Basta con montarse en un taxi en Santa Marta para constatar el apoyo que tiene entre las clases populares Carlos Caicedo. Tanto como alcalde de Santa Marta, como gobernador del Magdalena ha sido identificado como el paladín que se enfrentó al poder tradicional del departamento reflejado en familias como los Cotes.
Desde el pasado 19 de agosto el cerco sobre Carlos Caicedo se ha cerrado. Desde ese día habría dejado el apartamento por la presión que le impusieron grupos como los Pachencas, compuesto en su mayoría por hijos de Hernán Giraldo, el temible comandante del bloque Tayrona mejor conocido como Taladro, quien tiene en su prontuario despojar y asesinar a cientos de personas, además de haber violado a más de 200 jovencitas en toda la Sierra. Pero, tal vez lo que más lo sorprendió, fue la acusación que le hizo José Gregorio Rojas Mendoza, reconocido por su apodo de Yoyo.
En marzo del 2002 era el segundo comandante del Bloque Norte Frente Resistencia Tayrona. Era el hombre que manejaba los cobros de oficina: chantaje, boleteo, y préstamos gota a gota bajo un interés desproporcionado. En el año 2008 se sometió a Justicia y Paz. Allí confesó todo. Uno de los crímenes podría implicar a Caicedo.
Según testimonio de su sicario de confianza, Willinton Mora Buenaver, habrían recibido por orden de las directivas de la Universidad del Magdalena, asesinar al decano Roque Morelli Zarate por orden expresa de Caicedo, quien, según el sicario, se reunió en junio de 2002 en el conjunto residencial Bavaria, donde vivía en ese momento. Estaba asustado porque Roque Morelli iba a investigar unos contratos que Caicedo, quien era rector en ese momento, había gestionado sobre el mantenimiento de la cafetería y otros estamentos de la Universidad. Para evitar la investigación le pidió a Yoyo que asesinara al decano.
A esta denuncia, que cobra peso con el paso de los días y que podría terminar con él en la cárcel, se suman los dos temibles grupos que lo quieren muerto.
Los Pachencas
A Hernán Giraldo se le conocía en la Sierra con los apodos de El viejo o El Tigre, pero el que más disfrutaba era el de Taladro, el sobrenombre que se había ganado por su voracidad sexual. Nacido en 1948 es aún, según su abogado, “un campesino de corazón, el tipo de persona que quiere levantarse de madrugada y trabajar la tierra bajo el sol”. Para el portal Verdad Abierta este hombre dejó una estela de 67 mil víctimas en la Sierra Nevada y sus alrededores y más de 200 jovencitas violadas. Nadie sabe lo cerca que estuvo Giraldo de cumplir su gran sueño: formar un ejército, un cuerpo élite compuesto solo de sus hijos, producto de las violaciones. Estuvo a punto de lograrlo.
El número de hijos con el que pobló la Sierra variaba según los informes presentados hasta ahora. La cifra que más parecía ajustarse a la verdad era la de 38 hijos. Según el trabajo de la investigadora Ana Salazar, que expondrá en el próximo Congreso Internacional de Ciencias Sociales que se llevará a cabo en París, la cifra superaría los 70 hijos.
Giraldo terminó extraditado pero su legado sigue vivo. Entre el 2006 y el 2018 han pasado 12 estructuras criminales en la Sierra Nevada de Santa Marta. Todas ligadas a la familia Giraldo y su Oficina Caribe fundada en 2005. En su orden: Grupo Especial, Águilas Negras, Los Mellizos, Bloque Cacique Arhuaco, Bloque Nevado, Los Paisas, Los Urabeños, la Oficina de Envigado, Los Rastrojos, La Oficina Caribe, La Silla y Los Pachencas.
Con la extradición de Elkin López, alias ‘Silla’, la guerra en la Costa Caribe está al rojo vivo. La Silla controlaba el 40% del tráfico de drogas que sale de Santa Marta; Los Pachenca controlan el 10% y el resto está en disputa entre el Clan del Golfo y otras bandas criminales.
Otoniel
Nacido en Necoclí el 15 de septiembre de 1971, el hombre que sería conocido dos décadas después con el alias de Otoniel, creció viendo plantíos arder, hombres revolcarse por el dolor de las balas. La guerra era su hábitat, su universo. Se crió en Nueva Antioquia juntó a sus once hermanos. A Juan de Dios fue el que siempre más admiró. Él era un hombre decidido, cuando tenía 16 años ya estaba en el monte, dando plomo con el EPL. Fue el jefe de cuadrilla más joven que tuvo esa guerrilla. Cuando el EPL se acabó a los Úsuga no se lo consultaron. Ellos no querían cambiar el mundo, tan sólo volverse ricos y la guerra aún no les había dado nada.
Otoniel se convirtió en el jefe de una de las bandas más temidas del país. Pasó por las filas de las autodefensas de Castaño y terminó creando su propio grupo armado, que es escurridizo y tiene cien cabezas. Ahora la guerra en Santa Marta es a muerte.
En Santa Marta han logrado sacar a varias bandas vinculadas al Clan de los barrios de la ciudad, una acción que le ha traído consecuencias al gobernador del Magdalena. Desde ese momento ha desplegado toda su furia contra la fuerza pública y contra políticos de la talla de Caicedo.
Caicedo hoy está fuera del país. A través del abogado Javier Galindo de la Comisión Colombiana de Juristas y el exalcalde de Santa Marta, Rafael Martínez, su gran alfil político, puso una denuncia ante la Comisión IDH en Washington y pidió medidas cautelares para su protección.
El gobernador del Magdalena tiene feroces enemigos que piden su cabeza, pero al mismo tiempo enfrenta una investigación que aún hoy pesa sobre su espalda. Sin embargo, Caicedo, más allá de señalar que el Clan del Golfo tiene un plan para matarlo a él, a algunos de sus cercanos políticos y a Gustavo Petro, solo apuntó a decir: “Hago responsables a Duque y a Uribe si las Autodefensas atęntan contra mi vida”.