Felipe Rocha Medina es miembro de una reputada familia dentro del mundo de la ganadería, lo cual permitió que desde pequeño estuviera rodeado de comodidades y codeándose con la élite. Gracias a su condición de heredero de Achury Viejo, una importante ganadería que tiene como representante legal a su mamá, María Francisca Medina de Rocha, el bogotano se definió siempre como un destacado empresario. Imagen que supo vender entre su círculo cercano, quienes depositaban en él una enorme confianza.
Confianza que supo combinar con ambición para convencer a personajes de la alta sociedad de invertir millones en proyectos ganaderos que no existían. Mezcla que terminó por cambiar su vida de lujos y excentricidades por una pequeña habitación en la cárcel La Modelo, a donde fue enviado por el Juez 80 penal municipal con función de control de garantías de Bogotá después de que el propio Rocha, acusado de estafa agravada y falsificación de documentos privados, decidiera entregarse voluntariamente a las autoridades.
Pocos días antes de que se confirmará que su destino estaría en la cárcel, la Superintendencia de Sociedades, dirigida por Billy Escobar, decretó la intervención de todos los bienes, negocios y patrimonio de su madre, quien es la socia gestora y administradora de Achury Viejo, empresa que recibía los dineros provenientes de los inversores de la pirámide ganadera y que está intervenida por la propia entidad desde agosto de 2023, meses después de que estallara el escándalo.
Según la Super, ella tenía la responsabilidad de tener conocimiento sobre el origen de la plata que ingresaba a la empresa y por qué esta terminaba en las cuentas personales de su hijo.
Mientras que se emite una condena en contra de Rocha, el empresario permanecerá en prisión debido al “peligro que sus acciones representan para la sociedad en general”.
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