En el Proceso de Paz con la guerrilla de las Farc que actualmente adelanta el Gobierno colombiano en La Habana, está estipulado un eje pensado para lo que les deparará, cuando las negociaciones terminen, a los 7.000 colombianos que hoy engrosan las filas de este grupo guerrillero. Un tema central - extenso y controversial - que incluye desde la reintegración a la vida civil de los excombatientes y el reconocimiento y la reconciliación con las víctimas, hasta la participación en política de los líderes de las Farc, nada menos. Este es, el eje de la desmovilización.
Catheryne Sepúlveda, experta en temas de evaluación d epolíticas publicas y desarme desmovilización y reintegración nos da su perspectiva frente al tema:
¿Cuál es su concepción de la problemática con las Farc, es un conflicto armado interno o un enfrentamiento con un grupo narcoterrorista?
C.S: Lo que vivimos hoy es un conflicto armado interno. A pesar de que las Farc adoptan ciertos modos en su actuar propios del terrorismo, esta problemática tiene otras características. Un tema de tiempo de conflicto (más de cincuenta años), unos temas de estructura de este grupo como lo es tener un brazo ideológico de orientación comunista, hacen que no sea correcto decir que son un grupo terrorista. Cuando hay problemas de tenencia de tierra, y hay que reparar tanto a víctimas como a excombatientes, este tema se convierte en algo importante y deja de ser narcoterrorismo.
¿Cree usted que debe haber un alto al fuego o una tregua mientras se negocia la paz en La Habana?
C.S: El deber ser es una cosa, y las condiciones reales son otras. Cuando uno negocia, no deja todo a un lado y dice negociemos como amigos. Las negociaciones son entre opuestos fuertes, estamos negociando en medio de un conflicto, y negociar en medio de la guerra transmite el mensaje de que yo todavía tengo mando, por eso las Farc no van a aceptar una tregua.
Entonces, contrario a lo que la gente piensa, ¿Las Farc no están debilitadas?
C.S: No, para las Farc es muy importante demostrar en la mesa de negociación la cohesión que todavía tienen. Además pueden incrementar su pie de fuerza en muy poco tiempo. Que la guerrilla tenga miedo de estar debilitada, de tener pocos combatientes, no es cierto, su accionar les permite tener muy pocos miembros durante un periodo de tiempo y luego hacer un repunte. El estado se sienta en La Habana reconociendo que tienen una fuerza, una influencia, etc. Con miedo a que se fortalezcan, a razón de que no las han podido acabar. Uno negocia con un par en fuerza, con alguien a quien no se ha podido enterrar.
En cuanto al eje de desmovilización, ¿Qué puntos de los que se han pactado le parecen importantes?
C.S: En el eje de la desmovilización se han venido negociando puntos transversales. El Marco Jurídico para la paz dejó muy claro los principios de verdad, justicia y reparación, además de algo que es fundamental en todos los procesos de paz que es la no reincidencia, sin embargo creo falta negociar acerca del grueso de este eje, la reintegración. De igual forma, todo lo que negocien tiene que ser aprobado por el Congreso y posteriormente tiene que haber un referendo, una consulta popular de lo pactado en La Habana, además de todo un trabajo de implementación, lo que es un trabajo muy largo para que el Proceso de paz se vea materializado, hasta ahora vamos en el primer peldaño.
¿Cómo es el panorama actual de los desmovilizados?
C.S: El reto de un desmovilizado es también un reto para la sociedad. En las diferentes regiones de Colombia no todos ven a un desmovilizado como alguien que busca cambiar para bien, gente con voluntad de volver a la vida civil a pesar de estar en entornos de conflicto desde su niñez. Así mismo hay casos en los que estas personas llegan a sus comunidades siendo héroes, para luego reincidir en la ilegalidad a razón de la falta de oportunidades laborales, no hay incentivos para mantenerse en la legalidad.
