La relación de Fanny Lu con su papá no podía estar mejor cuando ella, a los 18 años, resolvió irse a vivir con él. Estaba a punto de graduarse del colegio Bolivar donde ya era famosa no por cantar bien sino por dibujar con gracia como quedó plasmado en el anuario del colegio.
Había crecido principalmente con su mamá pero había llegado la hora de compartir con Julio Martínez, a quien ella le conocía de ante mano su carácter fuerte y su régimen estricto pero quería estar con él. Disfrutaba los paseos en el jeep Subaru vino tinto que recién estrenaban y el campo resultaba un alivio para apaciguar las tensiones derivadas del edificio Centro Alférez Real a cuya junta directiva pertenecía el papá de Fanny Lu. Eran tiempos difíciles cuando el cartel de Cali mandaba más de lo que nadie podía imaginar y muy especialmente en el negocio de propiedad raíz en el que su voluntad era orden. La mafia le había puesto el ojo al edificio pero Julio Martínez se había propuesto defenderlo para sus dueños originales y no ceder a las presiones de la mafia. Los Rodríguez Orejuela estaban obsesionados en comprarlo.
“Papá acaba de tener un accidente”, fue la alarma de su hermana Diana en la llamada que despertó a Fanny Lu. Allí estaba su papá doblegado sobre la cabrilla del Subaru vinotinto; las manos ensangrentadas, las heridas de las balas abiertas, inmóvil. Fanny Lucía Martínez nunca volvería a ser la misma.
El sueño se volvió una pesadilla con sus imágenes atropelladas. Antes de despertarse imploraba por un minuto más de sueño. Cuando abría los ojos arrastraba la tristeza con ella, hasta que encontró un bálsamo: la música. La música, esa misma que la disparó a la fama y que hoy la hace brillar en La voz kids le resultaba entonces ajena, esquiva, pero solo el tarareo de las baladas la sacaban de la depresión.
Se matriculó en ingeniera industrial en Los Andes pero lo suyo era el arte. Acompañó a una amiga a un casting para hacer un papel en Perro amor y sin quererlo terminó quedándose por el papel. Era 1998 cuando en pleno rodaje de la novela en un cultivo de rosas el destino le puso una nueva cita: conoció a Juan Carlos Madriñán, el empresario de flores propietario de la finca del rodaje, quien el año siguiente se convertiría en su esposo. Fue mamá y tuvo dos hijos pero lo suyo estaba en la música, en la actuación.
Madriñan la quería ver en su casa con los niños. Le ofreció reconocerle el dinero que proyectaba ganarse en los escenarios: ocho millones de pesos. Fanny Lu aceptó el trato pero no soportó más de dos años su rol de ama de casa.
Pasó el tiempo y Fanny se aburría. Se dio cuenta que la única manera que tenía para invocar al espíritu de su padre era escribiendo canciones día y noche. Así compuso Un minuto más, con el recuerdo de su padre clavado en el alma, la canción que fue la señal que esperaba para tomar vuelo: quería componer, iba a ser cantante y nadie la iba a detener.
Consiguió una cita con José Gaviria y Carlos Vives en Miami. La escucharon. Ella sólo quería vender sus composiciones pero a ellos les gustó su voz. Tenía además el porte y el carisma para lucirse en un escenario frente a un micrófono y un gran público. Su carrera había empezado.
Fanny Lucía Martínez pasó a ser la cantante Fanny Lu. En el 2006, después de su primer disco Lágrimas cálidas, entró a la lista de los tropipop. Discutida por la crítica especializada que nunca le perdonará el haber confundido en un trino a John Lennon con Elton John, o que hubiera dicho que el artista que llevaría a una isla desierta sería al famosisímo New Age, Fanny Lu despegó con su carisma y sin demasiado talento. Y su popularidad mayor la alcanzó como jurado de La voz kids. Los recuerdos dolorosos los ha vuelto dulces hasta lograr que la sonrisa apague definitivamente las tristezas.
Publicada originalmente el: 25 Nov de 2015