En un pequeño local esquinero de Manizales nació en 1948 la “Fábrica de Dulces Superman”. Fundada por Federico Peters, reconocido empresario de origen libanés que desde niño desarrolló un paladar entusiasta por el dulce, su pequeño taller se concentraba en hacer chicles mentolados, turrones y bombones de coco.
La empresa tenía sólo 8 empleados cuando logró la creación de su producto estrella: Supercoco, un dulce que puso el negocio en la mira de todo el país y que terminó definiendo su nombre empresarial: Super. Se trataba de una receta familiar derivada de las cocadas que se comen en Cartagena, ciudad en la que vivió por muchos años Peters, pues fue este el puerto de entrada de sus padres a Colombia en los años 20 cuando llegaron a establecerse.
Supercoco empezó como una receta familiar inspirada en las cocadas del caribe colombiano. Foto: Archivo
La inmensa demanda de Supercoco que no paraba de crecer en restaurantes, hoteles, tiendas de barrio y supermercados, obligó a Peters y su familia a pensar más grande. Entonces tendrían que adquirir y estrenar su primera planta de gran escala en 1967, que estaría ubicada en todo el centro de Manizales.
Sin embargo, cansado del trajín de emprender una empresa de confitería, Federico Peters decidió vender pronto su legado. En 1979 un grupo de pioneros manizaleños adquirieron la fábrica y fue Don Emiliano Henao Mejía, un renombrado empresario caldense, quien tomó las riendas de la empresa. Diez años después, sería reemplazado por su hermano Felipe, quien hasta el sol de hoy funge como gerente general de Super Alimentos SAS, nombre que adquirió entrados los años 90.
Con los años por venir llegaron los barrilete, el big ben, el lokiño y la menta chao, primera menta masticable en el país, creados como apuestas de diversificación de los hermanos Henao Mejía al portafolio de Super, que en ese entonces se basaba casi exclusivamente en el fantástico Supercoco. Hacia 1998, la compañía dio paso a Bianchi, un tipo caramelo de leche relleno de chocolate, que se sintió como una innovación en los sabores cremosos de los dulces y que tuvo gran acogida en la infancia colombiana.
Entrado el nuevo milenio, la apuesta novedosa de Super fueron las gomas, industria a la que entraron pisando fuerte con sus famosas “Trululú”. Dicho estreno representó un choque de competencia con Aldor, que se especializa precisamente en las gomas de dulce.
Para conmemorar los 10 años de fundación de las gomas Trululú, la compañía inauguró en 2014 una nueva planta de producción a las afueras de Manizales con un evento en el que estuvo presente el expresidente Santos. Foto: Vía Twitter
De la ‘Fábrica de dulces Superman’, hoy solo queda el recuerdo. Sus plantas de producción actuales se extienden en 80.000 metros cuadrados y en estas trabajan más de 1.800 personas. Anualmente producen alrededor de 30.800 millones de unidades de dulces, los cuales se venden en 30 países de los cinco continentes bajo distintas marcas. Más del 40% del producido en confitería marca Super, se exporta. Sólo en Colombia, además, se consumen mensualmente casi 22 millones de Supercoco. Y las plantas ubicadas en Manizales y Cartagena producen hasta 2 millones de unidedades de Supercoco al día.
Por pandemia parte del proceso de reinvención en sus productos fue la línea Origami, de productos saludables que consisten en barras de avena y de cereal que han empezado a distribuir a la par de sus dulces, pero con una presentación y marca distinta. También sacaron Next, una línea de productos de consumo deportivo que consiste en barras energéticas altas en proteína y gomas con alto porcentaje calórico.
De acuerdo con las últimas cifras disponibles de la Superintendencia de Sociedades, al cierre del 2019 la compañía reportó ingresos operacionales por 196.856 millones de pesos, lo que representó un incremento de 3,26 por ciento frente al año anterior. Y aunque la pandemia recortó sus ventas en un 40%, la compañía tuvo razones para celebrar un año después: el aterrizaje por lo alto del Supercoco a Nueva York y Nueva Jersey, en donde empezó a distribuir, sobretodo, en mercados y tiendas de barrios ubicados en zonas de alta influencia latina.
A la conquista de Brooklyn y Queens llegó el camión cargado de Supercocos que, después de obtener las certificaciones federales, quedaron habilitados para ser repartidos por todo el territorio estadounidense. La compañía decidió empezar por Nueva York y Nueva Jersey. Foto: El tiempo
A vísperas de Halloween, la mejor fecha para las confiterías colombianas, Super prepara sus equipos de marketing para competirle a sus dos más grandes competidores, Colombina y Aldor, quienes también aumentan más de un 30% sus ventas durante estas fechas.
En Bogotá, 8 de cada 10 personas compran dulces durante Halloween. Un estudio elaborado por Fenalco Bogotá en 2018 reveló que 81% de las personas compra dulces durante la última semana de octubre. Un 37% de las transacciones se registra en almacenes de cadena, 28% en distribuidoras de dulces, 21% en minimercados y 14% en tiendas de barrio. El mismo informe mostró que los bogotanos invierten entre $160.000 y $190.000 entre disfraces, dulces y planes de celebración durante la temporada.
Pues bien, con un grueso portafolio de productos conocidos por los colombianos, Super Alimentos busca ganarse su lugar durante la ardua competencia entre confiteras durante los días de Halloween. Ante el imbatible Bom Bom Bun, el Supercoco se le metió al mercado en Estados Unidos y ahora busca quedarse con el mercado que la pone en el puesto número tres en venta de dulces en Colombia, después de Colombina y dulces Aldor.
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