En la madrugada del 2 de diciembre del 2013, los mellizos Bianco y Diango Vargas Martín se acercaron a una comisaría de Santiago de Cuba a exigir la liberación inmediata de seis de sus compañeros pertenecientes al grupo Unión Patriótica de Cuba (UNPACU). Un día antes, mientras celebraban el cumpleaños de uno de sus integrantes, las autoridades cubanas irrumpieron en el apartamento y se llevaron a la media docena de disidentes con la excusa de que se habían reunido allí para conspirar contra el régimen de Raúl Castro. A penas supieron que su hermano Alexei era uno de los detenidos, los mellizos, llevados por la flama de sus 16 años, pensaron que sería buena idea ir a la comisaría y pedir por favor que los liberen ya que lo único que estaban haciendo era tomarse unos rones y practicar el deporte nacional cubano: Hablar hasta que la lengua se pele.
Lejos de ser tomada en cuenta su petición, las autoridades del gobierno cubano consideraron que tal pedido era un crimen y sin pensarlo demasiado encerraron a los dos muchachos en la cárcel bajo los cargos de desacato, resistencia, desorden público y amenaza. En menos de una semana, en uno de esos juicios exprés que caracterizan al régimen cubano, los muchachos fueron condenados a dos años y medio de prisión. Fue tan despiadada la sentencia que ni siquiera tuvieron en cuenta que los mellizos eran menores de edad y que si en realidad eran delincuentes deberían ir a parar a una correccional y no a una cárcel “De máximo rigor”.
El miércoles pasado, poco más de un año después de haber sido encarcelados, los hermanos Vargas Martín fueron dos de los 39 disidentes que hasta el día de hoy han sido liberados por el gobierno cubano como parte del compromiso que adquirió con Estados Unidos para restablecer las relaciones entre ambos países, rotas hace más de medio siglo. La lista de los presos políticos que recuperaran la libertad es de 53. Se espera que la totalidad de la lista esté libre antes del 21 de enero, fecha en la que visitará la isla la secretaria adjunta para Latinoamérica del Departamento de Estado Roberta Jacobson. Nunca antes, en 56 años de castrismo, había pisado Cuba un funcionario norteamericano con tan alto cargo.
Lo primero que los muchachos hicieron después de disfrutar de la ansiada libertad, fue preguntar por su hermano Alexei quien todavía permanece detenido. Él no está aún en la lista de los 53. Se presume que una vez liberados estos disidentes, quedará todavía otro medio centenar de presos políticos esperando salir de prisión.
La visita de Jacobson será fundamental para que no quede ni un solo preso político en la isla. La atmósfera en la Habana, ahora, es más distendida. Los vientos de cambio se están llevando, para siempre, las esquirlas que aún quedaban de la Guerra Fría.
