Cuando el coronel Nelson Dabey Parrado Mora llegó a comandar la policía en Nariño, el 22 de enero de 2020, prometió dar tranquilidad en la región. Seis meses antes, el 4 de junio, había llegado como comandante del Tercera División del Ejército, el general Marco Mayorga, un militar bogotano de 56 años, que lleva 32 con el uniforme.
El objetivo de los generales fue, ante todo, brindar seguridad y paz en el departamento, sin embargo, este 2020, además de ser crítico a raíz de la pandemia, ha sido uno de los más sangrientos para Nariño, un departamento que se convirtió en un infierno por cuenta del narcotráfico. Las tierras están invadidas de coca. Después de Norte de Santander es el segundo departamento con más matas sembradas, 36 mil hectáreas. Allí también se cruzan rutas transportando insumos y cocaína procesada para sacarla por las costas de Tumaco y hacia el Ecuador.
Pero particularmente agosto pasará como uno no de los meses más dolorosos para la región. En menos de siete días –del 10 al 17 de este mes– fueron asesinadas 16 personas, nueve de ellas en un solo hecho que hoy se conoce como la masacre de Samaniego. También fueron asesinados tres indígenas; y dos disidentes de las Farc fueron descuartizados, entre otros violentos hechos.
La situación es tan complicada que hasta la ONU ya mostró preocupación por la situación y pidió sea atendida de manera urgente. La violencia y las denuncias contra la fuerza pública por abusos tiene mal parados a los uniformados en esta zona del país.
Las 40 medallas y las 150 felicitaciones que le dan lustro a los 26 años en la policía de Parrado Mora, un general nacido en Bogotá hace 45 años, no se compadecen con los resultados operacionales en para proteger a los pobladores de Nariño.
Su experiencia como profesional en Administración Policial especializado en seguridad pública y con experticia en investigación criminal ha sido puesta a prueba en los abandonados municipios del sur colombiano donde no ha dado logrado controlar los grupos que los están golpeando.
Aun cuando las dos agrupaciones que generan mayor pánico en la región son las disidencias de las Farc y el Clan del Golfo, hay identificadas otras 12 que también buscan –a bala– control territorial: La gente del nuevo orden, E-30 Franco Benavides, Guerrillas unidas del sur, Los Cuyes, Los Contadores, Los nuevos delincuentes, Guerrillas unidas del Pacífico, Los de Sabalo, La Empresa', Eln, EPL y un grupo nuevo llamado 'Resistencia campesina'.
Coronel Nelson Parrado, comandante de policía de Nariño.
Cuando Parrado aterrizó en Pasto, a comienzos de este año, ya llevaba seis meses comandando militarmente de este departamento el general Mayorga, un soldado con siete diplomas colgados: administración de empresas, especialidad en docencia universitaria, curso de paracaidista, curso de sociología, diplomado de derecho internacional y DD.HH y uno de crimen transnacional. Academia que no lo certifica como estratega en operaciones en contra de guerrillas o manejo del narcotráfico, que son los dos más grandes problemas de la zona que está comando. Su perfil académico es más social que operativo.
General Marco Mayorga, comandante de la Tercera División del Ejército.
Mayorga ha tenido entre sus cargos el mando de unidades de respuesta militar como la Brigada Móvil No.1 y el comando de fuerza de despliegue rápido. Llegó a comandar La Tercera Brigada desde Popayán, de donde venía de ser el comandante del Comando Específico del Cauca, otro difícil departamento con problemas graves de orden púbico.
En la comandancia de la Tercera División del Ejército, que tiene a cargo los departamentos de Valle del Cauca, Cauca y Nariño, se evidencia inestabilidad. En menos de siete meses la dirección ha pasado por tres generales. Wilson Neyhid Cháwez Mahecha estuvo hasta noviembre de 2019, lo reemplazó Jorge Isaac Hoyos, quien a su vez fue reemplazado el 4 de junio de 2020 por el actual comandante Marco Mayorga, un militar bogotano de 56 años, que lleva 32 con el uniforme.
Frente a la situación, calificada por el gobernador, Jhon Alexander Rojas, como una de las peores crisis humanitarias que atraviesan, el general Mayorga envió 500 hombres a los municipios atacados. Para Mayorga la solución a la violencia no es llenar de soldados los territorios, en lo que coincide con el gobernador, para quien la salida al conflicto de Nariño debe ser por medio del diálogo.
El Gobierno se comprometió con Estados Unidos a erradicar 90 mil hectáreas de matas de coca al 2023. Foto: ministerio de Defensa.
Mientras la aspersión aérea de glifosato, para acabar con los cultivos de mata de coca, defendida por el Gobierno, está a poco ser una realidad, la erradicación manual de estos cultivos, que ha enfrentado violentamente a los indígenas y campesinos contra miembros del Ejército, busca eliminar hasta el 2023, como meta, unas 90 mil hectáreas de las 155.000 sembradas en todo el país.
Si no hay remesón en las comandancias, los generales Parrado y Mayorga son quienes deben dar respuestas contundentes contra los hechos violentos que están azotando el frío departamento de Nariño, donde la sangre seguirá fluyendo mientras sembrar coca sea la única opción que tienen los indígenas y campesinos para subsistir.
