Una rápida revisión a columnas de opinión, entrevistas y, en general, a las declaraciones de representantes de los sectores poderosos colombianos, demuestra que existe un consenso: la economía va mal y es fundamental hacer las transformaciones necesarias para retomar la senda de crecimiento que se ha perdido. Unos más negativos que otros, censuran al gobierno porque no está haciendo lo necesario para superar la desaceleración que es evidente, y ahora sí importa que la tasa de crecimiento de la población sea mayor que la del PIB. Es más, algunos de estos líderes señalan con profunda preocupación, que la serie de paros que enfrenta la nación son una expresión del descontento nacional y sin negar esta posibilidad, desconocen que el proceso de transición del conflicto a la paz, ha revivido la protesta como elemento fundamental de la democracia. ¿Será que a estos sectores que viajan tanto no les ha tocado ninguna huelga en París o en Londres?
Esta preocupación de los representantes de los sectores que manejan los hilos del poder es absolutamente válida; además, bienvenida su inquietud por la situación de la población sobre todo por los sectores más vulnerables de esta sociedad. Pero además del diagnóstico, es necesario ponerse realmente de acuerdo sobre posibles salidas. El cuento de las locomotoras que podría asimilarse a las llamadas bonanzas, no funciona. Caen los precios de los commodities y Colombia se resiente, como la mayoría de los países del mundo que no tienen una sólida base productiva, no sujeta solamente a los vaivenes de los precios internacionales. ¿O acaso se ha logrado que el boom del sector mineroenergético, hoy en el piso, lo reemplazara la locomotora de la infraestructura? La respuesta es no.
Lo que se necesita es que el sector rural y la industria
se reactiven
y esto no se logra sin romper las grandes barreras que existen
Lo que se necesita es que el sector rural y la industria se reactiven y esto no se logra sin romper las grandes barreras que existen. Y allí nacen las incoherencias de nuestros sectores líderes. Es imposible reactivar la producción del campo cuando la ganadería ineficiente tiene copada la tierra fértil de la actual frontera agrícola, y cuando los grandes terratenientes y la agroindustria han acaparado los baldíos que son para los campesinos pobres. Sin embargo, se arma la guerra de Troya cuando se trata de crear el Fondo de Tierras con 3 millones de hectáreas para los pobres rurales que viven en microfundios donde es imposible que se vuelvan productivos. Ceder sus grandes extensiones, algunas de hecho, lotes de engorde, es para ellos llevar a Colombia al castrochavismo. La hipocresía de sus reclamos es total: cambien todo mientras no me toquen mis privilegios. Incoherentes, por decir lo menos.
Algo similar pasa con el sector industrial que está muy mal. No les sirve la devaluación como tampoco les ayudó la revaluación, ni aún a los que importan materias primas. Tampoco les sirve que tengamos uno de los salarios mínimos más bajos de la región porque la mano de obra es un costo para la industria que desconoce su capacidad de generar demanda interna; esa que no es tan exigente con la calidad y que no fluctúa con los precios internacionales. Sus bajos niveles de competitividad que les impiden entrar a mercados internacionales, es culpa del gobierno que debería bajarles los impuestos y darles más subsidios, como los de los biocombustibles a los pobres azucareros y palmeros.
De nuevo, que el país cambie todo, pero sin tocar los privilegios que los grandes sectores industriales han tenido en un país con altos niveles de protección tanto para el agro como para la industria. Pero cuando se les anunció que el libre comercio les iba a exigir mucho, creyeron que era un ataque al neoliberalismo y se contentaron con ayudas personales o a algunos sectores. ¿Recuerdan Agro Ingreso Seguro?
Por favor, señores líderes de este país, sean coherentes. Claro que toca construir una base productiva sólida que nunca hemos tenido porque históricamente hemos vivido a punta de bonanzas. Y eso se acabó. Pero acepten que se requieren cambios para acabar con los privilegios que han tenido históricamente muchos sectores poderosos del país. No se quejen de la situación actual si no están dispuestos a ceder en algo.
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