No es un secreto que el mandato del presidente Iván Duque significa todo un retroceso en los pocos y luchados avances que ha podido lograr Colombia durante toda su historia como República.
El gabinete de Duque es territorial, como el perro que impone la orina en el poste donde hace poco orinó otro perro y luego no deja que ningún perro macho entre al parque; territorial como el león cuando irrumpe en una manada y mata a los leones machos y a los cachorros para no dejar huella del rey león que gobernó antes.
Esa jauría de ministros, asesores políticos, etc..., quieren borrar todo decreto, toda ley, cualquier evento de sus antecesores, y demostrarle a todos los colombianos que la tesis de la “economía naranja” es la única que puede conducir a Colombia a ocupar un puesto en la lista de los “países desarrollados” o de los “países del primer mundo”.
Eliminar los subsidios de servicios públicos a los estratos 1, 2, y 3; objetar la JEP; suspender los diálogos de paz y no avanzar con la implementación de los acuerdos de paz de La Habana, entre otras, son algunas decisiones que, como país polarizado y usurpado que desafortunadamente somos, nos costó mucho tiempo sacar adelante. Y ahora estamos volviendo a las tesis económicas y sociales de la realeza española que nos ultrajó durante tantos años.
La llamada “Ley de financiamiento” es un eufemismo que Duque, junto al polémico ministro Alberto Carrasquilla, le dieron a la reforma tributaria. Esto con el fin de darle mejor estética para que fuera bien recibida por los colombianos. Esta reforma tributaria llegó con un aumento exagerado, y un poco ridículo, del IVA a la canasta familiar y a casi todo lo que tuviera precio. La “Ley de financiamiento” fue aprobada, pero muchos de los polémicos artículos, como gravar la canasta familiar, los tuvo que retirar Carrasquilla.
Otro eufemismo que recientemente está en boca de todos los colombianos amantes de la paz, es el supuesto “cerco diplomático” de Duque. Este se popularizó luego de la entrevista al medio de comunicación Voz de América. “Cerco diplomático” es una bella manera de decir que la solución a la crisis en Venezuela es la intervención militar estadounidense, camuflada en ayudas humanitarias, como lo hizo Estados Unidos en Nicaragua en el año 1986 cuando armó a los rebeldes de esa época; como lo hicieron los griegos para entrar en territorio troyano.
Puede que el Congreso apruebe la entrada de 5.000 tropas extranjeras, ya que el partido de gobierno es mayoría en el Capitolio. Si no lo hace, está la excusa “cerco diplomático” y “ayuda humanitaria” para permitir esta acción, y que quede comprobado que la “economía naranja”, junto al eslogan “El futuro es de todos”, es lo que necesita el continente americano para que desaparezca el mal llamado “socialismo del siglo XXI”, sin importar cuántas vidas se lleven por delante.