En los últimos días se ha intensificado el debate por la encuesta realizada por el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) sobre sexualidad en los colegios a tal punto que, la semana pasada, dicha entidad anunció que la aplicación de la encuesta sobre comportamientos y actitudes sobre sexualidad en niños, niñas y adolescentes, fue suspendido.
Las razones del DANE, hasta donde se ha informado a la opinión pública, es que se suspenden las encuestas por el malestar de algunos padres de familia y por los mismos rectores de las instituciones educativas, quienes argumentan que el lenguaje utilizado es inapropiado, de alto contenido sexual y puede causar curiosidad tal en los niños, niñas y adolescentes que los lleve a experimentar. Sin embargo, es indispensable mencionar que la encuesta respondía a un plan de lucha contra la explotación, pornografía y turismo sexual.
Pero, ¿y si dejamos de lado la mojigatería? ¿si nos concentramos en el problema de fondo? ¿si empezamos a hablar con naturalidad de la sexualidad?, porque, en últimas, estas son las preguntas esenciales que surgen, por lo menos en lo que a mí respecta, sobre este debate para superar lo que es trivial y acercarnos a los resultados con la preocupación que merecen.
Y es que no es para menos, toda vez que, según lo que afirmó el Director del DANE Mauricio Perfetti, desde el año 2006 no han variado sustancialmente los resultados. Además, informó que se ha establecido que “El 7.5% de los niños en esta edad ha tenido relaciones sexuales, 9.4% les han tocado alguna parte íntima de su cuerpo sin que quisieran; 8.9% de ellos han sido forzados a tener relaciones sexuales, y el 3.9% han recibido algo a cambio de una relación sexual” entre otros resultados. Estas cifras resultan preocupantes si se tiene en cuenta la totalidad de menores encuestados, sin contar que en este año no se cumplió con la meta propuesta por la suspensión de encuestas anunciada.
Lo anterior solo deja una reflexión que debe ser profunda: ¿No es hora de dejar de lado tanto mito alrededor de la conversación natural sobre la sexualidad? ¿No deberíamos dejar de preocuparnos por temas que pueden ser superficiales? ¿No es más importante el fin último de las encuestas que, en este caso, precisamente consiste en diagnosticar el problema del abuso sexual a niños, niñas y adolescentes?
Finalmente una afirmación: lo verdaderamente importante aquí es que un número alarmante de menores de edad han sido forzados a tener relaciones sexuales sin su consentimiento, sin siquiera comprender las implicaciones de la sexualidad, exponiéndose a traumas, enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados y de alto riesgo. Pero esto parece no llamar la atención de nadie. Mojigatos, eso somos.