Nos imaginamos el agotamiento en que quedó el Presidente Santos después de ese toque de ingenio que le permitió llamar a quienes conformamos la mayoría nacional como los del nunca. ¡Qué donosura en el manejo de la lengua y qué sutileza en la ironía, cuánta gracia en el ataque, qué finura en la defensa de sus principios políticos!
Pues le damos la sorpresa de aceptar el rótulo que nos pone y exaltar su perspicacia.
Porque bien de veras, los colombianos que en su aplastante mayoría rechazamos el Acuerdo que suscribió con un grupo de bandidos, seremos para siempre los del nunca.
Nunca aceptaremos el fondo marxista leninista de su intento. Para colmar su vanidad oceánica y servir los propósitos obsesivos de su hermanito Enrique, no nos vamos a convertir en la vieja Cuba de los Castro ni en la nueva Venezuela del Comandante Chávez, de Maduro, Diosdado Cabello y sus carteles boliburgueses y de los soles. Eso nunca.
Nunca le dejaremos franca la puerta al Capitolio Nacional a criminales que llevan a cuestas condenas por centenares de años, bien merecidas por la comisión de los crímenes más atroces que la humanidad haya presenciado y soportado.
Nunca nos vamos a conformar con que llamando “Acuerdo Especial” al esperpento que tan orgulloso lo trae, lo elevemos a la dignidad de tratado internacional y lo metamos a la brava en nuestra Constitución Política.
Nunca aceptaremos la impunidad total para esos criminales.
Nunca nos tragaremos una Reforma Agraria que nos condena a un campo calcado del de Cuba y Venezuela, para envilecer y esclavizar nuestro pueblo por el camino infalible del hambre y la miseria.
Nunca vamos a permitir el intento obvio de transformar a Colombia en un Narcoestado, técnica que lo aislará del universo para hacerlo más frágil y permeable al sistema totalitario comunista que le receta.
Nunca le daremos vía libre a su nueva guerra, la que le declara a los llamados paramilitares, para levantar con ellos sus paredones de fusilamiento, sus deportaciones masivas, sus encarcelamientos infames.
Nunca aprobaremos una forma de justicia selectiva, discriminatoria, parcializada, que en eso consiste su tristemente famosa justicia transicional.
Nunca le vamos a tolerar sus regiones expulsadas de la Nación para lanzarlas en brazos de sus depredadores y enemigos mortales.
Nunca seremos condescendientes con el intento de convertir una canalla de delincuentes mal arrepentidos en los arquetipos de un país distinto, en paz y tranquilidad, como Corea del Norte, Nicaragua, Cuba o Venezuela.
Nunca nos callaremos ante el silencio que quiere tapar la tragedia de los secuestrados que jamás regresaron, de los miles niños que arrebataron a sus padres para condenarlos a la ignominiosa condición de sirvientes, asesinos y esclavos sexuales.
Nunca dejaremos de recordar las víctimas de las minas inhumanas, los pueblos destruidos, las fincas incendiadas, los campesinos arrojados de sus tierras, los secuestrados, los que tuvieron que pagar extorsiones para sobrevivir. Nunca.
Nunca le aceptaremos que bajo nombres idiotas
trate de engañarnos con los verdaderos centros de poder,
mal disimulados, que sus malditos acuerdos imponen
Y nunca le aceptaremos que bajo nombres idiotas trate de engañarnos con los verdaderos centros de poder, mal disimulados, que sus malditos acuerdos imponen.
Dentro del golpe de Estado que le ha propinado a Colombia, ya puso en marcha una Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación del Acuerdo Final. (CSIVI) (Vaya nombres pomposos que sus áulicos le ponen a los engendros más despreciables.)
Antes de explicar esa aberración, recordaremos que la integran tres representantes de su Gobierno, tres de la cuadrilla de malhechores de las Farc y sendos delegados de Noruega, Chile, Cuba y Venezuela. Qué falta de consideración con Kim Jong Un, con Evo Morales, con Correa y con Ortega, habiéndolos excluido.
Esa Comisión es Juez, pues que decidirá cualquier diferencia en la implementación de los acuerdos; es el poder ejecutivo, puesto que asegurará el cumplimiento de los acuerdos, algo así como un triunvirato presidencial; y legislador, en cuanto conocerá y aprobará o rechazará las leyes que de aquí en adelante se dicten sobre el desarrollo de los acuerdos.
Las Cortes y los Jueces no se dieron cuenta de que los dejaron sin funciones. A usted no le importa que lo hayan sustituido por una Comisión. Y al Congreso servil que lo acompaña ni le va ni le viene que la CSIVI sea en adelante la que ejerza la función de hacer las leyes y reformar la Constitución.
Pero a nosotros, los del nunca, esta desconocida faceta del golpe de Estado no nos deja indiferentes.
Siga con sus ensayos de ironía, don Juan Manuel. Puede que otras le resulten tan felices como ésta. Es cosa de ensayar y ensayar.