El censo poblacional 2018 demuestra que las cifras de crecimiento poblacional para Bogotá están amañadas.
Es conocida la obsesión de Peñalosa con urbanizar la reserva van der Hammen y lograr cumplirle a los financiadores de su campaña, al punto de tergiversar a reconocidos científicos como Gary Stiles, Loreta Rosselli y Fernando Remolina para justificar esa enorme destrucción ambiental.
Pero la “marruña” de Peñalosa no está fácil. En los últimos 15 días ha sufrido dos golpes que lo tienen tambaleando.
El primero vino por cuenta de la magistrada Nelly Villamizar, del Tribunal Administrativo de Cundinamarca, que dejó sin efecto el fallo que había emitido el 10 de octubre, en el cual le ordenaba a la Corporación Autónoma de Cundinamarca (CAR) poner en marcha el proyecto que busca la construcción de más de 350 mil viviendas y la ampliación de 10 vías. En otras palabras, dejó el proyecto sin piso jurídico.
El segundo, y que tiene a la administración Peñalosa “patas arriba”, vino por cuenta de Juan Daniel Oviedo, director del Dane, quien le quitó el piso de crecimiento poblacional que estaba usando Peñalosa para justificar la urbanización.
El Dane ha demostrado que Bogotá tiene hoy 7.150.000 habitantes, llegando a 8.000.000 en 2030, y no los 8.181.000 que plantea la alcaldía, con una proyección de 9.300.000 en 2030. Estamos hablando de una diferencia de más de 1 millón de habitantes, base con la que Peñalosa busca justificar no solo la urbanización, sino obras de infraestructura y más TransMilenio.
Pero además, el Dane muestra que la mayor zona de crecimiento para el Área Metropolitana de Bogotá se concentra en el sur y suroccidente de la ciudad, área en la que debería concentrarse el crecimiento en la oferta de vivienda.
El sobredimensionamiento amañado de la población de Bogotá por parte de la alcaldía se enfrenta con la cruda realidad, realidad que tiene no solo en vilo el proyecto de la urbanización de una de las reservas más importantes del país, sino que le resta credibilidad al proyecto de actualización del Plan de Ordenamiento Territorial del distrito, que iba a ser presentado en el Concejo Municipal, pero por las mismas inconsistencias fue aplazado.
Peñalosa tiene la fuerza para seguir insistiendo en este negociado, aunque la razón esté del otro lado. Será la organización ciudadana, con razón en mano, la única que logrará frenar este despropósito urbanístico.