Cuando uno escucha “espantajopos”, no le cabe la menor duda de que el término viene de la Costa Atlántica, y si trata de deducir su significado se comienza a imaginar que se refiere a un mal amante, o alguien más feo de lo normal “allá”(porque eso bonito no es, ni en sus mejores circunstancias. Tiene su encanto, pero al Creador se le olvidó la belleza en tan sensible parte del cuerpo). Sí, no habría por lógica ni que consultar el diccionario. Pónganse a pensar: “espanta” quiere decir en términos sencillos que asusta,y “jopo” es el término más costeño para referirse a esa parte media del cuerpo donde la espalda pierde su noble nombre: me perdonan, el culo. Qué pena, pero si digo derrière, pompis y demás términos alusivos, comienzo a configurarme en espantajopos y ya van a entender porqué.
El espantajopo es ese arribista, que vive de las apariencias; del qué dirán; que está siempre a la moda desde la gorra hasta las chancletas; que se conoce lo mejor de lo mejor en todo; va a los mejores restaurantes; tiene cuenta en todas la redes sociales y publica lo que come, compra y viaja; que tiene teléfono inteligente, usa WhatsApp y tiene Pin de Blackberry pero vive enculebrado. Es lo que en mi época conocíamos como fanfarrón, fantoche, grotesco, presumido y hasta lobo.
El término viene exactamente de Barranquilla, donde se definen como los reyes del “espantajopismo”, aunque también se usa en Bogotá. Como con seguridad no iba a encontrar el tema en enciclopedias, acudí a mi amigo Google donde aparecieron el “Manual para ser un perfecto espantajopo” y el “Máster para espantajopo”, publicados en El Heraldo por el bloguero Antonio Guzmán. Y antes de que mis amigos costeños, a quienes quiero montones, me caigan encima, no lo digo yo; lo dicen los propios curramberos.
Pero las “afortunadas y bendecidas” no se quedan atrás. Encontré un artículo en una publicación chilena titulado “Las bendecidas colombianas que muestran escotes y tangas en nombre de Dios”. A lo que se refiere puntualmente es a mujeres que publican selfies donde muestran de manera evidente y exageradamente sensual sus atributos, y a su vez los acompañan con mensajes espirituales donde nombran al Dios en que creen como autor de todas sus "bendiciones". Pero a diferencia de Chile, en Colombia la connotación es peor. Aquí se dice que ellas van a lugares exóticos o muy costosos y son adictas a las selfies o a que les tomen fotos para publicar cuán “afortunadas y bendecidas” son. ¿Han visto en las redes a mujeres sexys posando en bikini, al lado de un Mercedes Benz convertible y como fondo el Burj Al Arab de Dubai (primer hotel siete estrellas, con forma de vela y el más caro del mundo)? Esas son, solo que la bendición la tienen claramente ubicada porque son prepago. Como el chiste criollo de la hija de hogar humilde que comienza a llegar con ropa, joyas y elementos de lujo, y siempre le dice a la mamá que se los ha ganado en una rifa, hasta que un día la mamá le dice: ¿Y para dónde vas? Ella le responde: “Para una rifa, ¿por qué?”. “No mijita es para que se lave bien la boleta”…
¡Feliz resto de semana y sigan disfrutando el mundial!
