La pobreza en la infancia y adolescencia, fue durante décadas el común denominador en las historias de los más brillantes futbolistas colombianos. Y como la pobreza en nuestro egoísta país es sinónimo de bajo nivel educativo, no se podía esperar algo diferente a que esos excelentes deportistas resultaran truhanes. Varios de ellos deben ser cuestionados por sus delitos.
Freddy Rincón es, probablemente, el caso que más recuerdan los colombianos por ser el más reciente, pero no es el más grave de todos los que acá voy a nombrar. El magnífico volante que jugó en el poderoso Real Madrid español empezó a tener una vida caótica en 2007 cuando fue arrestado en Brasil, durante cuatro meses, por un presunto lavado de dinero que investiga la justicia panameña. Pero la parte más grave del asunto se dio este año, cuando una circular roja de la Interpol incluyó el nombre del crack vallecaucano. El coloso de Buenaventura, autor de uno de los goles más recordados por los colombianos, en el mundial de Italia 90, es al parecer el testaferro del narco Pablo Rayo Montaño. Algo que, de ser verdad, es una muestra clara de avaricia por parte del moreno, pues no creo que su situación económica tras dejar las canchas haya resultado afectada. Rincón, como casi todos los futbolistas de la primera generación dorada del futbol colombiano, son multimillonarios.
El carismático arquero que defendió durante años el arco de la Selección Colombia, René Higuita, estuvo preso en el 93 por estar involucrado en un caso de secuestro, que vinculaba a un socio del narcotraficante más conocido del mundo. El loco, amiguito público del segundo criminal más grande de la historia de Colombia –Pablo Escobar-, se perdió el mundial del 94 por su estadía en la cárcel Modelo de Bogotá. Higuita, vale la pena aclarar, solamente se vio envuelto en problemas con la ley por culpa de su relación con Escobar. De todas formas, el del exgolero campeón de la Copa Libertadores en 1989 es un caso mínimo si lo comparamos con el de Felipe “el pipe” Pérez, un exjugador de Atlético Nacional y Envigado que estuvo preso durante tres años, por sus colaboraciones con el cartel que lideraba el propio Escobar y que terminó asesinado por las balas de unos sicarios en 1996. Wilson Pérez, un habilidoso lateral izquierdo que defendió la camiseta de la selección, fue condenado a cuatro años y dos meses de prisión por transporte de cocaína. En definitiva, la reina blanca y sus allegados metieron en líos judiciales a varios de los más talentosos de nuestro balompié.
Jairo 'el Tigre' Castillo es, sin lugar a dudas, el futbolista colombiano por el que más desprecio siento. El irresponsable exdelantero de Independiente de Avellaneda acabó con la vida de las hermanas Ojeda en agosto del 2001, en Cali, por conducir bajo los efectos del alcohol, pero pudo seguir con su vida en total normalidad pagando una fianza sin importar que la familia de Claudia y Katerine aún sigan llorando por la muerte de las mujeres.
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