Contra viento y marea ha tenido que luchar Petro para primero terminar su alcaldía, y ahora para poder lanzarse. Lo han acosado desde todos los lados, casi siempre los Conservadores de mente y/o bandera, esos que se despiertan con la canción del Macartismo todas las mañanas. Lo intentaron sacar, lo sacaron pero tuvieron que restablecer, y así será siempre, pues en este país se logró la satanización más absurda de todo lo que sea izquierda.
Incluso muchos de los petristas sabemos que no nos quieren. Sabemos que los medios y el complicado carácter de Petro han forjado una fama que logró opacar su desempeño como congresista (algunos recordarán, otros podrán imaginar a partir de lo que hace hoy Robledo). Además lograr dejar una estructura montada y funcionando, que haya ayudado a los pobres de los pobres, después del Samuelito... Y eviten argumentar que eran del mismo partido, que eso pasa en todo lado hay Kikos Gómez, Gordos García, Noños Elías... Hasta Pablo Escobar militó en las toldas rojas.
Petro tiene varios problemas: es mesiánico y es redentor. Como Uribe. Pero lo que motiva a Petro es diferente: no se le ve el asco, como a Peñalosa, cuando tiene que ir a Ciudad Bolivar. Empezando porque Petro no tiene que ir, sino que le gusta. Sus campañas han sido con las uñas, organizadas desde la base, desde los que sienten que vale la pena sacrificar $20,000 para contribuir. Y así logró llegar a la alcaldía. No sé si vaya a ser la gran panacea, pero creo que vale la pena intentarlo, apoyarlo como presidente. Por lo menos no nos cogerá a todos a coscorronazos. Así lo creo yo, y así lo creen también algunos de los que actualmente trabajan con Peñalosa, que no ha podido satanizarlo a pesar de lo mucho que se ha esforzado. Para la muestra, un botón.
No me sorprendería que diga el actual Alcalde que es una petrista que se robó una chaqueta, y que toda la foto es un montaje para hacerlo quedar mal. Con su cruzada, hasta podría decir que investigará y por allá salga una pobre señora capturada. Los montajes en Colombia son pan de cada día. Pero se siente bien ver que es capaz de expresar su voz, que su convicción la llevó a romper con los estándares implícitos. Señora desconocida, gracias.