La Agencia adelanta actualmente un programa de reintegración que va de la mano con la ley de Justicia y Paz. Hace ya unos ocho años el Gobierno implementó esta ley con el fin de que los desmovilizados paguen una pena muy corta, se comprometan con la verdad hacia las víctimas y a no reincidir en ningún tipo de delito mientras se le capacita para que tenga las herramientas de poner su propio proyecto productivo en marcha.
¿Cambiará este panorama cuando sea firmado el proceso de paz?
C.S: Una cosa es el Proceso de Paz, otra cosa es la firma de la paz y otra muy distinta es alcanzarla. La paz nos va a costar mucho tiempo, cuesta la transformación generacional de cómo cada uno de los colombianos entienden el conflicto y ven a sus actores. En Colombia existe una concepción errada del poder y de la fuerza la cual está en todos los escenarios de la sociedad y que permitió la creación de este grupo guerrillero y su perpetuación durante ya más de cincuenta años. El día en que haya un cambio en los imaginarios de convivencia con la ilegalidad por parte de todos los colombianos, quienes desde ya debemos preocuparnos por ello, podremos llegar a vislumbrar la paz.
¿La cúspide de la desmovilización sería ver a los líderes de las Farc en el Congreso de la República?
C.S: Sí, si llegan al Congreso por elección popular. El debate ahí no es si los líderes de las Farc van a llegar o no al Congreso, es de qué manera llegarán. Ver algún día que las cabezas de este grupo guerrillero llegaron al congreso no por una ley ideada en La Habana, sino por un porcentaje relativamente grande de colombianos que depositaron su confianza en ellos para solucionar las problemáticas del país, sería un gran paso para la reconciliación pero no significaría alcanzar la paz, esta no se consigue con un senador exguerrillero.
Hablar de desmovilización no es simplemente que las Farc dejen las armas, es entrar a formar parte de todo un proceso de reintegración.
Se han visto casos en los que los reinsertados acaban formando bandas criminales, Bacrim, en las que continúan delinquiendo. ¿Cuál sería la solución para que los desmovilizados de las Farc no reincidan?
C.S: Le diría a la opinión pública y principalmente a los medios de comunicación que revisen sus cifras. Los estudios demuestran que lo que menos hay en una Bacrim son desmovilizados, significan un porcentaje muy pequeño. La causa de lo anterior es que un desmovilizado es alguien preparado, el cual representaría un gasto mucho mayor para los fines de una Bacrim que un muchacho de una región muy deprimida del país que con cualquier suma de dinero hace lo que sea.
Por otro lado, para que los desmovilizados de las Farc no reincidan en la ilegalidad, considero que la solución está en el cambio de la visión del desmovilizado por parte de la sociedad colombiana y en la creación de empleo para estas personas.
¿Sería apresurado hablar de un 100% de desmovilizados de las filas de las Farc? ¿Qué hacer con los que no entren al proceso de reintegración?
C.S: Existe una cifra que afirma que durante el cese al fuego de las Farc en diciembre del año pasado, el 65% de sus frentes lo obedecieron, lo importante ahí es que esto nos habla de los niveles de cohesión de las Farc actualmente, es decir, hay una fracción de este grupo guerrillero que no está adscrita al secretariado. Por tanto, yo hablaría de ese 65% como los primeros en entrar a un proceso de reintegración, más un 20% que luego decidiría unirse, el porcentaje restante considero que entraría a formar parte de la disidencia, integrarían grupos pequeños que seguirían llamándose Farc-Ep.
Finalmente, la postura de Sepúlveda hacia la paz, podría resumirse en una precisión que dio durante esta entrevista: “La paz no va en una firma. No solo es responsabilidad del Gobierno, nos involucra a todos como Estado. Requiere pensar en las victimas, en los desmovilizados que aún con todo lo que ha pasado se convierten en líderes. Habrá un punto en el que la paz se construya sobre el sentido perdón cuando se pueda convivir y construir sociedad a pesar de lo que ocurrió.”