Pocas veces como en el plebiscito del 2016 y las elecciones de 2018, los grupos de cristianos evangélicos han sido tan visibles en la esfera política nacional. Antes de la constitución del 91, Colombia se declaraba como un país católico, y esto se respaldaba con el acuerdo explícito en el concordato. Con la constitución del 91, Colombia se declaró como un país laico y con ello dio apertura al reconocimiento de otros credos. A partir de entonces, muchos colectivos de cristianos evangélicos comenzaron a hacer parte de la esfera política nacional de tal manera que su participación activa en las elecciones locales y nacionales, les ha permitido contar con curules en el congreso y en las alcaldías y gobernaciones, aunque minoritaria.
Su participación en los grandes debates nacionales no ha sido muy visible. En general suelen replegarse y respaldar la agenda conservadora, ligada a un proyecto de derecha y especialmente, la agenda del uribismo en Clombia. En cambio, su fuerza y visibilidad aparece en torno a su franca oposición al matrimonio igualitario, al aborto, a la adopción de parejas del mismo sexo y a la negación de la diversidad sexual como una opción, al no considerarla “natural” y abogar por la familia de Dios, (papá, mamá e hijos)
En agosto de 2016, sectores cristianos evangélicos, con el respaldo de cristianos católicos, protagonizaron una de las marchas más multitudinarias en el país hasta entonces: la denominada “marcha por la familia”. Querían mostrar su indignación por la afirmación en una de las cartillas que el Ministerio de Educación, con el apoyo del Fondo de Poblaciones de las Naciones Unidas y la Corporación Colombia Diversa, había diseñado para dar cumplimiento a la sentencia de la corte T478 de 2015, que pretendía eliminar discriminación por razón de diversidad sexual en las instituciones educativas del país. La indignación nacía de la afirmación “no se nace siendo mujer u hombre”
A partir de ahí su participación en el plebiscito por la paz, respaldando el no, y en las elecciones presidenciales parecía indicar un claro alineamiento y respaldo a la agenda del uribismo.
Este paro nacional que se retomó el 28 de abril se ha caracterizado por la convergencia de distintos sectores. Dentro de ellos, los cristianos se sienten convocados, no desde sus creencias, sino desde su condición como ciudadanos. Así, dispuestos a aportar desde lo que saben y conocen, recorren las calles de Cali en las distintas manifestaciones. Se toman el micrófono, eso sí, para advertir que estamos en el fin de los tiempos y que todo lo que está ocurriendo está en las profecías bíblicas, por eso, se toman unos minutos para orar y para invocar la protección de Dios a los manifestantes
El paro se ha convertido en un escenario para el reconocimiento desde la diferencia, allí caben múltiples agendas. Y aunque quizás sus posturas frente a la diversidad sexual y frente al aborto no van a cambiar, lo que convoca es lo semejante que permite la unidad. De seguro habrá otro momento para tramitar y hablar sobre las diferencias que nos separan. Lo cierto es que en momentos de crisis, incertidumbres y de aprendizajes, todo aporta para pensarnos un mejor proyecto de sociedad para el país.