A raíz de una nota ciudadana publicada en Las2orillas, llamada "El derecho supremo de los docentes", yo, como humilde educador, sin ser periodista ni mucho menos abogado, me sentí en la obligación de, en nombre de nuestro glorioso gremio docente, de manera respetuosa, dar una respuesta. Antes, cabe anotar que en el texto mencionado la abogada Yuko Carrillo exponía la tesis de que los docentes al ejercer nuestro derecho a la protesta vulneramos los derechos de los demás.
Era 1 de junio de 2017 y me encontraba en la ciudad de Cúcuta. Desperté temprano, luego de una noche salpicada por las oleadas de calor tan normales para los cucuteños, pero tan incómodas para quienes preferimos la mágica neblina y ese frío que nos recuerda a cada instante que estamos vivos en nuestra apacible Pamplona. Me levanté, me bañé, desayuné y me despedí de mi madre. Junto con mi hermana tomé un taxi que la dejó a ella en su trabajo y a mí en la terminal de transportes. Tomé la buseta que en poco menos de 2 horas me llevó hasta Pamplona, donde me uní a mis colegas docentes en la marcha. Ya abordo, revisé en mi celular la red social Facebook y lo primero que encontré fue ese artículo. Luego de leerlo, quedé impresionado, tal vez confundido y debo reconocerlo, un tanto molesto.
Me incomoda específicamente cuando la abogada que lo escribe habla del derecho "supremo" de los docentes, colocando nuestros derechos por encima de los de los derechos de otros y acusando a nuestro gremio educador de violar los derechos de los demás. Resulta curioso que lo que para nosotros como educadores es "defender el derecho supremo a la educación de nuestros niños y jóvenes" para otros resulte "vulnerar sus derechos".
Para mí que soy uno de los 322.473 docentes de este país del Sagrado Corazón que por estos días nos hemos visto obligados a abandonar nuestras aulas de clase para salir a las calles a protestar y sin ser experto en derecho, como sí lo es un abogado, considero que los docentes no tenemos "derechos supremos". Somos ciudadanos de este país y como tal nuestros derechos son iguales a los de cualquier otro colombiano. En cambio estoy absolutamente convencido de que la educación sí es un "derecho supremo" para todas las personas, no solo aquí en Colombia, sino en cualquier lugar del mundo. En ese orden de ideas, defender ese sagrado y supremo derecho ha de ser un supremo deber, no solo de quienes ejercemos la labor docente, sino de todos los ciudadanos.
Entiendo a la abogada Yuko, en nombre del gremio docente le ofrezco disculpas a ella y a todas las personas que por estos días de paro se ven afectadas por las marchas que, como he dicho, nos hemos visto forzados a emprender. Situación similar se vive cuando nuestros campesinos o nuestros transportadores o cualquier gremio trabajador se ve forzado a ejercer el derecho constitucional de la huelga y la protesta. Reitero en ello porque a ninguno nos gustan los paros. Lo hacemos por fuerza, cuando el gobierno no nos deja otra salida.
Sin embargo, también quiero que Yuko Carrillo y todos entiendan nuestra realidad. Que se pongan en nuestros zapatos. En situaciones como esta solemos molestarnos porque nos vemos afectados directamente. Porque no podemos llegar a tiempo... Porque nos retrasamos en nuestras labores... Nos desesperamos... y lo más normal es que busquemos culpables contra quienes descargar nuestra molestia. Nosotros los maestros que estamos protestando también experimentamos esos mismos sentimientos, nos duele ver las pésimas condiciones en las que nuestros estudiantes deben educarse: mal alimentados, con pésimos servicios de transporte y en escuelas y colegios faltos de la infraestructura mínima para que se pueda dar y recibir una educación digna.
Nos molesta también y nos parece injusto que mientras congresistas y ministros reciben exorbitantes sueldos, que oscilan entre los 27 y 30 millones de pesos, que mientras a todos los trabajadores estatales se les otorgue una bonificación anual, a nosotros se nos quiera negar. Además, que el aumento que se plantea de nuestro salario sea de solo dos mil o cinco mil pesos. Nos molesta y nos afecta que a pesar de que todo subió con el nuevo año, después de 5 meses nuestros salarios sigan siendo los mismos del año pasado. Nos molesta y parece injusto que a pesar que de nuestro sueldo estamos pagando seguridad social, nuestro servicio de salud sea tan deficiente. Nos molesta y buscamos al culpable. Y lo hemos hallado... es el gobierno nacional.
Nuestros dirigentes sindicales, en nombre de todo el gremio y tomando la vocería de los padres y madres y de los 8 millones y medio de nuestros estudiantes, han acudido insistentemente al gobierno a través del diálogo, no desde ahora, sino desde inicio del año escolar a presentar opciones de solución y a buscar salidas a la crisis. Lamentablemente, no se ha logrado nada y por ello nos hemos visto abocados a este nuevo paro, a esta protesta, que parece ser el único idioma que el gobierno alcanza a entender.
Apreciada abogada y apreciados colombianos perdónenos por las incomodidades causadas... Los maestros estamos luchando por los derechos nuestros y los de todos... Luchamos por una educación digna... Los maestros los entendemos, háganlo ustedes y únanse a nuestra lucha que es la lucha de todo un país.
