El diálogo entre economistas de diferentes escuelas económicas siempre es difícil. En Colombia ha sido casi nulo. Los muchachos neoliberales creen que solo son “científicos” los economistas que adoptan los supuestos de que existe libre competencia en el mercado y que, si no interviene el Estado, esta competencia asigna de la forma más eficiente posible los factores de producción, maximizando el bienestar social. Otros economistas dicen que eso es utopía: existe competencia, sí, pero es entre monopolios. Los precios responden a estrategias competitivas, no a los costos de producción, por eso el bienestar social hay que lograrlo mediante regulación de los mercados y que el Estado tiene algún papel. Otros más, dicen que todo lo anterior es carreta, que los “equilibrios” de mercado son supuestos absurdos, que existen son mercados segmentados y desequilibrios dinámicos… y que los “científicos” en economía son funcionarios al servicio de las multinacionales en inglés, etc. Pero no abandonen la lectura que esto se pone bueno.
Creo que en el gobierno de Petro los economistas de diversas tendencias (ortodoxos neoclásicos, keynesianos, poskeynesianos, schumpeterianos, marxistas, neoricardianos, toda esa fauna, incluyendo los partidarios de políticas económicas estructuralistas, cepalinas, neoliberales (iguales pero distintos de los neoclásicos), institucionalistas, de la economía ambiental, ecológica, de neuroeconomía, etcétera), todas esas escuelas o algunas de ellas, al fin dialogarán. (Hasta el momento en Colombia el diálogo era solo entre la tropa neoliberal y de éstos con los empresarios). Todo porque economistas como Luis Fernando Medina Sierra y Luis Jorge Garay Salamanca, jugarán papeles clave con Petro, ya sea en el ministerio de Hacienda o en el Departamento Nacional de Planeación, entidad que recuperará el papel protagónico que perdió durante el uribismo.
De seguro a Petro lo presionarán para que nombre a un ortodoxo neoclásico, mejor si viene del sector bancario, como ministro de Hacienda, para darle “señales de estabilidad a los mercados”, a la manera de Boric en Chile o de Lula en Brasil. Los que así presionan, olvidan que el propio Petro es economista, pero no de esa escuela “científica” ortodoxa y de sus hijos putativos, los muchachos neoliberales.
Con las políticas económicas proteccionistas (cepalinas), las élites colombianas promovieron la industrialización intermedia de Colombia, desde mediados del siglo XX y hasta los años ochenta. Igual, intentaron el reformismo agrario que fue frustrado por el poder terrateniente en el Congreso, en particular durante el gobierno conservador de Pastrana, el de la sonrisa cruel (1970-1974). A pesar de los avances alcanzados en la urbanización, alfabetización y alguna modernización del Estado, Colombia no logró una inserción competitiva eficiente en el mercado internacional y terminó, en los años noventa, presa de una abultada deuda externa y una creciente inflación, sin modernización de su aparato productivo.
La historia económica de los años noventa se reduce a insuficiencia del modelo proteccionista para ganar en eficiencia productiva y generar empleo, consolidación de monopolios parasitarios del proteccionismo clientelista del Estado (con efectos perversos de inflación como forma de expolio de los trabajadores) y fuga del excedente económico, vía servicio de la deuda externa. Entonces los muchachos neoliberales impusieron su modelo: apertura comercial de choque, privatizaciones, desmonte de la política social universal y del reformismo agrario, etc. Los TLCs les ayudaron en el propósito. Creían que así atraerían inversión extranjera de punta y de paso la abundancia de mercancías importadas haría la vida, no sabrosa pero sí más barata, porque su enemigo es la inflación, no el desempleo. Como sabemos, ese modelo terminó reprimarizando la economía (carbón, coca, cobre, petróleo y productos donde tenemos la ventaja del clima, no del conocimiento) y generando un mundo de desempleo y subempleo, y más seis millones de migrantes.
______________________________________________________________________________
Montenegro y Hommes y Cárdenas y Echeverry del partido de la tecnocracia, se bajan del pedestal y reconocen como inevitable construir con los que leen a Piketty y no solo a Friedman
______________________________________________________________________________
De seguro Medina y Garay asumirán el reto de buscar otra forma de inserción de Colombia en la economía mundial, más allá de las “ventajas comparativas” extractivistas, innovando en tiempos de globalización, de mercados internacionales regulados (ya no tanto por la OMC) sino por las necesidades de adaptarse al cambio climático, y donde las ventajas competitivas no son naturales sino creadas, a partir del conocimiento, la innovación y la cultura. Como dice Petro, lo que tenemos es que aprovechar al 60% del recurso humano que está en la informalidad o el desempleo y necesita financiamiento, ciencia, tierra e instituciones (reglas del juego) que no lo castigue, y que el Estado no lo persiga por ser pobre, negro, indio, informal, raspachín, o estudiante NINI, que ni estudia ni trabaja.
Para lograr el nuevo modelo de inserción internacional de Colombia, Petro deberá poner a dialogar, por fin, a los economistas de diferentes canteras. Ya circulan videos donde Armando Montenegro y Hommes y Cárdenas y Echeverry otros del partido de la tecnocracia, se bajan del pedestal y reconocen como inevitable construir con los que leen a Piketty y no solo a Friedman.
Adenda 1: En 1991, en una reunión de trabajo en el piso 14 del DNP, cuando Armando Montenegro era director, Juan Luis Londoño le dijo, como para justificar la apertura comercial:
–Armando, hasta “muchachos” como Kalmanovitz ven bien lo de la apertura–. Yo lo miré retrechero (trabajaba en la División de Comercio Exterior). Por esa razón, siempre los llamo “los muchachos neoliberales”. Prometo no llamarlos más “muchachos”. ¡Tenemos que dialogar!
Adenda 2: Lo que más me gustó del debate de candidatos en El Tiempo y Semana fue:
–Fico: ¿Puedo rematar?
–Petro: Terminar, puede terminar.
Y agregó Petro:
–Lea Federico, lea.