Recientemente realicé un viaje para conocer una región de este país que aún no había conocido, el Eje Cafetero. No solo me sorprendí por la belleza de sus paisajes, sino que también me impresionó que el turismo, aunque es una excelente y viable fuente de ingresos para muchas comunidades, tiene como principal impacto la generación de grandes cantidades de residuos sólidos, compuestos en su mayoría por plástico, aluminio y otros elementos fácilmente reciclables.
Como menciona Portafolio en un reciente artículo sobre San Andrés o, como pude corroborar en mi viaje, en el turismo de masas lo que menos predomina es la conciencia ambiental. Se fomenta el consumo de productos empacados en envases pequeños que dan a las empresas y a los distribuidores amplios márgenes de ganancia, pero que no reparan en que muchas personas en cortos periodos consumen esos productos generando grandes volúmenes de empaques y otros desechos.
De esto no se salva el ecoturismo. En zonas como el Valle del Cocora hay algunas zonas cercanas al sendero donde uno puede encontrar residuos sanitarios, principalmente papel higiénico, donde no debería haber nada; además, es un detrimento a lugares de importancia ecológica y turística. Luego de ver los hábitos de consumo de muchos extranjeros y las costumbres de los alojamientos, donde prima la ganancia y no se considera el impacto ambiental, surgió en mí una pregunta: ¿Qué hacen municipios como Salento con los ingentes volúmenes de basura? ¿A dónde van a parar?
¿Qué hacen municipios como Salento con los ingentes volúmenes de basura? ¿A dónde van a parar? Sí, la respuesta es un relleno sanitario, lugares hermosos y concurridos del país se están llenando de basura.
Si la respuesta a la anterior pregunta es un relleno sanitario, eso podría implicar que Salento y otros hermosos y concurridos lugares de la geografía nacional se están llenando de basura. Si los gobiernos regionales y locales tienen pocos recursos para la gestión de esos residuos, no sería raro que en unos años no solo sea San Andrés, sino Salento, Medellín, Montenegro, Paipa y otros lugares turísticos tengan crisis similares.
De igual forma, otra industria asociada que desde algún tiempo me ha impresionado es la aviación, en un vuelo Medellín – Bogotá lleno, puede haber cerca de 200 personas, como mínimo 150, y si cada uno toma agua o café en vasos descartables, son al menos 150 vasos que luego de su uso van a la basura, sin obviar los sobres de azúcar o crema para el café. Si esto se puede observar en vuelos cortos, es preocupante lo que sucede en vuelos más largos donde la comida a bordo se sirve en mayores porciones y con envases más grandes. Este aspecto sin duda debe ser mejorado por las empresas de transporte aéreo, mediante el uso de materiales biodegradables ya disponibles en el mercado para sus envases y cubiertos.
Por este motivo escribo esta columna, mi idea es fomentar la reflexión. Lo invito a recordar cuántas botellas desechables utilizó en su último paseo y si en vez de ello lleva una botella reutilizable. En este sentido, si su preocupación es la salubridad del agua, podría comprar agua en envases grandes para varias recargas o ver si en su hotel u hostal hay garrafón y recargar allí. Tratar de comer en lugares donde se use poco material desechable de un solo uso, llevar una bolsa para que cualquier residuo que uno genere en sitios prístinos no se quede allá en las reservas, sino que regresen con las personas a donde puedan ser reusados o aprovechados, entre otras acciones.
Igualmente, las empresas, hoteles, hostales y otros operadores turísticos deben modificar sus prácticas para ser más sostenibles y generar menos plásticos y otros residuos. También el Gobierno a nivel central, regional y local, junto con las CAR, deben emprender políticas que apoyen esta iniciativa. Afortunadamente, ya es posible encontrar lugares como el parque Arví en Medellín, donde se fomenta llevar botellas reutilizables y recargarlas, no se venden artículos en envases desechables, se recicla el plástico de botellas en materiales similares a madera para carteles, pisos y cubiertas. Saber qué es posible y qué ya se realiza en algunos lugares es algo que permitiría que nosotros y las próximas generaciones podamos descubrir la belleza de nuestro país en entornos libres de basura.