Con suma diligencia, el domingo miles de cucuteños salieron a ejercer su derecho al voto. Al final se llevaron la enorme sorpresa de observar que Jairo Tomas Yañez Rodríguez fue elegido como alcalde de la ciudad con una votación de 110.462 votos, equivalentes al 33.77% del total de la votación, acentuando una senda diferencia de 19.846 votos con el segundo candidato, Jorge Enrique Acevedo Peñaloza, quien obtuvo una votación de 90.616 a su favor.
No obstante, a pesar de la enorme diferencia, de casi 20.000 votos más a favor de Jairo Yañez, he escuchado varios comentarios a partir de esta gran sorpresa, entre estos me referiré solo a dos:
- ¡Que gran sorpresa! Cúcuta ya no será gobernada por los de siempre.
- Este señor no sabe en qué se metió, ¿será que sabe que es un secretario de despacho? Por su experiencia, ¿quién será el encargado de la Secretaría de Hacienda, Tránsito, etc.?
El título de esta nota es ¡Los cucuteños habían perdido la esperanza! Este planteamiento se refiere a que los cucuteños habrían perdido la esperanza en la democracia, el Estado colombiano, el gobierno nacional, el Congreso de la República, los jueces, los organismos internacionales, etc. Sin embargo, una simple votación para la Alcaldía le demostró a la ciudad que:
- A través de la democracia se puede lograr que no gobiernen los de siempre.
- El gobierno del pueblo, lleva implícito el "azar" de la dirigencia de un nuevo gobernante que administrará la "cosa pública".
Y para desarrollar estos dos puntos, me referiré a la palabra "democracia" comprendiendo que esta se relaciona con "el gobierno del pueblo, para el pueblo". Si se observa el antecedente más lejano de este modelo de Estado implantado desde las lejanas "Europas", daremos cuenta de sus inicio en la antigua Grecia, en Atenas.
Por lo que, para no extender esta nota mencionaré que el modelo democrático ateniense planteaba la posibilidad de que sus ciudadanos participaran en la toma de decisiones públicas, siendo elegidos a través de un sorteo, en donde se seleccionaban las personas que desempeñarían cargos públicos, de acuerdo al azar y esto, sería lo justo, ya que no permitiría que los mismos de siempre gobernaran, aunque se desconociera si los elegidos tuvieran las actitudes y aptitudes para hacerlo.
Por lo tanto, una característica fundamental de un sistema democrático, como el colombiano, es el azar. La previsibilidad deslegitima al sistema democrático, ya que saber con anterioridad quien gobernará solo demostraría dos puntos: uno, no hay posibilidad de competir con un caudillo y dos, la maquinaría electoral del candidato posee una alta inversión que después deberá retribuirse cuando se estén administrando los recursos del Estado.
El artículo 1 de la Constitución Política de 1991 establece que:
Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general.
Por lo que, desde mi punto de vista la supuesta sorpresa que da la elección del Sr. Jairo Tomas Yañez Rodríguez, tan solo la aplicación del artículo 1 de la Constitución Política de 1991, ya que el "gobierno del pueblo" eligió por no permitir que los mismos siguieran en el poder, a pesar de no conocer a ciencia cierta su capacidad de administrar los recursos del Estado.
¿Pero de dónde surge esta sorpresa? La sorpresa surge de reconocer que la democracia se encontraba enterrada en los cementerios camino al municipio de Los Patios, debido a que muchos hacían previsible quién ganaría las elecciones locales y departamentales. Y aún así, la democracia resucitó y nos dió una grata sorpresa de imprevisibilidad y respeto por las decisiones del pueblo.
Como bien saben, en Cúcuta no todo fue impredecible, como debería ser. Pero aún así, mis más sinceras felicitaciones para todo el pueblo cucuteño, quienes estarían despertando de un largo sueño en el que están aprendiendo cuál es el valor de la democracia y qué representantes son dignos de representarles en las próximas elecciones.