¿Por qué los docentes están en paro?

¿Por qué los docentes están en paro?

"La profesión docente en Colombia continúa subsistiendo a la penumbra del Estado, al olvido de los gobiernos de turno, los cuales no van más allá del reconocimiento demagógico de la profesión ante los medios de comunicación"

Por: Mauricio Correa Tribin
mayo 28, 2017
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¿Por qué los docentes están en paro?
Foto: eluniversal.com.co

OBERTURA.

Una vez más el magisterio de Colombia sale a las calles, dinámica reiterativa durante toda su existencia como república y algo de extrañar para una nación que aspira en poco tiempo a llegar a convertirse en la “más educada de América Latina”. Estas líneas tienen como objetivo principal, contextualizar a la sociedad nacional sobre las razones del por qué, los docentes del sector público en Colombia, tomamos la decisión de realizar una pausa dentro de nuestras aulas para defender en las calles la educación pública nacional y la dignificación de la profesión docente.

PRIMER MOVIMIENTO: OPINIÓN PPUBLICA

Los primeros referentes que tenemos de docentes al servicio del Estado, datan de la segunda mitad del siglo XVIII, cuando por medio de la Real provisión del 5 de octubre de 1767 la Corona Española tomó la decisión de asumir la enseñanza educativa bajo su amparo, tarea que hasta entonces era controlada por la iglesia católica. Es así, como nace el “maestro de primeras letras,” el cual, desde sus orígenes, debió enfrentar el abandono y olvido por parte del Estado.

“(…) que apenas me alcanza para el sustento escasamente con el sueldo de cuatrocientos pesos dotados de temporalidades, sufriendo las necesidades de su desnudes: suplico con gran piedad de vuestra excelencia que, movido de este justo clamor, se sirva mandar añadirme del dicho ramo algún socorro de limosna lo que sea de su superior agrado; para poder seguir al servicio, y sufragar a las necesidades (…)”  (Martínez Boom y otros 1999).

Lastimosamente el “socorro de limosna” de los docentes públicos no termina con el nacimiento de la república. En 1917 se llevó a cabo el Primer congreso Pedagógico Nacional, el cual tenía como uno de sus principales objetivos, iniciar un proyecto donde se pudiese escalafonar a los “maestros de escuela” existentes en el país, identificados para entonces, como “seres infortunados que siempre vivían con hambre”.

Años después, en la segunda mitad del siglo XX las necesidades de los educadores continuaban siendo ajenas para el Estado colombiano. En el año de 1966 más de 300 docentes del departamento del Magdalena encabezados por Rafael Hernández, Juan Socarras y Cuqui Lacera, decidieron caminar hasta Bogotá para exigir el pago de sus salarios, los cuales no eran cancelados desde hacía diez meses atrás. Esta gran movilización fue conocida como la “Marcha del Hambre”, la cual ratifico una vez más, de manera contundente, que la carrera docente en Colombia es sinónimo de escasez y vulnerabilidad.

“A los maestros le pagaban con ron, (…) era el pago recibido por sus salarios (…) El lugar donde estaba ubicado el Estanco era en la calle 16 con carrera tercera, ahí le entregaban las botellas de ron, lo vendían barato y con su venta compraban la comida”. (Marchante Eliecer Avendaño).

Hasta este momento, seguramente muchos lectores estarán pensando que dichos testimonios son cosas del pasado, sin embargo, la realidad nos demuestra lo contrario. La profesión docente en Colombia continúa subsistiendo a la penumbra del Estado, al olvido de los gobiernos de turno, los cuales no van más allá del reconocimiento demagógico de la profesión ante los medios de comunicación.

En la actualidad, los docentes continuamos devengando los salarios más bajos dentro del servicio público estatal, contamos con un sistema de salud deficiente y un régimen pensional desfinanciado y a lo anterior se suman condiciones de trabajo deplorables, persecución laboral, intimidación y extorsión por parte de grupos al margen de la ley y un sin número más de circunstancias que llevan al gremio docente a ser la profesión que genera el mayor número de patologías de carácter psiquiátrico, muchas de las cuales llevan a los educadores a ser apartados del cargo con paupérrimas pensiones por invalidez.

SEGUNDO MOVIMIENTO: PADRES Y ESTUDIANTES.

Si bien, la lucha de los educadores a través de la historia colombiana ha sido en gran parte por reivindicaciones salariales, es preciso compartir con ustedes algunos otros temas de carácter social y educativo donde este tipo de acciones han sido esenciales para la educación colombiana. Las manifestaciones de los docentes, sumadas a otros elementos de orden académico, legal y técnico, lograron que la educación fuera incluida no solo en nuestra constitución nacional  como un derecho sino que también se logró que en el año de 1994 se creara la Ley General de Educación, la cual ratificó de manera directa su gratuidad, cobertura, vigilancia y otra buena cantidad de elementos que tienen como objetivo lograr una educación de calidad.

