Aunque solo ha transcurrido casi una, de las tres semanas que dura la cita olímpica en la ciudad “Mais alegre do Mundo”, las competencias donde esperábamos obtener medallas, ya se han realizado en su fase eliminatoria y, en varios casos, definitiva.
Para este lapso, hace cuatro años en los Juegos Olímpicos de Beijing, Colombia ya había obtenido 4 de las 7 medallas que ganó.
Pero hasta el momento unita: unita de oro, cuyo ganador, el valluno Figueroa, en entrevista posterior a su monumental hazaña personal, dijo que no le debe nada ni a los dirigentes , ni a los políticos corruptos. Así textualmente.
Es como si esa enorme nube oscura y cargada de tormentas pesimistas, que vemos los colombianos a causa del pésimo manejo del proceso de paz, con la guerrilla ( que solo busca el poder/mirar países vecinos/Nicaragua), un proceso que como esa nube negra ya está permeando todos los sectores: políticos, económicos, industriales, de salud, de educación, del campo, de la agricultura, y la minería, porque a los gobernantes y directores del país, solo les interesa que haya paraguas pero para ellos.
¿El pueblo? Que se joda. Que se empape.
Es demasiado preocupante ver las encuestas de ayer domingo en medios impresos y digitales incluso aún del gobierno, donde el pesimismo de los colombianos frente al futuro del país es de un 83%.
83%.
Y tal parece que ese nubarrón, cargado de aguaceros, rayos y centellas, lo alcanzan a ver nuestros deportistas en la ciudad del Cristo Redentor, de las garotas, del Maracaná, y de un compositor que escribió una belleza de canción cuando vio caminar sola, por la playa, a la Chica de Ipanema.
Los deportistas colombianos no han estado a la altura en comparación a olimpiadas anteriores; es posible que se ganen algunas, pero la estadística dice que ya no se supera la meta de ocho medallas prometidas.
A los deportistas colombianos se les nota su gran entusiasmo pero su igualmente su falta de preparación y de recursos.
En vano, y tratando de meterse con su paloma de la paz por donde puede, el presidente Santos tuvo la pésima idea de hacer público un mensaje en que felicitaba a ciclista colombiano por el coraje que mostró.
El deportista le respondió también públicamente diciéndole que: “No me interesan sus felicitaciones, Presidente. Porque a usted y a los directivos políticos que manejan el deporte no les importamos nada”.
Cero y van dos. Y como Santos no aprende, ayer en cuanto el pesista ganó la medalla, salió Santos en cadena nacional, a hacer suya el oro y el moro.
Y es que es muy cierto. Estos muchachos son puro corazón, recorren a pie enormes distancias para llegar un gimnasio que solo tiene una pera de boxeo. Y se la comen por el hambre.
Los gobernantes solo está preocupados por entregarle el país a las FARC, con total impunidad ante la cobardía de no poderles ganar militarmente, y por su desmedida avaricia de un Premio Nobel de Paz que ya poco representa y que han ganado terroristas como Yasser Arafat, quien una vez recibió el premio en Estocolmo, regresó, lo colocó encima de su escritorio enchapado en oro, levantó su teléfono de plata, y ordenó a un general de bronce, seguir repartiendo plomo.
Espero alguna medallita, aunque sea de la virgen para que nos ayude a salir bien librados de esta otra olímpica cagada del Gobierno.
Porque hasta ahora, nuestros deportistas “están pelando el cobre”.