Últimamente en las redes sociales y en portales virtuales se le ha dado mucha pantalla al escritor Iván Gallo, quien se hiciera famoso como tantos otros hablando mal de quienes de una u otra manera han alcanzado algo que él no. Bien me parece que el señor Gallo se puede ocupar de lo que a él le parezca, entre otros temas, de Arjona, a quien parece que domina (escucha) a la perfección, pero en lo que concierne a ciclismo se peló, y se seguirá pelando mientras no conciba todo el trabajo que hay por parte de quien monta en un caballito de acero todos los días de la vida.
Haciendo cuentas con una aritmética de polvo de Gallo aseguró que Nairo no solo perdería el Giro, lo cual era ya una verdad de perogrullo, siendo Tom Dumoulin un experto en cronos —así como diéramos ganador a Nairo si fuese el final en una alta montaña sin posibilidad de descensos—, y aún más aseveraba que el hijo de Cómbita salía del podio quedando de cuarto detrás de Níbali y de Pinot. He aquí que Nairo lo deja callado, con el rabo entre las ruedas traseras, y contra todo pronóstico se hace una excelente crono, siendo superado por el holandés en 31 segundos; dos minutos y medio menos de lo que la aritmética de Gallo había predicho. Ojo pues: si Gallo dice que hará sol, saquen paraguas.