Los contadores no podemos terminar como dinosaurios

Los contadores no podemos terminar como dinosaurios

Por: Camilo Andrés Peña Pulido
junio 05, 2014
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Los contadores no podemos terminar como dinosaurios

Muchos se preguntarán acerca del drástico cambio en el enfoque de mis cortos escritos. Y es que pasar de aseverar que no le importamos a Falcao para escribir sobre un gremio oprimido, tiene una razón de ser: yo soy contador público.

En los últimos meses se han generado muchas discusiones y debates en torno al profundo estado de desunión en el gremio de los Contadores Públicos, los cuales, sumados a los graves escándalos de desfalcos y corrupción (Interbolsa, Carrusel de la contratación en Bogotá, etc.), han puesto no solo en el ojo del huracán sino en tela de juicio, la credibilidad de nuestro accionar profesional.

Mucho se ha dicho pero es nulo lo que se ha hecho. Profesionales de otras áreas me preguntan constantemente sobre el papel de la Junta Central de Contadores y específicamente sobre su Tribunal Disciplinario. Para dar respuesta a esta pregunta, hago uso de una conocida frase utilizada por aquel hombre malvado cuando no tiene una respuesta o sabe que ésta le puede afectar, entonces les digo: -“Siguiente pregunta”-.

Pero hagamos una caracterización. Los contadores nos dividimos en dos grupos: uno representado por la gran mayoría y otro que he denominado “los demás”.

1. La gran mayoría. Pasión, deseos desenfrenados de hacer cosas novedosas, generación de valor agregado en las actividades laborales y académicas; estas son las actitudes tomadas por buena parte de los integrantes del gremio al cual pertenezco. Valentía, coraje, acciones emprendidas desde las aulas para la siembra de nuevos conocimientos, héroes que día a día con su ejemplo le muestran al mundo como debe ser el actuar de un Contador Público y que hacen respetar de manera ética la profesión... ¡Así actúa un buen Contador!.

2. Los demás. Enfrascados en la guerra del centavo, conducidos por la desidia, la pereza y siempre proponiendo alternativas para disfrazar actos de corrupción tales como la evasión fiscal, cobrando comisiones por el ahorro que genera para sus clientes la comisión de estos delitos, hablan mal de los demás profesionales y poco les interesa el beneficio común.
Pero dentro del grupo de Contadores Públicos, entra también una tercera categoría, conformada por lo que de manera despectiva un detestable docente que tuve en la especialización denominaba “las larvas”, término que me atreví a cuestionar y que logré llevar al nivel de “Contadores en Formación”; esto debido a que el Contador Público tiene este adjetivo desde que toma la decisión de estudiar esta noble profesión.
Los Contadores en Formación son el grupo objetivo, la meta, el futuro. Desafortunadamente, se encuentran dentro de un sistema mercantilista donde las universidades los ven con ojos de “signo pesos” y están más interesadas en que se encuentren al día en sus pagos, en vez de prestar mayor interés en la metodología pedagógica empleada para impartir conocimiento. Pero a esto sumémosle la improvisación a la hora de dictar cátedras, el bajo nivel cognitivo de los docentes e incluso ese vulgar rasgo de la personalidad de muchos al creerse “Dioses” dentro del aula por tener el poder sobre las calificaciones. Nadie es dueño del conocimiento, el conocimiento es ese activo intangible que debe heredarse a los educandos y nunca ser utilizado para elevar el ego y la vanidad del docente.
Como podemos observar, resulta imperativo concentrarse en el mejoramiento de la metodología y los contenidos a nivel de educación de pregrado, enfocando a los futuros graduandos hacia un comportamiento más gerencial y menos sumiso, una actitud más positiva y menos desesperanzadora de la situación del entorno mundial.
Para muchos, importan más los cartones que el conocimiento... la diferencia entre estos dos, radica en que el cartón es biodegradable mientras que el conocimiento perdura para siempre.
Vivimos en una sociedad que nos encasilla como “Tenedores de Libros” y cometemos el error de comportarnos como tales, por eso es preciso complementar nuestro conocimiento con la lectura y con el cultivo de conocimientos complementarios para nuestros haberes personales, porque tengo la firme convicción de que el día que dejemos de pensar y actuar tan solo como “Contadores”, la sociedad va a ver en cada uno de nosotros a un profesional integral, a un ser humano cuyo conocimiento trasciende de sumar y restar, a una persona que no pierde el tiempo buscando los pesos del descuadre y que a cambio de eso, invierte su tiempo en el análisis, convirtiendo los datos en información de calidad, útil y veraz.
Cuando iniciamos los estudios en el pregrado, nos fue plantada una semilla, la cual poco a poco el tiempo se encargó de secar y de esta manera jamás germinó. Nos desempeñamos en un ambiente hostil, desigual y víctimas de la opresión estatal y la pésima remuneración... ¿Así esperamos que la semilla germine?. ¿Qué estamos haciendo para cambiar esta situación?.
Con la llegada de las NIIF, han surgido “mesías” dentro de nuestro gremio. Estas personas aprenden temas técnicos contables y luego nos venden el conocimiento que salvará a la profesión, un mecanismo novedoso para la revelación de las cifras en los estados financieros cuyo público objetivo somos todos nosotros, los profesionales a quienes nos da pereza leer y queremos comprarlo todo hecho e inclusive erróneamente analizado por estas personas. En muchos casos, pienso que tiene más dominio de tema el personaje que recorre las calles con aquel botón en la solapa de su saco que dice “CONTROLE SU PESO”. En realidad la lectura es otra de nuestras grandes debilidades.
Mientras unos hacemos las cosas al derecho, otros las hacen torcidas, otros se dedicaron a ser “mercachifles del conocimiento”... ¿Quién se detiene a pensar en los estudiantes?.
Por esto me atrevo a pensar que nuestro gremio está condenado a la extinción, así como Colombia una vez lo estuvo hasta que llegó un hombre malvado que identificó un problema generalizado dentro del común denominador de la población y se dedicó a armar una guerra que casi acaba con el país.
Una de las grandes contras de no unirse de manera adecuada es que puede surgir un gremio ajeno al nuestro que se apropie de nuestra función social y de la Fe Publica, nuestro tesoro más sagrado... Y es que ya pretendían intentarlo los economistas, ¿Recuerdan?.
Necesitamos de un gran consenso gremial, una sola voz que sea escuchada y que represente los intereses de todos, ligado a un profundo cambio en las estrategias pedagógicas... en caso contrario, entre los mercachifles y los demás, acabarán con todo.
Si bien ya tengo 31 y me siento un poco dinosaurio, odiaría terminar extinto como ellos, no obstante poco a poco he ido afinando mis habilidades para la gastronomía.

@candresppulido

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