Julio 3 de 2018
3:45 p.m. La mayoría de colombianos estaban frente al televisor porque estaba a punto de iniciar la tanda de penales luego de 120 angustiosos minutos de fútbol contra Inglaterra. Todos creeríamos que un mano a mano con el arquero, a tan solo doce pasos de distancia, no debería ser tan difícil para jugadores de fútbol profesional, o ¿sí lo es? Quizás es esta aparente simplicidad la que tanto nos atrae a esta tan amada y odiada parte del fútbol.
La regla para decidir al ganador de un partido que finalice empatado mediante cobros desde el punto penal fue aprobada por la International Football Association Board el 27 de junio de 1970. Sin embargo, los reportes históricos no son tan claros sobre quién fue el creador de esta nueva regla. Como si fuera un chiste, de esos que suceden sentados en un bar, un español, un alemán y un israelí, se adjudican ser los creadores de esta forma de definición. Con certeza solo sabemos que casi 30 años antes de la oficialización de la definición por penales, en Brasil ya se estaba usando un formato de definición que los involucraba.
Muchos años han pasado, muchos penales han sido convertidos y muchos han sido fallados, dejando a unos como héroes y a otros como villanos. Se dice que los penales son una lotería, otros argumentan que realmente premian a los que están mejor preparados. Pero ¿cuál es la ciencia detrás del tiro penalti?
Comencemos por las dimensiones. Los arqueros suelen ser jugadores de mayor altura, y tienen un área de superficie corporal (cuánto espacio ocupa todo su cuerpo), de aproximadamente 2 metros cuadrados y el movimiento de sus manos y piernas les permite doblar el espacio del arco que cubren con su cuerpo. Esto quiere decir, que si el arco tiene un área total de 17.9 metros cuadrados, el espacio disponible para que el balón infle la red, es cuatro veces más grande que lo que puede cubrir el arquero. Sí, ¡eso es un montón de espacio disponible! Por esto, en teoría, es más fácil hacer un penal que errarlo.
Si a esto le agregamos que un “bombardero” puede golpear el balón con una velocidad de hasta 130 km/h, y está a 11 metros de distancia, el balón cruzará la línea de gol en tan solo 300 milisegundos. Para que se hagan una idea, un parpadeo toma aproximadamente el mismo tiempo, quizá es en los penales donde nace la idea de quien parpadea, pierde. Es cierto que no todos irán a “asegurar” el disparo con un bombazo, así que el tiempo que tiene el arquero para convertirse en héroe está entre unos 300 y 600 ínfimos milisegundos.
Sin embargo, el arquero no suele quedarse quieto en su lugar. Si el arquero logra adivinar de forma correcta la dirección del disparo, la probabilidad de tapar el penalti aumenta significativamente. Pero el arquero siempre se encontrará al límite. Un estudio de la Universidad de Bath del 2012 mostró que existe un área en la cual, si el arquero se lanza con toda su fuerza, la probabilidad de que el disparo sea gol es de tan solo el 50% (un “carisellazo”), pero si el balón va por fuera de esta área, ceñido al palo y en los ángulos, la probabilidad es del 80%. En pocas palabras, un penalti bien cobrado es una garantía de un gol.
Pero la cuestión no es tan sencilla, quienes cobran son seres humanos y no robots lanza-penales. En tal sentido, existen factores que entorpecen el trabajo de los cobradores, y quizá las respuestas las encontremos en la cabeza. Muchas veces se dice que el enemigo más grande que tenemos no es quien está al frente sino el que se encuentra en medio de nuestras orejas.
En la psicología, hay un fenómeno que llamamos el “efecto irónico” de los pensamientos, el cual lleva a que nos enfoquemos de manera subconsciente en el resultado no deseado hasta quedar abrumados por este. Es posible que en algunos jugadores piensen tanto en la posibilidad de “comérselo”, que terminaron anulando lo que realmente desean hacer: convertirlo. En otras palabras, quedarse pensando de forma repetitiva en las maneras que no se debe cobrar el penalti o en los resultados adversos que no deberían suceder, terminarán pasando. Desafortunadamente, lo mismo sucede cuando tratamos de evitar pensar o nos forzamos a no pensar en que el penalti sea malo. Ya que tratar de no pensar en algo, es pensar en eso mismo, pero con un no por delante. Quien piense mucho en no errar el cobro, lo terminará errando.
No es ningún secreto que, en esos momentos de alta presión, los niveles de ansiedad de los cobradores pueden alcanzar su máxima expresión. Y esto es muy relevante, ya que un estudio de la Universidad de Exeter reclutó jugadores de fútbol de la liga universitaria y les pidió que cobraran penales mientras usaban rastreadores oculares, unas gafas especiales que permite registrar los movimientos de los ojos. Durante la segunda tanda de penales se indujo presión en los jugadores mediante la comparación social y la inclusión de un premio al mejor cobrador –no será una recreación exacta de la presión de cobrar un penalti en la copa mundial, pero permitió conocer los efectos de la ansiedad. Los resultados indicaron que los jugadores con más ansiedad miraban antes y por mayor duración al arquero, haciendo que su foco se centre en el portero y sus disparos fueran más hacia la zona central. Aquellos que se enfocaban mucho más en el arquero vieron sus cobros tapados por el arquero 40% de las veces, mientras que quienes no estaban tan ansiosos y no se enfocaban tanto en el arquero, fallaron tan solo el 20%.
Y, ¿qué miran los arqueros? Si su respuesta fue "¡el balón!", está equivocado. Recuerde, el arquero está al límite o con un déficit de tiempo al intentar salvar el gol, de tal manera que observar al balón, únicamente le permitirá reaccionar y, a menos que sea un tiro mal cobrado, las probabilidades de interceptarlo son mínimas. Lo que deben hacer los arqueros es predecir y anticiparse. Quizá esta es la razón por la cual la paradinha es efectiva y hace ver tan en ridículo a los arqueros. Varios estudios usando rastreadores oculares, han mostrado que los arqueros se enfocan en el pie de apoyo, la posición del tronco y la cadera del atacante. Estas partes del cuerpo, así como la distancia y el ángulo con el que el atacante hace la aproximación al balón, brinda información que les permitirá tomar una decisión anticipada e iniciar su vuelo antes o justo en el momento en que el guayo hace contacto con el balón. De lo contrario el arquero se lanzará al lugar indicado, pero no podrá desviar el balón.
3:52 p.m. Muchos colombianos seguían mirando fijamente a la pantalla de sus televisores, esta vez sus ojos ya no demostraban expectativa y esperanza, sino una inmensa tristeza. Y quizá en ese momento nos preguntamos lo mismo que uno de los periódicos más antiguos de Sao Paulo, Gazeta Esportiva, se preguntó en 1942 después de (posiblemente) la primera definición de un partido por penales: “¿por qué aplicar un penalti, el castigo capital en el fútbol, para dirimir un empate entre dos equipos?”. Nunca lo sabremos porque el cobro desde los doce pasos ha sido, es y será una parte fundamental del fútbol. Solo esperamos que, para la próxima vez, esa mezcla de habilidad, suerte y nervios de acero, esté de nuestro lado.