Los delirios de grandeza de Petro

Los delirios de grandeza de Petro

"Él quiere encantar con su canto de sirena a los que no conocen su verbo mentiroso"

Por: Jamal Said
mayo 24, 2021
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Los delirios de grandeza de Petro

El senador Gustavo Petro, el líder natural de un grupo de saltimbanquis de la política que se hacen llamar el Gran Pacto Histórico, se ha venido reuniendo, en medio de las enardecidas protestas, con algunos empresarios afincados en el país. Se sabe que participó de un almuerzo que organizó la comunidad judía a las afueras de Bogotá, y que igualmente fue escuchado por parte del empresariado barranquillero. Más de uno se pregunta qué estará tramando el candidato presidencial, pero lo cierto es que no se dice mucho de dichos encuentros, ni tampoco basta con ser testigo de los mismos como para no saber por dónde va el agua al molino: Petro quiere encantar con su canto de sirena a los que no conocen su verbo mentiroso.

Hasta la fecha ningún futuro candidato a la presidencia le ha dado inicio a su campaña, calentando motores y preparando un discurso convincente que logre atrapar a un electorado inconforme. Sin embargo, el candidato de la Colombia Humana ya se siente ganador, gracias al caos que ha logrado instigar o, por qué no, preparar con otro grupo de conspiradores. Sus delirios de grandeza ya lo hacen ver como el salvador de esta fracasada patria, así que es normal que esté tratando de convencer a Jean Claude Bessudo y a otros incautos para que lleven su discurso a las esferas sociales que no lo tienen en buena estima. Su personalidad está llamada a la arrogancia, a cierta omnipotencia discursiva en donde él es bueno y sus contradictores los malos del paseo.

Me pregunto: ¿cómo va a gobernar si el ejército lo detesta? Es que no me imagino a un general de cuatro soles seguir sus órdenes, sabiendo que la milicia no se olvida que alguna vez lo combatió, y presenció la muerte de once magistrados que injustificadamente ha empañado su honor. Si alcanza el solio de Bolívar, su gran obsesión, no le va a quedar otra alternativa que desmantelar las Fuerzas Armadas, porque de lo contrario no tiene como direccionar los destinos de un país que hoy respira anarquía e irrespeto por las instituciones. Esto sería algo descabellado, porque Colombia no es Suiza como para vivir sin un ejército. Así que lleva a los jóvenes por los senderos de la insurrección, preparando el camino de una guerra civil que de seguro se va a dar si es elegido presidente y un golpe de Estado lo destituye.

Nadie puede negar que las encuestas lo dan como el próximo gobernante de los colombianos. Lo que no alcanzan a decir ellas, porque realmente no es esa su obligación, es que su favoritismo electoral radica en el liderazgo insurreccional que ejerce desde las redes sociales. Cualquiera que haya analizado sus alocuciones, estratégicamente bien diseñadas, puede comprender que lo único que le interesa es desestabilizar al Establecimiento, colocarlo de rodillas para así hacer de las suyas y llevar al país a una guerra que desde hace un mes tiene tintes de revolución. Sigo creyendo que no puede ser el reemplazo de Iván Duque, pero lo cierto es que el electorado está molesto y con rabia es normal que se elijan las desgracias que muchos venimos anticipando.

La ñapa. Los bloqueos que desde hace un mes vienen perjudicando la movilidad de los caleños no pueden ser considerados parte de la protesta. Deben ser vistos, a los ojos de la persona sensata, como el accionar vandálico de un grupo de desadaptados que la policía debe reprimir. Hasta cuándo se va a tolerar semejante atropello. La ciudadanía, estupefacta por lo que pasa, ahora tiene que pagar peajes para llegar a sus hogares; las ambulancias, indefensas en medio del caos, tienen que ver cómo se mueren los pacientes que transportan; y, como si fuera poco, la policía debe ser testigo de todo esto porque hay que respetar los derechos de los manifestantes. Creo que hace falta sentido común, autoridad, valentía, en fin, se necesita la seriedad de un gobierno que ha desprotegido a los que no comulgamos con los delincuentes que hoy reinan en nuestras ciudades. Cuanto antes se deben desbloquear las vías, y castigar a los que se empeñan en vandalizarlas.

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