En Agosto de 2012, dos sicarios entraron al Hospital Universitario Departamental de Nariño para rematar a un paciente que se recuperaba de unas heridas de arma de fuego, e ingresaron las armas con la idéntica truculencia que había usado un bandido en la televisión, en medio de pañales de bebé. El saldo, un muerto y un herido diferentes al objetivo de los pistoleros.
Mientras por un lado los canales oficiales nos transmiten diariamente a un Congreso Nacional pletórico de discursos zafios, que no justifican los altísimos costos de sus sueldos, el grado de corrupción y las pensiones privilegiadas; la televisión comercial, en pleno ejercicio al artículo 20 de la Carta, nos ofrece en forma recurrente un variado narco material audiovisual: La Virgen de los Sicarios, La Vendedora de Rosas, María Llena Eres de Gracia, Sin Tetas no Hay Paraíso, El Cartel de los Sapos, Soñar no Cuesta Nada, Los Protegidos, La Viuda de la Mafia, Pandillas, Guerra y Paz, El Capo1,2,3, Las Muñecas de la Mafia, La Bruja, Correo de Inocentes, Tres milagros, A Caballo Vamos pa’l Monte, Algo Flota en el Servicio, Los Tres Caínes, en fin, y ahora se anuncia con bombos y platillos la nueva serie: La Vida y Obra del Chapo Guzmán
Por si esto no fuese suficiente, en cada noticiero, además de la infaltable cuota de sangre diaria, es imprescindible el remate con notas asfixiantes de farándula, que eufemísticamente llaman de “entretenimiento”, a sabiendas de que aquella es la religión de los imbéciles. Toda esta basura mediática ha servido para que este país sea visto como un nido de hampones y paisano que ha logrado establecerse en territorio extranjero es discriminados, marginados, maltratados y considerados como un peligro social.
En auto entrevistas, los productores y directores dicen, con una humildad fingida: “Esto no es otra cosa que una muestra de nuestra realidad". Concesionarios de la televisión como CARACOL y RCN se enriquecen a costa de la dignidad y reputación de nuestro país que acierta en la morbosidad del público extranjero que las compra y el local que se hipnotiza con las secuencias, matizadas con corridos de narcos, evidenciando una subcultura que genera admiración por estos personajes de la plata fácil, donde el escenario es un país, con fácil comercio de drogas y donde gobierno, congreso, fuerza pública y justicia tienen precio.
La TV y el rudimentario cine colombiano, con contadísimas excepciones, hacen epistemología con la vida de asesinos, narcotraficantes, mafiosos, traquetos, prostitutas, sicarios, corruptos, avivatos, matones, mulas, jíbaros, droga, ladrones, tramposos y corruptos. No es la idea de que se oculte o soslaye nuestra triste realidad producto de la gigantesca corrupción imperante, pero la idea común es que no se siga jugando al dramatizado con eso que genera escuelas del crimen, publicidad negativa para el país y pudre el ambiente de lo que han dado en llamar la sociedad del post conflicto. El Abrazo de la Serpiente es la demostración de que se puede hacer otro tipo de cine, lamentablemente, este film es el menos visto de todos los títulos mencionados.
La ética de un país se bambolea en la mitad de la lucha por la sintonía de dos cadenas concesionarias del espectro electromagnético y que no le aportan nada a la cultura del pais. Tienen “libretistas” dedicados exclusivamente a recrear escenas de la bazofia, la virulencia y la escatología humana.
Esas toneladas de estiércol que emerge de los canales privados, es impuesta a una tele- video audiencia sin cultura pero con aparatos de plasma del tamaño de media pared. La masa que no tienen acceso a la educación superior que es elitista, son alumnos en primera fila de esta cátedra criminal que enseña que el narcotráfico o robarle al Estado, son los medios más idóneos para salir de la pobreza y personajes como el capo 1,2,3,4…, se convierten en paradigmas o modelos a seguir o imitar.
Cuando se confronta a los señores de Caracol y RCN sobre estos temas, se justifican transfiriendo la responsabilidad a los padres de familia y el Estado acepta como única condición el manido aviso de que “Este programa puede ser visto en compañía de padres o adultos responsables”, tan inservible como los anuncios microscópicos de las cajetillas de cigarrillos y así cumplen la ley.
La Constitución y la ley dicen que los medios de comunicación deben ser canales de cultura y están obligados a hacerlo, pero al Gobierno y a los concesionarios les importa un pepino la salud mental de los colombianos: enferma, sembrada con antivalores, con la consecuencia de que el delincuente es el bueno y mala la justicia, que se condensa en la reacción ciudadana en contra de la autoridad cuando se captura a un bandido. Muestreos hechos en Colombia y México,informan que mujeres entre 10 y 25 años de edad aceptarían tener relaciones amorosas con un mafioso, es decir, ser como Las muñecas de la mafia.
El gobierno nacional reconoce que Colombia es el país más desigual de América Latina por la falta de oportunidades laborales y educativas, con mayorías miserables que votan una y otra vez por los mismos de siempre, en tanto que la gran opción que muestra la TV es el crimen. Acaso es ésta una de las razones por las que proliferan en Colombia las sectas religiosas, pretendiendo llenar un vacío existencial? La burocracia empotrada en el ministerio de las TIC y las autoridades de televisión no se sienten aludidos por esta vergüenza nacional.