La familia Estefan no tenía entre sus objetivos ser hoteleros. Ellos eran constructores. Su gran negocio entre la década de los 70 y los 80 fue hacer edificios y meterse en proyectos de ingeniería y arquitectura en todo el país con la constructora Cemco, de propiedad de los hermanos Camilo y Abdón Estefan.
Fue precisamente la construcción de un de sus mejores y más grandes edificios, los que los llevó al mundo de la hotelería y el turismo. Antes de que los años 80 aparecieran, Camilo Estefan, el más visionario de la sociedad, luego de una correría por varios países llegó a Colombia con una idea clara: montar en Colombia un gran edificio empresarial con la franquicia del World Trade Center.
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Para poder ser respaldados por la gigante marca neoyorquina, esta les exigió a los colombianos no solo con el edificio empresarial, sino que además deberían contar con un hotel de lujo y club privado.
Después de convencer a su hermano Abdón, Camilo Estefan hizo lo mismo con varios inversionistas que le apostaron al negocio. El World Trade Center de Bogotá empezó a levantarse en 1983. Lo levantó la constructora de los Estefan. Fueron cuatro torres, una pegada a la otra. Un par de años después, con el edificio ya en pie, Camilo Estefan había logrado su ambicioso objetivo, tener uno de los edificios más importantes de Bogotá y ser parte de la red World Trade Center, una de las redes empresariales más grandes del mundo, con sede en más de 200 ciudades y afiliado a unas cinco mil empresas del mundo.
Para cumplir con las condiciones les exigieron los norteamericanos, los Estefan construyeron al lado de las torres el club Ateneo y el hotel Bogotá Royal, este último lo levantaron en sociedad con la cadena Hotelera Cien Internacional. El Royal de Bogotá que hicieron junto a las blancas torres del World Trade Center fue el primer paso de los Estefan en la hotelería, un negocio que entendieron bien; tanto que unos años después se convirtió en la renta más importante de la familia. La construcción del World Trade Center fue la primera piedra de los Estefan en el negocio del turismo y la entrada de Colombia en la línea de hoteles especializada para ejecutivos, empresarios e inversionistas. Ese fue el modelo en el que siempre trabajaron los Estefan y su cadena de Hoteles.
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Tras la muerte de Camilo Estefan, el economista y administrador de empresas Abdón Estefan se quedó al frente de los negocios familiares. Fue en sus manos en las que el negocio que inició su hermano se hizo grande, especializando su marca en hotelería para ejecutivos y empresarios. Junto a Abdón Estefan creció también como empresario y líder en el negocio su hijo Alejandro Estefan, formado como economista en Madrid, España, quien se formó primero como ejecutivo en la cadena de hoteles Radison y luego entró al negocio de la familia como director corporativo de negociaciones, también fue gerente corporativo de negocios de la cadena, en la que terminó al frente de la compañía como gerente corporativo financiero y de negocios, cargo que asumió con la venia y guía de su padre, quien le dio todo el campo para liderar la empresa y se quedó como presidente de la junta directiva del grupo empresarial.
Dos décadas después de haberse fundado la cadena Royal ya tenían presencia en 11 países bajo la poderosa marca de hoteles Rádison, que los Estefan representaron. Además, la marca Royal también compró hoteles de un hotel en Ecuador y seis más en Chile, que se unieron a los 15 Royal en Colombia, 10 de ellos en Bogotá.
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En 2014, cuando el turismo en el país se estaba debilitando y el negocio no iba bien, se empezaron a sonar importantes movimientos dentro del negocio de la hotelería en el país. Por aquel año la familia Santo Domingo le pagaran al argentino Lucio García 500 millones de dólares por la cadena Decameron que había fundado 25 años atrás, en 1987, y se quedaran como reyes del turismo en Colombia con 27 hoteles, 13 de ellos en Colombia y 14 más en 14 en México, Jamaica, Perú, El Salvador, Ecuador y Panamá.
Fue también por aquel año, aprovechando los bajos números del negocio en el país, que la empresa española NH mostró sus cartas para quedarse con los hoteles de la familia Estefan. Alejandro Estefan también destapó sus intenciones de vender el negocio familiar.
La negociación duró cerca de un año. En febrero de 2015, después del millonario movimiento de los Santo Domingo dentro del negocio, la otra gran noticia dentro del mundo hotelero fue la venta de la cadena Royal, una de las pocas cadenas colombianas que quedaban en manos de hoteleros puros.
La compra de Royal por parte de los españoles fue por 75 millones de dólares. El negocio inicial fue por el 81% de la compañía. Mientras que el restante seguía en mano de la familia fundadora, que le entregó todo el control y los cargos directivos a los españoles que en ese momento presidida en su momento por el español Rodrigo Echenique, quien lideró el negocio con los Estefan.
Con la millonaria compra, que estaba dentro de un ambicioso plan de expansión en América Latina, la cadena española NH, fundada en 1978, pasó a gestionar 57 hoteles y más de 10.000 habitaciones en América y más de 300 hoteles en el mundo. Con la venta de Royal Alejandro el patriarca Abdón Estefan dio un paso al costado en le negocio luego de que los españoles le relevaran de la presidencia de la compañía. Alejandro Estefan también perdió su puesto como gerente financiero y pasó a ocupar el cargo de director de proyectos para América, en el que solamente se quedó tres años. En 2017 renunció y aunque se salió del negocio del turismo hoy está como gerente de Real Estate & Hotels Advisors, una empresa dedicada a la asesoría en la venta y compra de hoteles en el mundo.