Qué ha de pasar por la cabeza del hoy presidente de Colombia Iván duque. No debe ser nada fácil estar en sus zapatos en estos momentos, con tanta presión y tantos ojos encima de él. Quizás cuando el senador Álvaro Uribe lo eligió para que fuera su siguiente reencarnación, sus ojos se iluminaron y su mente voló hasta el futuro, viéndose como el mejor presidente que hubiera podido tener este país, el que nos salvó del aterrador castrochavismo, siguiendo los consejos de su eterno presidente.
¿Se ha estrellado con la realidad el presidente Duque? ¿Será fácil tener que pedirle consejos y casi que seguir órdenes de una persona que ya terminó su periodo? ¿Duque es muy ingenuo o tiene miedo de lo que pueda pasar teniendo en su contra a Uribe y a su parvada de esbirros? No creo que se atreva a cortar lazos con él y tampoco creo que quiera un enemigo de ese calibre.
Hagamos un pequeño repaso de lo que pasó con el anterior gobierno. Uribe presenta a su ministro de Defensa (Juan Manuel Santos), un hombre de carácter y mano dura con el terrorismo, el cual dejó bajas importantes para las Farc. Santos se convierte en presidente y “traiciona” a Uribe. Ganándose al peor enemigo de toda su vida, el que puso su prestigio y su popularidad por el piso. Sin embargo, esto a Santos no le importó, no le afectó en nada, tenía todo un partido político (La U), una bancada que lo apoyaba y lo más importante, el apellido que adornaba su nombre —la familia Santos ha tenido cuatro presidentes, un vicepresidente, un prócer y un periódico que acaba de cumplir 100 años—. Juan Manuel no estaba solo en el mundo, tenía un apoyo importante.
Hoy por hoy existe el santismo, el uribismo, el pastranismo, el gavirismo y el samperismo, familias que hasta hoy tienen mucha influencia. No obstante, el duquismo, término ideológico complementado por un apellido que rechina entre los demás, simplemente no existe. Iván Duque no viene de una familia con historia y poderosa. Tal vez su padre Iván Duque escobar, el cual fue gobernador de Antioquia, siendo ese su más importante cargo y que por paradojas de la vida fue contradictor del Álvaro Uribe cuando este fue director de la Aerocivil.
Y aunque digan que hay “tintes de traición” por parte de Duque con su padrino por haber apoyado y votado en la consulta anticorrupción, por invitar a la Farc y a toda la oposición al palacio, todo esto es una estrategia para que él parezca una persona íntegra e independiente ante todos esos que lo tildan de títere. Quizás algún día Iván Duque tenga esa tentación de no querer hacer más caso, pero no se va a arriesgar a que todo un país se vaya sobre él. Toda la izquierda y la derecha se unirían para destruirlo y hacer que su gobierno parezca el peor de todos los tiempos, contrario al sueño que tuvo cuando fue elegido por Uribe.
El presidente no es una mala persona, lo digo por la forma en la que encaró problemas y situaciones en campaña, porque no increpó a nadie como gallo de pelea. Se nota que es un hombre fácil de manipular —por eso lo eligieron— y además no está envuelto en escándalos, todo lo contrario de sus colegas del Centro Democrático. Es como si el juicioso del salón se empezara a juntar con los indisciplinados y aprendiera mañas. Por eso Duque no se va a separar de Uribe.