Se han escuchado y leído voces de todos los extremos, de todos los colores y de todos los sabores, que indican que no se puede mezclar política con religión, que los cristianos nos debemos quedar al interior de nuestras iglesias, que somos cavernícolas, que la homofobia, que el diezmo, que lo uno, que lo otro, lo que resulta ser solo un discurso distractor, que carece de seriedad y argumento, que es injusto y desconoce la realidad histórica y el impacto social que la Iglesia cristiana ha tenido en nuestro país, en la restauración de familias, en la recomposición del tejido social, en el rescate de nuestros jóvenes del mundo de las drogas, en la activa participación en el proceso de resocialización del delincuente, entre otros.
Contrario a quedarnos en nuestras “cuatro paredes”, hemos decidido ser activos/propositivos abriendo la boca por los desvalidos defendiendo la causa del pobre y del menesteroso (Prov 31:8-9), buscando ser luz en medio de las tinieblas (Mt 5:14-16). Por ello en la pasada fiesta electoral, antes que decir que los cristianos salimos perdedores, debemos afirmar que los cristianos ganamos y de contera también ganó la democracia. El derecho a elegir y ser elegido es la premisa que funda una democracia y de ello nos apropiamos, bien sea, habiendo participado como militantes en partidos de tradición política (Conservador, Liberal, Cambio Radical, Centro Democrático, entre otros) o como en la naciente organización política Colombia Justa Libres.
Hace solo cuatro o cinco años nuestros líderes religiosos eran invitados a ser “escuchados” en el recinto de la plenaria del Senado de la República y ahora no es necesario que medie alguna invitación, ellos ejercen por derecho propio su condición de senadores y representantes (Cámara por Bogotá D.C.), teniendo la capacidad de ejercer control político, control público, desarrollar la función constituyente, legislativa, judicial, electoral, administrativa y de protocolo (Título 6 de la Constitución Política – artículo 132 y s.s.). Esforzados y valientes.
Los cristianos nos hemos formado y nos seguimos capacitando porque hemos entendido que no es solo con buena voluntad que se hacen las cosas, ello demanda además de la innegociabilidad de los principios éticos y morales, estar capacitados para afrontar estos retos.
¡Sí, los cristianos ganamos! Porque llegar hasta acá no ha sido fácil, ha sido un proceso, que ha contado indudablemente con el respaldo principalmente de Dios y de miles de ciudadanos inconformes que soñamos con una verdadera transformación social (igualdad, justicia, derechos fundamentales, equilibrio con el medio ambiente, etc.), que emana de un grupo significativo de ciudadanos para ser hoy una realidad política llamada Colombia Justa Libres.
¡Sí, los cristianos ganamos! Porque tenemos 3 senadores y 1 representante a la Cámara, y aun discutimos en la instancia judicial la curul que por el Valle del Cauca nos ha sido esquiva, permitiéndonos con ese resultado nacer como partido (Colombia Justa Libres - Personería Jurídica número 3198 de 2018 del Consejo Nacional Electoral).
¡Sí, los cristianos ganamos! Porque por primera vez presentamos en todo el territorio nacional nuestras listas a elecciones regionales, con un poco más de 4.000 candidatos inscritos. Fueron 554.656 votos para gobernaciones, 532.802 para alcaldías, 387.157 para Asambleas, 335.412 concejos, resultados que nos permiten indicar: sí, los cristianos ganamos: 2 gobernadores, 16 alcaldes, 1 diputado (Asamblea Valle del Cauca), 67 virtuales concejales y 21 ediles, con un crecimiento del 21% con un consolidado nacional que supera los 563.000 votos frente a los 466.000 del congreso del 2018.
Sí, los cristianos ganamos y ganamos con el convencimiento de que cada meta alcanzada deriva en un nuevo propósito. No me juzgues por ser cristiana, trabajemos juntos por la sociedad que nos merecemos, libre de inequidades, con justicia social, con servidores públicos comprometidos en su tarea y con los corruptos detrás de las rejas.
Posdata. No se puede desconocer que nuestros líderes cristianos también han caído, que hemos sido perseguidos y hemos puesto nuestros difuntos, y extraña que esto no sea noticia. Por ejemplo, el vil asesinato de la gobernadora indígena Cristina Bautista, acaecido en días pasados en el corregimiento de Tacueyó municipio de Toribío (Cauca), fue noticia nacional e internacional, lo cual es muy lamentable, pero pocos reseñaron que profesaba el cristianismo y era miembro de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, donde era una reconocida líder.
