Los cubanos en Turbo
Opinión

Los cubanos en Turbo

¿Será correcto devolverlos a la isla para que sus vidas sigan siendo más miserables?

Por:
agosto 09, 2016
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La cubana Oficina Nacional de Estadística e Información dice que a 2015 el país tenía un poco más de 11 millones de habitantes: Once millones de personas prisioneras en una isla; once millones de personas sin libertad, tristes, sin aliciente para trabajar porque allá la remuneración es una miseria; once millones de almas que viven muertas de miedo, que no se atreven a hablar con nadie porque los integrantes de los organismos de inteligencia viven pendientes de qué hace y piensa su vecino; varios millones de personas con altísimo grado de educación que de nada les sirve.

En Cuba los trabajos más apetecidos por sus pobladores son aquellos en los que pueden tener trato directo con los turistas. Por eso no es extraño ver que en los hoteles de La Habana o Varadero los botones son médicos o abogados y las chicas de las recepciones ingenieras o enfermeras.

De esos cubanos que están “mamados” del régimen de los hermanos Castro, en el puerto antioqueño de Turbo hay entre 1300 y 2400 a la espera de que el gobierno colombiano les dé una mano y les ayude a llegar a Estados Unidos o, incluso, les permita quedarse en Colombia.

Todos los países del mundo son felices recibiendo extranjeros con dinero. Ese, sin embargo, no es el caso de los migrantes cubanos que están en Turbo. Seguramente entre todos suman pocos dólares que les fueron enviados por sus familiares en Estados Unidos. Pero, ¿será justo que el mundo les dé la espalda a un grupo de seres humanos que tuvieron la desgracia de nacer bajo una de las dictaduras más crueles de que se tenga noticia en los siglos XX y XXI?

En una bodega de Turbo están hacinados desde hace un buen tiempo unos 800 cubanos, según cifras del gobierno nacional. Allí, aparte de los hombres, hay niños, mujeres (algunas en embarazo) y adultos mayores. De acuerdo con los testimonios que los cubanos han entregado a los medios de comunicación locales, la comida -la poca que les regalan los habitantes del puerto- está escriturada en la bodega para los niños y las mujeres. Los hombres solo comen una vez al día.

Hasta ahora no ha sido posible que las autoridades colombianas ingresen a la bodega para establecer cuáles son las reales condiciones de las personas allí concentradas. Todo parece indicar que los cubanos tampoco quieren el ingreso de las autoridades por temor a una deportación.

No quedó claro el jueves pasado cómo fue la deportación de 14 cubanos. Ellos alegaron que habían ido a Migración Colombia para solicitar refugio en nuestro país. Y razón no les falta a los cubanos para tener miedo: apenas los regresen a su país  serán tratados como lo peor. Serán perseguidos políticos y serán llevados a cárceles y sus familias también sufrirán las consecuencias de su osadía.

Todo eso lo puede evitar el gobierno colombiano. Lo primero que debe hacer el Ejecutivo es reforzar las medidas para que nuestro país deje de ser el paso obligado de tanto migrante. Pero estos, los que están aquí, ya están aquí y se les debe proteger.

 

 

¿Qué tan presionado está el gobierno colombiano
por el hecho de que la capital cubana
sea el epicentro del proceso de negociación con las Farc?

 

 

 

¿Será correcto devolverlos a la isla para que sus vidas sigan siendo más miserables? ¿Qué tan presionado está el gobierno colombiano por el hecho de que la capital cubana sea el epicentro del proceso de negociación con las Farc?

“Aquel que, como ustedes, ha huido de su propia tierra a causa de la opresión, de la guerra, de una naturaleza desfigurada por la contaminación y la desertificación, o de la injusta distribución de los recursos del planeta, es un hermano con el cual compartir el pan, la casa, la vida”, dijo recientemente el papa Francisco. De acuerdo con Su Santidad, los refugiados han sido “tratados como un peso, un problema, un costo, sin embargo, ustedes son un don (…) Son el testimonio de cómo nuestro Dios clemente y misericordioso sabe transformar el mal y la injusticia que sufren en un bien para todos”. Y agregó, refiriéndose a los refugiados, “Ustedes puede ser un puente que une a pueblos lejanos, que hace posible el encuentro entre culturas y religiones diversas, un camino para redescubrir nuestra humanidad común”.

Entonces, ¿por qué Colombia hará caso omiso de las palabras del Sumo Pontífice? Cientos de miles de colombianos han tenido que dejar su tierra a causa del terrorismo, y muchos  países los han acogido con cariño y han respetado su dignidad. Hace un año nos quejábamos por la forma como el tirano de Venezuela expulsó a un millar de compatriotas. Ahora nosotros queremos hacer lo mismo. Parece que somos buenos para recibir pero malitos para dar.

P.D.: Apenas terminaba este escrito, el pesista antioqueño Óscar Figueroa nos sorprendió con una medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Río. Como siempre nuestros deportistas están por encima de los dirigentes. Seguro vendrán más preseas, ojalá todas de oro.

 

 

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