comprometidas con los reinsertados y usted ni lo ha notado. Lo que acontece, es que tal vez usted no está relacionado con esta historia, y cree que es una idea loca más del presidente para alcanzar la paz. No obstante, esto lleva años sucediendo.
En 1991 se desmovilizaron cinco guerrillas: el M-19, el EPL, el PRT, la CRS y el MA-QL. 3,287 personas se reintegraron en total. De esos, usted seguramente reconocerá unos cuantos líderes políticos (pista: uno es senador del Centro Democrático). Todos lograron reintegrarse exitosamente. Lo que usted tal vez no sabe es que las distintas guerrillas lograron acordar ciertos beneficios: auxilios (sueldos) de $75,000 pesos mensuales por seis meses (cuando el salario mínimo en 1992 era de $65,190), créditos para proyectos productivos de entre $1,500,000 y $4,000,000, entre otros. ¿Fue esto la hecatombe? No lo creo.
En 1997 se introdujo el marco legal para las desmovilizaciones individuales. Los beneficios económicos para esta modalidad fueron muchos más generosos, espoleando una especie de boom de desmovilizaciones entre 1998 y el 2003. Más de 2,000 guerrilleros de las Farc, para un total de 3,705 combatientes, dejaron las armas, pasando a recibir auxilios (sueldos) de un salario mínimo de la época por 18 meses. Habían tantos “paquetes” de beneficios, que los estipendios podían llegar hasta los dos salarios mínimos mensuales. Seguramente, mientras se negociaba en el Caguán, muchos objetaban los beneficios para la guerrilla en la mesa de diálogos sin percatarse de que esta los recibía, literalmente, por debajo de la mesa, desmovilizándose individualmente. Sí, desde hace mucho los ex guerrilleros reciben sueldo, por varios años, del Estado.
Llegó el proceso de Justicia y Paz y se desmovilizaron 35.314 paramilitares de las AUC y varios miles de guerrilleros más se acogieron a la ley. En los “Hogares de Paz” recibían, además de todas las dotaciones necesarias, un auxilio (sueldo) equivalente al 60 % de un salario mínimo del 2005 por tres meses, y durante los dos a siete años que dura el proceso de reintegración, recibieron auxilios (sueldos) de entre $150,000 y $510,000 mensuales (cuando el salario mínimo en 2006 era de $408,000), condicionados a que se capacitaran, estudiaran y asistieran a talleres psicosociales. De igual manera, el Estado desembolsó entre dos y ocho millones de pesos para el financiamiento de los proyectos productivos de miles de desmovilizados. ¿Alguien se opuso a la generosidad de Uribe? Claramente no. Esto era parte de la “seguridad democrática”.
Hoy sucede algo similar a lo del Caguán. Desde que comenzaron los diálogos de paz en el 2012, unos 4,000 miembros de las Farc se han desmovilizado individualmente, recibiendo estipendios mensuales de $230,000 por parte del Estado. ¿Por qué la gente se opone a que reciban este sueldo los 7,500 que quedan y no estos 4,000 que ya lo están recibiendo?
Según la ACR, es tres veces más costoso meter a un guerrillero a la cárcel que reintegrarlo. Es más, mientras la probabilidad de reincidencia de un ex convicto está entre el 30 % y el 40 %, la de un reinsertado es menor al 15 %. Aún con estos “salarios” que debe desembolsar el Estado para reintegrar a una persona, los costos de la guerra superan con creces a las inversiones de la paz.
Artículo tomado del portal Huérfanos Políticos
@TorresJD96
