No dejan de sorprendernos algunos mandatarios que enfrentan la pandemia como un juego de vanidades. El presidente Trump no dudó en recomendar que la gente tomara clorox o se aplicará yodo. Ambas cosas según él, no hacían daño y de pronto podrían ayudar para prevenir el contagio del coronavirus. Algunos incautos seguidores del mandatario norteamericano corrieron a hacer lo que les formulaba su presidente y murieron o se intoxicar de gravedad.
Hace pocos días, el dirigente de piel color zanahoria aseguró que él tomaba Hidrocloraquina, un medicamento antimalarico muy discutido en la comunidad científica internacional porque sus efectos colaterales pueden ser más peligrosos que el mismo virus. Pero aseguró que lo toma diariamente y que tal vez por eso no se ha contagiado. La venta de este medicamento está siendo propiciada por el propio mandatario sin que se sepa que oscuros intereses farmacéuticos hay detrás de la misma.
Ahora ha salido su acólito brasilero, Jair Bolsonaro, con un chiste en el mismo sentido de Donald Tump. Aseguró que las personas de derecha (como él) toman hidrocloroquina y los de izquierda Tubatina, que es como le dicen en São Paulo a una bebida popular. Es importante aclarar que la más grande ciudad brasilera, São Paulo, es dirigida por un gobernador que no sigue la orientación de Bolsonaro, de la misma forma que pasa en Estados Unidos donde los gobernadores demócratas como el señor Cuomo de Nueva York han desacatado las estúpidas orientaciones de la presidencia.
Pero no contentos con la desinformación y orientaciones que rayan en lo criminal, ahora nos salen con el cuento de que hay una postura de derecha y otra de izquierda frente a la ciencia. Es cierto que el conocimiento científico no es necesariamente perfecto o incuestionable. De hecho, muchas creencias, que en algún momento se consideraron ciertas ahora no lo son. Esto ocurrió con la convicción de que la tierra era plana, por ejemplo. Pero tan pronto los instrumentos y la intuición de algunos pensadores lo permitieron, se demostró lo contrario y por fortuna ahora se acepta generalizadamente que la tierra es redonda.
Frente a la ciencia solo puede haber una postura, que no es ideológica sino de racionamiento, de pruebas y de estudio. Los demás es especulación religiosa, en algunos casos, o politiquera en otros (o una mezcla de ambas qué es lo peor). No sabemos cuáles son los oscuros intereses de estos dos mandatarios, ambos reconocidamente de derecha y ambos reconocidamente religiosos, para tratar de venderle a su población un medicamento duramente cuestionado por los científicos que estudian el coronavirus. ¿Podrán ser intereses económicos para financiar con la corrupción su permanencia en el poder? El tiempo lo dirá. En el caso de Estados Unidos lo dirá mucho más temprano que tarde porque las elecciones están a la vuelta de la esquina.
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Frente al covid-19 no pueden caber sino recomendaciones científicas y médicas, lo demás es un crimen y un crimen de Estado como en estos dos casos
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Afortunadamente son pocos los mandatarios a nivel mundial que están haciendo el oso con sus declaraciones pseudocientíficas sobre la pandemia. Si fueran más, muchos más serían los muertos que estaríamos enterrando por causa de esta enfermedad o mejor, no por causa del coronavirus, sino por la enfermedad llamada estupidez.
Frente al covid-19 no pueden caber sino recomendaciones científicas y médicas, lo demás es un crimen y un crimen de Estado como en estos dos casos. Una cosa muy distinta es que algunos doctores cuando enfrentan la inflamación generalizada que causa el virus echen mano de productos como la cloroquina y como otros antivirales para tratar a las personas que tienen a su cuidado, pero bajo una estricta supervisión médica. No como se toma una aspirina para el dolor de cabeza o un Alka-Seltzer para la llenura.
De ninguna manera, este medicamento lo toman “las personas de derecha” ni lo aplican profesionales de la salud “de derecha” como lo recomiendan, al parecer, algunos mandatarios de derecha. Esos que la historia juzgará como criminales.
