Ocho horas bastaron para que las 40 mil boletas que se pusieron en preventa para el concierto de Bad Bunny en el Atanasio Girardot de Medellín se vendieran. Todos empezaron a preguntarse quién era el empresario a cargo del evento. Las miradas se detuvieron en Diomar García, el cucuteño cercano al narcotraficante Luis Pérez Mogollón, mejor conocido como el Pulpo, asesinado por órdenes del Cartel de Sinaloa en su propio restaurante llamado Spezia en octubre del 2012. Al concierto de Bad Bunny le sumó a su cartera otro artista de reggaetón, Karol G. Como sucedió en el caso de Bad Bunny, pues los conciertos se multiplicaron en otras ciudades de Colombia como Bogotá, la cantante de Bichota se cansó de vender boletas y tiene llenos asegurados.
Pero no sólo de reggaetón vive el hombre. El viejo rock está de vuelta con el regreso de Kiss a Bogotá. El empresario Alejandro Villaveces, presidente de Move Concerts y quien trajo en el pasado a Metallica y Rolling Stones, es el responsable. A eventos como el festival Jamming el empesario que se arriesgó fue Alejandro Casallas. La empresa Paramo, cuyo CEO es Gabriel García también arrasó con la presentación en noviembre de Dua Lipa. Después de la pandemia los conciertos se dispararon en Colombia.