Ahora bien, en la actualidad los docentes salimos a las calles a exigirle recursos al gobierno nacional para ser invertidos en la educación pública; nuestras instituciones escolares presentan graves problemas de infraestructura, bibliotecas, dotación escolar, baterías sanitarias, transporte y alimentación. Nuestros estudiantes necesitan condiciones dignas para estudiar, ellos merecen ser reconocidos como seres humanos valiosos e importantes. La implementación de la jornada única no puede ser llevada a cabo vulnerando los derechos de nuestros niños y adolescentes. Exigimos pupitres, aulas adecuadas, instrumentos musicales, disminución de estudiantes por salón, comida caliente, tecnología de punta, locaciones deportivas y demás elementos necesarios que brinden las garantías necesarias para fortalecer los procesos formativos de los estudiantes colombianos.

Los programas educativos creados por el gobierno no pueden ser para unos pocos, todos nuestros estudiantes son “PILOS” y por ellos “PAGA” dejar nuestras aulas de clase por algún tiempo para llamar la atención del gobierno de turno y exigirle que el dinero de nuestros impuestos sea invertido en la educación de Colombia, en sus hijos, en nuestros estudiantes.

TERCER MOVIMIENTO: MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Sin lugar a dudas, los temas referentes a los medios de comunicación son apasionantes y complejos, así causantes de odios y amores extremos, sin embargo, no será esta la oportunidad para profundizar en gran manera al respecto, más cuando en el pasado, sus posturas frente a las coyunturas del magisterio colombiano han sido expuestas de manera clara y contundente por columnistas a su servicio.

“(…) En Colombia, los medios de comunicación casi no se ocupan del debate educativo, no hay investigación periodística sobre las políticas públicas, no se ventilan los problemas y las chambonadas de las administraciones, no se fiscaliza con rigor el uso de los cuantiosos recursos que se manejan en el sector (…) Así, los maestros y los directivos de los colegios se vuelven invisibles. (…)  los medios de comunicación no se ocupan de estos temas. No es extraño que la única forma de reclamar un lugar en la vida pública sea recurriendo periódicamente a las movilizaciones, los paros o los ceses de actividades (…) La Federación de Educadores está convocando a padres de familia, comunidades y estudiantes a una movilización para presentar su pliego de peticiones, pero ningún medio de comunicación se ha ocupado de indagar qué contiene ese pliego y qué importancia tiene para quienes no están agremiados.” (Cajiao, 2017)

Anotaré, sin embargo, que el “cuarto poder” no siempre ha trasegado dentro de los caminos de la insensatez. Durante la “Marcha del Hambre” Alfredo Pontón, periodista gráfico al servicio del diario “El Espectador” le mostró a un país entero, por medio de sus crónicas y fotografías, la lucha de los docentes por su salario, por sus derechos y por su reconocimiento.  Pontón se sumó a los marchantes en el departamento de Santander, llegando con ellos a la capital de Colombia como si fuese un docente más; fue condecorado en la plaza de bolívar con una medalla de oro, el oro de la honestidad, el respeto, el compromiso y la satisfacción deber cumplido.

CODA: DOCENTES.

Colegas, las actuales manifestaciones no solucionarán todos nuestros problemas, esta coyuntura es tan sola una de las tantas que tendremos que afrontar durante toda nuestra carrera como docentes, los compañeros con cierta antigüedad, son un buen ejemplo de ello. Difícilmente la educación llegará a ser la prioridad del Estado Colombiano, bien sabemos que el dinero tiene compromisos más importantes como la corrupción, las dádivas y la mermelada.

Es preciso indicar que los resultados que arrojara la actual huelga nadie los conoce, el magisterio a través de su historia ha obtenido magnas victorias, sin embargo, las derrotas también han sido experimentadas por nuestro gremio, derrotas con las botas puestas y la cabeza en alto.

No obstante, debemos continuar adelante, asumir los nuevos retos con gallardía y esperar con atención futuros escenarios de confrontación. Es necesario permanecer unidos y fortalecernos como colectivo, no podemos permitir que la desinformación y los intereses oscuros nos dividan, nos hagan perder el rumbo y fracturen nuestras organizaciones; las diferencias son bienvenidas, aceptadas y debatidas siempre y cuando se den con argumentos y en los escenarios correspondientes.

CODETTA:

¡VIVA EL JUSTO PARO NACIONAL DE MAGISTERIO COLOMBIANO.  VIVA, VIVA, VIVA!

 

REFERENTES BIBLIOGRAFICOS

Cajiao Restrepo, Francisco. La educación Colombiana desde mi columna, Pag 138, Bogotá, Magisterio, 2017.

Campo Mier, Alfredo. Marcha del Hambre, Pag 27, Bogotá: Revista Educación y Cultura, FECODE, 2016.

Martínez Boom, Alberto; Castro, Jorge y Noguera, Carlos. Maestro escuela y vida cotidiana en Santafé colonial, Pag 65, Bogotá: Sociedad Colombiana de Pedagogía, Magisterio, 1999.

Vargas Aldana, Claudia. Los Maestros en Bogotá, Pag 35, Bogotá: Taller y Oficios de la Historia, Editorial Javeriana, 2014.

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