Esto hace 20 años era un paraíso. Aunque solo había una calle pavimentada, dormíamos con las puertas abiertas. Si nos aburríamos no íbamos a un centro comercial, sino a algo más hermoso: Caño Conejo, un cañón de piedras donde nos deslizábamos con la audacia de la juventud. Sin embargo, hoy este lugar ya no existe. Ha llegado el progreso, convertido en una bomba de gasolina y una urbanización irresponsablemente construida... Hay que desmitificar el progreso, este no implica necesariamente paletadas de cemento.
A pesar de todo lo que le hemos hecho a Inírida, esto sigue siendo un paraíso. Todavía entre diciembre y marzo, cuando el río Inírida baja sus aguas, podemos disfrutar de los milenarios dibujos que hicieron los indígenas ancestrales, además de sus bellas playas de arena clara. Así mismo, en el atardecer, camino a Vitina, podemos ver la hermosa sabana estallar en rojos que indican la belleza de la flor de Inírida. Y ni qué decir de cuando nos adentramos en los senderos de Guamal, ahí podemos observar a las guacamayas volando en parejas, resguardándose de una noche más. No obstante, ahora eso está amenazado. Todo nuestro edén está en peligro.
El principal riesgo no es la deforestación a la orilla del río, la pesca sin control de las autoridades, la falta de consciencia dentro de las comunidades indígenas para evitar la caza indiscriminada de fauna silvestre. No. El principal problema es lo que se nos viene, lo mismo que le pasó al Guaviare: la municipalización, que viene siendo la herramienta que va a tener el gobierno para abrirle la puerta a las multinacionales y quitarle el territorio a las comunidades y pueblos indígenas.
En estos días, en Barrancominas, Javier Eliécer Zapata, el gobernador del departamento, apoyado por algunos diputados, decidió darle el sí la pesada cadena de la municipalización en Barrancominas y San Felipe. Todo esto a espaldas del resto de la comunidad. Sin embargo, el pueblo indígena está atento porque tiene la capacidad para administrar su principal recurso, que es la exuberancia de la biodiversidad, por la que los que llegan a Guaína no quieren irse jamás. Vamos a hacer valer lo que hemos logrado, como queda estipulado en este decreto:
La municipalización ya es un hecho, como dicta este decreto: